La txaranga rojilla entona el Aldapan gora y, obedientes, las huestes navarras enfilan cuesta arriba hacia el casco antiguo vitoriano, donde por tercer y último día el Mercado Medieval ha llenado este domingo de color el corazón de la capital alavesa. Nada más salvar las escaleras de San Miguel, los visitantes saltan unos cuantos siglos atrás. En esta ocasión las luchas banderizas se acotan al terreno de juego de Mendizorroza y, así, en la plaza del Machete, potean juntos osasunistas y albiazules al son de la música celta.

Un día más el sol calienta con fuerza y la almendra está a rebosar de público llegado no solo de Navarra, sino de todos los confines del mundo.

“Ha venido gente de Bélgica, de Inglaterra, Argentina, Francia, Rusia, Israel, Alemania, México, Nicaragua... Nos preguntan de todo, si es que son fiestas de Vitoria o a qué viene todo esto”, explica a DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA Maider, encargada junto a sus compañeras en las traseras de Villa Suso de orientar a los visitantes sobre los detalles de un Mercado Medieval que si para los nativos es motivo de diversión, a quien viene de fuera le causa, por encima de todo, mucha curiosidad. “Lo que más damos es folletos, y nos preguntan por los puestos y los espectáculos, a ver cuáles son más interesantes, o para niños”, apunta la joven.

"Nos preguntan de todo, si es que son fiestas de Vitoria o a qué viene todo esto"

Horchata y buñuelos de calabaza

De fuera, pero no tanto, ha venido Carlos, vendedor valenciano de horchata y buñuelos de calabaza que, según sube la temperatura va sirviendo cada vez más néctar de la chufa, lejos en todo caso de las cantidades de cerveza que se dispensan en la plaza del Machete. “No nos podemos quejar, siempre nos tratais bastante bien por esta zona, estamos muy a gusto”, señala.

Carlos era un habitual del Mercado Medieval de la capital alavesa hasta que la pandemia lo trastocó todo. Este año tocaba volver. “Hemos venido con ganas”, explica el comerciante, quien matiza que la horchata “es un producto muy de costumbres y no tiene tanta salida como en otros lugares, pero el que la prueba repite”.

“La horchata es un producto muy de costumbres y no tiene tanta salida como en otros lugares, pero el que la prueba repite"

Aladino y los juglares

Mientras niñas y niños disfrutan del cuento de Aladino en el Machete, y los locos juglares hacen números de malabares individualizados para los menores, sus progenitores van buscando la sombra, por ejemplo, junto al carrusel a manivela que, al lado del Farolón, proporciona una diversión segura y tranquila a los más pequeños, que han contado este domingo con un nutrido programa de eventos entre los que elegir. Títeres, juegos medievales o hípica celta en la plaza Martín Ttipia; música y circo en la Burullería, acrobacias en Santa María y exposiciones de armas y talleres de oficios antiguos en el jardín de Echanove.

“Os Torturamos gratis”

A las puertas de Falerina, una mujer buscaba incautos. “¡Os torturamos gratis!”, “¡Poneos a la sombra, no se tortura antes de tiempo!”, “¡Lo mejor en tortura medieval, descubra la Edad Media de verdad!”, clama la mujer, que logra su objetivo atrayendo a un par de docenas de morbosos paseantes.

“¡Lo mejor en tortura medieval, descubra la Edad Media de verdad!”

En el jardín, ya más en serio, más o menos, llega el momento de la divulgación histórica. Cómo la Inquisición “tampoco mató tanto”, referencias al famoso Proceso de Logroño contra las brujas de Zugarramurdi de 1610, y datos curiosos. Por ejemplo, que la mayoría de las condenas registradas lo fueron por blasfemia, seguidas por los procesos a mahometanos, y en tercer lugar estaban “luteranos, sodomitas y cosas parecidas”. Y tras las explicaciones jocosas, una constatación que llama a reflexionar. Algunos de los instrumentos de tortura expuestos en Falerina se siguen utilizando hoy en día, entre otras cosas para retener y humillar a los esclavos del siglo XXI.

Instrumentos de tortura

Algunos de los instrumentos de tortura expuestos en Falerina se siguen utilizando hoy en día, entre otras cosas para retener y humillar a los esclavos del siglo XXI

Esa ha sido la única nota triste de una jornada colorida, bulliciosa y tan nutrida de público como la del sábado. Este domingo, incluso, se ve más movimiento en los puestos, más compras, después de que un día antes vitorianos y visitantes dedicaran la jornada a ojear en busca de un capricho que haga las veces de recuerdo de este viaje al pasado de la capital alavesa, ayer y hoy un cruce de caminos donde se encuentra gente de todo el mundo.