El día 4 de agosto no solo dan comienzo a las esperadas fiestas de la Virgen Blanca con la multitudinaria bajada de Celedón. Ese mismo día, mañana para ser más exactos, tiene lugar una cita para los amantes de las tradiciones más especiales de toda la ciudad. Es la impresionante procesión nocturna solo alumbrada por los faroles de vivos colores.
Bellos ejemplares de arte y de historia que, además, desde hace ya algunas semanas se asoman a las páginas de un libro publicado por la Cofradía Virgen Blanca de título ‘Luces para la ciudad. Historia centenaria de la procesión de los faroles de Vitoria-Gasteiz. 1895-2024’.
Una interesante obra que ha salido del esfuerzo y del trabajo durante el último lustro de la historiadora navarra (aunque ya se siente vitoriana de adopción tras llevar más de 40 años viviendo en la ciudad) Camino Urdiain.
Un museo andante
Así es como la propia autora de esta obra denomina a este acto cuyos datos más relevantes, curiosidades y peculiaridades aparecen recogidas con todo lujo de detalle en estas páginas donde Camino Urdiain hace todo un homenaje a una devoción y una tradición que tiene a estos bellos y cuidados faroles como absolutos protagonistas.
Estas piezas que se pueden ver tanto el día 4 como en su propio museo, ahora comparten espacio con palabras en este ejemplar bibliográfico nacido del propio compromiso de la autora por guardar y dar a conocer una memoria en forma de tradición y que muy pocos conocen.
“Llevo casi 40 años en esta ciudad, desde que vine una vez terminada la carrera de Historia y Geografía por la Universidad de Navarra, y a día de hoy me sigue sorprendiendo cómo muchos oriundos de la ciudad nunca han contemplado la procesión (con independencia de la devoción o la religión que profese cada uno) ni tampoco se han acercado a verlos en su hábitat natural, en el Museo de los Faroles”, se pregunta esta historiadora y entusiasta de la documentación, conservación y catalogación.
Fue la responsable de la información del Archivo Foral de Álava y directora del Centro de Documentación de Juntas Generales, hasta su jubilación hace ahora una década.
Para, en la medida de lo posible paliar ese desconocimiento de la historia propia, Urdiain con este libro aspira a que “los vitorianos y las vitorianas se sientan orgullosos y orgullosas de un patrimonio material único que, además, es todo un privilegio que esté tan bien conservado pese al paso de los años”.
“Los vitorianos y vitorianas deben sentirse orgullosos de esta parte de su historia y de su tradición como es la procesión de los Faroles”
Y nada mejor que este libro que refleja como ningún otro esta procesión de los Faroles que tiene su origen a finales del siglo XIX. Todo un espectáculo solemne donde se dan la mano la luz y los cristales de colores mientras se recorren las calles céntricas de Vitoria-Gasteiz en la noche del 4 de agosto de manera puntual a las 22 horas.
Con el corazón dividido
No cabe duda de que estas Fiestas de la Virgen Blanca son muy especiales para esta navarra nacida en Pamplona y vitoriana de adopción. Son muchos años aquí. En la ciudad ha formado una familia y en Vitoria nacieron sus cuatro hijos. Sin embargo, esto no quita con que tenga el corazón dividido a la hora de decantarse por una fiesta u otra.
“No puedo renunciar ni a las Fiestas de la Virgen Blanca y ni tampoco a las de San Fermín. Para mí son igual de especiales y de importantes; además, tengo la suerte de que no se solapan en fechas por lo que puedo disfrutarlas por completo cada una de ellas”, asegura una divertida Camino Urdiain que hace una mención especial al recuerdo de su padre. “Él siempre me decía que mi corazón estaba dividido, pero que debía amar la tierra donde estuviese mi trabajo”.
Si antes las fiestas las vivía con sus hijos, ahora le toca el turno de ejercer de orgullosa abuela y no se pierde ninguno de los actos infantiles que, para los más pequeños, se programan durante toda la semana.
Precisamente, estas mismas fiestas, como ella misma enfatiza, no solo son un buen momento para disfrutar con la familia y amigos. Es el marco y el escenario perfecto para educar y enseñar a las nuevas generaciones todo lo referente a la memoria, a la tradición y a la cultura de la tierra que uno ama.
“Y aquí da lo mismo que si la transmisión de ese legado se hace en forma de procesión de los Faroles, con la bajada del Celedón o con, si me permiten los gasteiztarras, los Gigantes y Cabezudos de mi querida Pamplona. Todo es igual de válido cuando se trata de transmitir nuestra historia y nuestra esencia como comunidad y como ciudad”, concluye.