Iñaki Puelles estuvo de fiesta hasta las cuatro de la mañana, pero al día siguiente, el de este jueves, se presentó puntual a su cita con el Meneíto Veterano que su cuadrilla Nekazariak, organizaba en la plaza de La Provincia en colaboración con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
Llegó con su traje impoluto, con su blusa negra, camisa blanca, pantalón milrayas azul y pañuelo de cuadros, media hora antes incluso de que al mediodía comenzara la 27ª edición de esta actividad que siempre se hace coincidiendo con el día que La Blanca dedica a los veteranos, a los que más fiestas llevan a sus espaldas.
Pero los de Nekazariak, cuyo nombre se debe al bar Nekazari en el que se reunían, no se quedan atrás. Este año, los 150 blusas y neskak que la integran están de aniversario: el 30º desde que un día, o más bien una noche, a un grupo de intrépidos jóvenes se les ocurrió la idea de fundar la suya propia.
Y así, un 25 de julio, 25 chavales, con una media de 23 años, empezaron a dar lo mejor de sí en cuadrilla.
Aniversario
Un cumpleaños, que festejaron la víspera con una comida en el bar Chaplin, y del que bien presumía la furgoneta que aparcó Egoitz, otro de sus integrantes, a eso de las once en la calle Diputación, casi a la entrada de la plaza, decorada con innumerables pegatinas con el logo actual de la cuadrilla: un blusa y una neska frente al único nekazari que aparecía antes bebiendo de una bota de vino.
Uno tras otro fueron llegando otros miembros de los grupos de trabajo con los que los de Nekazariak se reparten las actividades, como Guillermo, en su segundo año formando parte de ella. “Soy amigo de Jorge y de alguno más y por eso entré en la cuadrilla”.
Porque intentan que su número no pase de los 150, para gestionarla mejor y “que sea más familiar”, así que conocer a alguien dentro de ella “da preferencia” en su lista de espera.
En la "pista" de baile
Guillermo explicaba esta clave mirando divertido las curiosas parejas de baile que se habían formado en la “pista” en cuanto su txaranga Coda, de Medina de Pomar, (al principio tenían txistus, pero al final sucumbieron al poderío del trombón y de la trompeta), empezó a tocar los primeros pasadobles: con el dorsal 12 estaba el mismísimo Iñaki Puelles bailando con una señora. Una práctica habitual en Nekazariak, dado que invitan a bailar a las personas que vienen solas o a las que su pareja no se anima a ello.
Luciendo un gran 9 a sus espaldas estaban Miren y Nuria, dos de sus neskas, como las delataba su falda rojo carmesí, camisa blanca, corpiño y delantal negro y pañuelo rojo carmesí.
Competición
“¡Madre mía, pero cómo pega el sol a esta hora! Siempre nos pasa, pero el año pasado fue peor porque nos tuvimos que poner al lado de la librería”, recordaban estas neskas en uno de los parones entre canción y canción.
Al siguiente pasodoble, las risas estuvieron aseguradas. Sus compañeros, Víctor y Egoitz, también compitiendo en el Meneíto Veterano, se iban poco a poco acercando a ellas con una sonrisa de pícaros que desembocaba en carcajadas en cuanto chocaban casualmente contra ellas. Ni en la famosa carrera de cuádrigas de Ben-Hur se veía tanta tensión.
Vermú en el Atxalde y comida en el Puerta Grande
En cuanto acabó, no perdonaron una de sus paradas obligadas: el vermú en el Atxalde, de Pío XII “y lo que se tercie: katxis de cerveza, de kalimotxo...”: Lo que quiso ir pidiendo su gente y la txaranga, mientras tanto, seguía tocando.
Luego, a las tres de la tarde, como han hecho durante toda La Blanca, exceptuando el del día en el que festejaron el aniversario, comieron en el Puerta Grande, al lado del Iradier Arena. Se juntaron unos 100 con la intención de restaurar sus estómagos a base de espaguetis con tomate y de carne guisada.
Animando la sobremesa
Allí estuvieron casi hasta las cinco, que es cuando comenzaba la kalejira. Así que la larga sobremesa sirvió para hablar largo y tendido de las batallitas de la noche anterior, a tomar algún que otro txupito y a jugar, pero no a las cartas, sino a los juegos “de beber”.
El kinito de toda la vida del que a falta de dados, suelen tirar de ingenio: poniéndose ellos mismos los números del 1 al 40, “estamos en círculo y si me toca empezar, si soy el 1, bebo. Luego, el 2, el 4 y el 11, que tiene que beber sin decirlo...”.
Lo que viene siendo aprender matemáticas de forma didáctica. También se esfuerzan en Lengua. “Nos mandan una palabra en el móvil y tienes que decir otra relacionada con ella sin que te pillen”, aclaraba Puelles.
Poco antes de las cinco de la tarde, a los que les tocaba llevar la furgoneta de la cuadrilla, la trasladaron hasta el principio del paseíllo, en Dato.
Hoy les tocaba salir en el puesto 12 y poco después, llegó el resto de Nekazariak, que fueron hablando y reponiendo su propio combustible hasta que les llegó el turno. Esta vez, ya no eran tantos y no porque las fuerzas flaquearan en ese penúltimo día de La Blanca, “sino porque muchos están ya de vacaciones, otros porque les toca trabajar y otros que solo vienen al paseíllo de vuelta”.
Sobre la marcha
No desfilaron con coreografías “de cuadrilla”, con permiso, eso sí, de La Cucaracha, en la que sí que se tiran al suelo. Son más de ir saltando o de agacharse, guiados por Coda.
Entre los dos paseíllos matarán el tiempo entre el Candem y el Level Up, de Nueva Fuera y San Francisco.
A las ocho, harán el de vuelta, por Independencia, en quinto lugar. Cenarán a las 22.30 horas bocatas y de doce hasta las tres estarán con la txaranga moviéndose por la Kutxi, entre el Iruña y el Suso.
Y este viernes, como colofón, se regalarán su enemigo invisible, lo peor que se les ocurra comprar. Un obsequio de cuadrilla que lucirán en el paseíllo. Un recuerdo imborrable.