La reciente publicación en la prestigiosa revista Science de un artículo sobre farmacontaminación firmado por Gorka Orive y Unax Lertxundi es solo uno de los últimos ejemplos del potencial que un territorio relativamente pequeño como Álava, de poco más de 330.000 habitantes, tiene en el ámbito de la investigación en salud y biotecnología.

Porque con nombres propios como los de estos dos científicos, ligados respectivamente a la UPV/EHU y a la Red de Salud Mental (RSM) de Araba, y con organizaciones como Bioaraba, BTI, el Centro Lascaray o Tecnalia, la provincia puede seguir presumiendo de un cartel de primer orden en el Estado y de ser referente en varias especialidades incluso a nivel internacional. La apuesta institucional y privada por fomentar la I+D+i a pesar de unos años recientes de sucesivas crisis y de incertidumbre global explica esta feliz realidad.

En el ámbito público, el ya citado Instituto de Investigación Bioaraba constituye la punta de lanza de esta actividad en el territorio. La entidad, que aprovecha las sinergias de las Organizaciones Sanitarias Integradas (OSI) Araba y Rioja Alavesa, así como de la RSM y la propia Universidad Pública Vasca, cuenta ya en sus filas con más de 400 profesionales adscritos, distribuidos en siete áreas científicas de referencia, que a su vez se dividen en 45 grupos distintos.

La investigación de excelencia en áreas como la Salud Mental, las enfermedades cardiovasculares o los trastornos del sueño viene llevándose a cabo desde hace ya muchos años en el ámbito público local, pero la constitución de Bioraba en el año 2017 como ente aglutinador de toda la actividad que se realizaba en las citadas organizaciones permitió dar un gran paso adelante a partir de entonces. Según la última memoria publicada por la entidad, Bioaraba contabilizó a lo largo del ejercicio 2020 –el del estallido de la pandemia– un total de 100 proyectos activos, a los que se sumaron 52 estudios clínicos específicos sobre el SARS-CoV 2 y el covid.

Además, sus profesionales generaron 214 publicaciones científicas, algunas de las cuales se colaron entre las páginas de revistas de impacto mundial como Lancet o New England Journal of Medicine, lo que pone de relieve la creciente proyección de una entidad todavía joven y con margen para crecer. El hito logrado la semana pasada por Orive y Lertxundi, que también forman parte de Bioaraba, divulgando sus investigaciones sobre farmacia sostenible en una revista que apenas acepta el 7% de los trabajos que recibe ha supuesto otro éxito con pocos precedentes.

Tras sucesivas reestructuraciones, Bioraba tiene en la actualidad como áreas de referencia la de Cardiovascular, Respiratoria y Metabólica; la de Desarrollo Farmacéutico, Enfermedades infecciosas, Inflamatorias e Inmunomediadas; la de Nuevos Desarrollos en Salud; la de Diagnóstica y Terapéutica Oncológica; la de Neurociencias; la de Prevención, Promoción y Cuidados en Salud; y, por último, la de Reproducción y Salud Materno-Infantil. Trasladar el conocimiento científico generado en sus recursos y laboratorios a la práctica médica asistencial para mejorar la salud de la población, asociándose también con otras entidades de I+D+i y el tejido empresarial en la promoción de una investigación multidisciplinar, son los objetivos fundamentales de la entidad.

Saltando al ámbito privado, el nombre de Álava continúa indisolublemente unido al de BTI Biotechnology Institute, la entidad capitaneada por el doctor Eduardo Anitua. Las últimas noticias también han vuelto a sonreír a BTI, que tiene en la medicina regenerativa y en la implantología oral sus dos áreas principales de trabajo. No en vano, el informe anual difundido hace dos semanas por la Asociación española de Bioempresas (AseBio) situó a la firma gasteiztarra por séptimo año consecutivo a la cabeza del ranking estatal de producción científica, después de firmar durante el pasado 2021 un total de 31 publicaciones en revistas de impacto.

“Reconocimiento”

“Situarnos un año más a la cabeza de la producción científica es un reconocimiento a la labor de investigación y desarrollo que llevamos realizando desde hace más de 20 años”, celebró Anitua tras conocer el nuevo éxito de su compañía, que cuenta con más de 350 trabajadores. Desde su fundación, BTI reinvierte el 100% de sus beneficios en I+D+i para seguir generando conocimiento científico y con la meta final de desarrollar herramientas terapéuticas para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

De vuelta a la iniciativa pública, tampoco puede olvidarse la labor que en el ámbito local desarrolla el Centro de Investigación Lucio Lascaray de la UPV/EHU, enclavado en un campus circunscrito principalmente a las Humanidades.

Con trece grupos de investigación estables ya constituidos, en Lucio Lascaray se abordan líneas estratégicas de conocimiento como el Desarrollo Farmacéutico, las Ciencias Forenses, la Seguridad y Calidad Alimentaria, la Microbiología Molecular, Parasitología e Inmunoalergia, la Nutrición, la Fisiopatología cardíaca, la Prevención del Envejecimiento –enfermedades neurodegenerativas y terapia celular avanzada–, o la Biodiversidad.