La crioablación ha emergido en el campo médico como una esperanzadora herramienta más para el tratamiento del cáncer de mama, el más común entre las mujeres. Se trata de un procedimiento de destrucción tumoral por congelación, que se sirve de una aguja de gran tamaño capaz de generar frío.

Por ahora está indicado únicamente para pacientes con contraindicaciones quirúrgicas, sobre todo de edad avanzada. No requiere anestesia general –solo local– y, en condiciones normales, tampoco hospitalización. Es rápido, sencillo y también indoloro.

La técnica comenzó a ensayarse en 2019 en el Hospital La Paz de Madrid y, tras comprobarse sus buenos resultados, a incluirse progresivamente en sus protocolos frente a este tipo de cáncer. Junto a este centro público, hicieron lo propio apenas tres hospitales europeos más en su fase más incipiente. La crioablación fue importada este pasado verano por la red de Osakidetza, concretamente por la OSI Donostialdea, y se ha empleado ahora por primera vez, hace poco más de un mes, en Álava. Concretamente, en el HUA-Txagorritxu.

Nuria Alonso e Ibon Enciso, radiólogos en la OSI Araba, han querido compartir con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA los pormenores de este destacable avance terapéutico para la red sanitaria local.

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Una paciente de 87 años

La primera y por ahora única intervención de estas características se llevó a cabo en el centro de Jose Atxotegi el pasado 14 de noviembre. La paciente, de 87 años de edad, con una diabetes “muy avanzada” y, por tanto, de alto riesgo quirúrgico, había sido diagnosticada de la enfermedad a finales de verano. Solo cuatro profesionales tomaron parte en la crioablación, los propios Alonso y Enciso, junto a una enfermera y un técnico.

Se llevó a cabo en la sala de ecografías de Txagorritxu y duró aproximadamente una hora, aunque en muchos casos puede realizarse incluso en menos tiempo. “La mujer vino media hora antes de la intervención y se fue prácticamente de seguido. Al día siguiente la llamamos para comprobar su estado y ver si había tenido algún tipo de molestia y nos dijo que no. Estaba estupendamente”, relata Enciso.

El HUA-Txagorritxu importa una técnica pionera para combatir el cáncer de mama

Para llevar a cabo la intervención, los profesionales emplean una aguja “bastante larga”, parecida a las que se usan en las biopsias, por lo que la incisión en la piel de la paciente es “mínima”. Atraviesan la mama y el tumor y, al aplicar el frío, generan una bola de hielo que incluye la propia lesión. En el interior puede alcanzarse una temperatura de hasta 40 grados bajo cero que, mediante un mecanismo de ósmosis, hace estallar las células. Para cerrar la herida, basta con unos puntos de aproximación, similares a una tirita, que pueden retirarse a las 24 horas.

“El objetivo es que todo lo que quede dentro de esa bola, que se supone que son células malignas, muera”, expone Alonso. Esa quemadura gélida, un “lecho”, será controlado por los especialistas en los meses siguientes.

La primera paciente intervenida en Gasteiz volverá a ser vista por los especialistas el próximo febrero, aunque tiene la indicación de consultarles en caso de experimentar antes algún tipo de molestia. Los controles posteriores se llevarán a cabo mediante biopsia, pues “todavía no hay mucha evidencia con este tipo de tratamientos y con el tipo de imagen que genera la crioablación”. Así que, cuando toque, tomarán una muestra de ese lecho generado en la mama de la paciente tras la intervención y la analizarán en el laboratorio para comprobar si quedan células tumorales vivas.

Los estudios realizados hasta la fecha sí que han demostrado la capacidad de la crioablación de destruir los tumores mamarios, aunque todavía hace falta tiempo para conocer la probabilidad de que las lesiones reaparezcan tiempo después del tratamiento. Que se den las temidas recidivas. “Aún no existe esa evidencia de que la técnica sea igual de eficaz o más que la cirugía”, según reconoce Enciso. En todo caso, “lo que sí se consigue es reducir mucho el tamaño y que la lesión igual no crezca al ritmo que iba a crecer”. Cuando lo hacen sin control –al no ser operables– generan “muchas molestias” a las pacientes.

Antes y después de la intervención

La técnica, a priori, se ha demostrado además compatible con otras armas terapéuticas como la radio o la inmunoterapia. “La gran ventaja es que le ofreces una alternativa a una paciente que antes no la tenía. Y además la haces de forma ambulatoria. Esa paciente se puede ir en el día tranquilamente a casa”, subraya Alonso. Y “el riesgo es muy bajo”, tal y como apostilla su compañero Enciso.

Las ventajas son también importantes para el propio sistema sanitario, pues los costes y la necesidad de personal para la intervención son sensiblemente menores que los requeridos para una cirugía. “Es más rápida, hacen falta menos profesionales para realizarla, hay menos ingresos, reduces la lista de espera y también las complicaciones”, apuntan los especialistas.

Candidatas

Con todo, su definitiva implantación en el hospital vitoriano dependerá de la evidencia acumulada y de su comparación con otra técnica que pronto va a importarse también al hospital, que se vale del calor en lugar del frío para atacar los tumores. Por ahora no hay más pacientes seleccionadas para ser sometidas a una nuevas crioablaciones mamarias en Txagorritxu, pero el comité de tumores del centro, de carácter multidisciplinar, cuenta ya con varias candidatas. Hasta la fecha, media docena de pacientes han sido intervenidas en Donostia con esta técnica, que “pronto” se extenderá también a la red pública vizcaína. “Aquí estamos con ganas”, reconoce Alonso.

“De momento, se está realizando en pacientes con esas contraindicaciones quirúrgicas, que son por distintos motivos, y de forma paliativa, como alternativa al tratamiento estándar, el que está respaldado por toda la evidencia científica. Son mujeres muy mayores, con comorbilidad, con obesidad, con riesgo cardiovascular, con riesgo anestésico. Pero es bastante prometedor, porque se abre la posibilidad de que, a futuro, incluso se pueda plantear que no haya que operar a muchas más personas”, asegura la especialista.

No en vano, hay estudios que ya han comenzado a extender la técnica también a pacientes candidatas a cirugía, comparando sus efectos con la intervención quirúrgica al uso, para analizar la posibilidad de incluso poder evitarla a futuro.

“Si los estudios dan resultados buenos en cuanto a control local se abrirá la puerta a evitar la cirugía en muchos casos, con el beneficio que eso aporta a las pacientes”, apunta, en este mismo sentido, Enciso.