El año 2001 supuso el estreno de Gorka Ortiz de Urbina como Celedón y muchos son los aspectos que han cambiado en estos 22 años, tanto en las Fiestas de Vitoria-Gasteiz como en la propia sociedad. Imaginarse unos festejos como eran entonces queda en manos de la memoria o de la hemeroteca, y tanto a una como a la otra ha recurrido DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para realizar un compendio de todo lo que ha cambiado a lo largo de estas poco más de dos décadas.
La foto de la bajada nos deja una imagen igual a la de entonces, pero muy diferente si se analiza al detalle. Sin ir más lejos, el propio escenario ha variado por completo, aunque la marabunta no permita contemplarlo la tarde del 4 de agosto. Porque, aunque ya nadie se acuerde, la plaza de entonces en nada se parece a la actual desde la desaparición de los jardines y la aparición de la configuración actual con un espacio diáfano en el que solo destaca el monumento a la Batalla de Vitoria.
Desde la lejanía, las seis de la tarde del día 4 también era el momento de la aparición de una gran nube de humo en la plaza provocada por los millares de puros que se encendían con el txupinazo y que también prácticamente han desaparecido. Lo mismo que las botellas de cristal y los vasos, ahora prohibidos por los múltiples cortes que provocaban.
Ese momento que desencadena la fiesta, el del txupinazo, también ha variado en su ejecución de manera considerable. Y es que si durante muchos años fue el alcalde el encargado de prender el cohete y posteriormente delegó en los distintos grupos políticos del Ayuntamiento –la polémica en 2002 fue total al impedir Alfonso Alonso lanzar el cohete a Batasuna, que realizó su propio txupinazo–, en la actualidad son estos los que eligen a los encargados de hacer estallar la fiesta, que en este caso será el Alavés representado por su afición y sus equipos masculino y femenino.
Una vez que el muñeco se transforma en carne y hueso, el paseíllo de Gorka Ortiz de Urbina recorriendo la plaza también ha variado de manera considerable desde 2001. Entonces eran voluntarios de la Policía Local quienes le abrían paso, pero las agresiones que sufrían –el inicio de siglo era especialmente tenso las tardes del 4 de agosto– condujeron a que en 2007 fuese un grupo de blusas el que acompañase a Celedón, mucho más respetado a su paso en los últimos años.
Pero si algo ha cambiado, y nada tiene que ver con las fiestas en sí, es el uso de los móviles en plena bajada para inmortalizar el momento y compartirlo en las redes sociales, cuando no hacer un directo para los seguidores. Los teléfonos eran por entonces un rara avis que no muchos tenían y no iban mucho más allá de las llamadas y los mensajes de texto, pero ahora es inimaginable vivir una bajada de Celedón o unas Fiestas de Vitoria sin nuevas tecnologías.
Más mujeres
Tras la figura de Celedón, el protagonismo de las fiestas siempre ha recaído en blusas y neskas, pero la multiplicación, sobre todo de las chicas, ha conducido a prácticamente duplicar su cifra en poco más de dos décadas. De en torno a tres mil que había por aquel entonces, a los alrededor de siete mil que durante estos días tomarán las calles. Y con una presencia de las mujeres claramente creciente. En 2001 se produjo el último intento de sacar adelante una cuadrilla exclusivamente femenina (Piztiak), pero esa intentona fallida ha dado paso a una integración cada vez mayor de las chicas, tanto en las cuadrillas tradicionales como en las nuevas que se han ido creando hasta alcanzar la treintena actual. Tanto en así que en algunos casos el número de mujeres y hombres en los grupos es prácticamente igualitario. Pero no solo en lo cuantitativo, sino que en lo cualitativo, como toda la sociedad, la perspectiva de género y el respeto a todos los colectivos han experimentado una evolución muy significativa en los últimos años.
También ha cambiado un paseíllo que por aquel entonces tenía como destino la plaza de toros para asistir a las hoy desaparecidas corridas y que hoy ni siquiera desemboca en el Iradier Arena, que tampoco existía entonces como tal. Se mantiene todo el colorido –aunque las cuadrillas procesionan divididas entre las de la Comisión y la Federación, que tampoco existía en 2001–, pero la fiesta también se vive con un mayor respeto a los espectadores, con medidas como la desaparición del repertorio de canciones que puedan resultar ofensivas. De la misma manera, el histórico día del guarro del 9 de agosto, que dejaba a los asistentes y las calles llenos de mugre –el lanzamiento de harina era gran protagonista–, forman parte de la hemeroteca.
Y aunque la fiesta sigue teniendo el centro como escenario, algunas zonas han variado. La calle San Prudencio era hasta hace no tanto epicentro de quienes querían alargar la noche con sus muchos locales hosteleros enfocados directamente a los más noctámbulos y que en su mayoría se dedican ahora a servir comidas y cenas. Mientras que el recinto de las txosnas, que entonces estaba entre la Catedral Nueva y Marianistas, se encuentra ahora en el campus universitario.
Y en 2024... ¿qué?
Gorka Ortiz de Urbina se marcó el límite en completar las mismas 21 bajadas de Celedón que cumplimentó Iñaki Landa en su etapa encarnando al personaje, una menos de las que completó el pionero José Luis Isasi, y el de mañana será su último trayecto a través de la marabunta que llenará la Plaza de la Virgen Blanca a las 18.00 horas. Y a partir de ahora, ¿qué? La Comisión de Blusas y Neskas ha elaborado un detallado documento que aborda cómo se va a proceder a la elección de Celedón a partir de ahora, una figura que se pretende que sea accesible a todos los blusas y neskas de las cuadrillas que componen la Comisión. La novedad más destacada es que, a partir de ahora, la duración del cargo se extenderá durante cinco años –hasta ahora no había un período detallado– y la principal exigencia es el conocimiento y la capacidad de expresarse en público e euskera. De la misma manera, se abre la puerta a que la figura de Celedón, que se mantendrá invariable, sea representada por una mujer.