n un año de incertidumbre, de dolor por tantas personas a las que hemos tenido que despedir y de preocupación por la situación sanitaria, una de nuestras mayores celebraciones ha quedado suspendida. Este año no toca. La ciudad sin fiestas va a ser otro de tantos momentos que quedarán grabados en nuestras vidas. Hagamos que el recuerdo no sea negativo. Hagamos que represente el compromiso de toda una ciudad con un bien tan indispensable como la salud.
Todas y todos acumulamos vivencias que nos demuestran que no hay mayor tesoro que la salud. Este año, más que nunca, el deseo colectivo de que estemos bien preside nuestros encuentros. Ese mismo anhelo nos ha llevado a cambiar radicalmente muchos hábitos, dando ejemplo de que cuando se atiende a los consejos sanitarios y se cumple con las medidas preventivas, toda la sociedad gana el desafío que se nos ha planteado.
Sin salud no hay alegría. Esa misma alegría que, año tras año, ha caracterizado cada momento de las fiestas de Vitoria-Gasteiz. Alegría a la que este año no podemos renunciar, pero que tendrá un color y sonido diferentes.
Sin salud no hay fuerza. Nuestra mayor demostración de fuerza reside en actos tan sencillos como usar la mascarilla, respetar la distancia física, evitar concentraciones y lavarnos las manos frecuentemente. Unidas y unidos en estos actos somos realmente fuertes.
Sin salud no hay futuro. Pensando en el futuro, en esos días en que podremos celebrar lo que no es posible este año, cuando podamos dar por felizmente superada esta lucha contra la covid-19, ahora toca ser responsables, vigilantes, solidarios. Toca hacer un ejercicio de civismo con mayúsculas. Hagámoslo pensando en ese 4 de agosto de 2021 en el que, entonces sí, volverá a bajar la alegría del cielo.
El autor es el alcalde de Vitoria-Gasteiz