Una de las escenas más emblemáticas de la película de los Monty Python La vida de Brian es aquella en la que se pelean en un anfiteatro integrantes de los grupúsculos antirromanos Frente Popular de Judea, Frente Judaico Popular y Unión Popular de Judea; en una hilarante secuencia que ironiza con la división de la izquierda en la vida real en escisiones casi imposibles de distinguir.

Este síndrome de la Vida de Brian es el que ha sobrevolado desde su arranque a Sumar, la plataforma que lidera Yolanda Díaz y que finalmente ha integrado a un total de 15 partidos de la izquierda, todos ellos con sus especifidades pero, al fin y al cabo, con unos principios casi idénticos que los colocan a la izquierda del PSOE.

Díaz, con la unidad lograda in extremis para el 23 de julio, trata de superar ahora este síndrome y de cohesionar a la sopa de siglas mediante mensajes vertebradores en la campaña, pero le sigue pesando la mala gestión de la negociación entre Sumar y Podemos, que ha llevado a la desesperación y al desencanto a un buen número de votantes de este espacio.

El propio Iñigo Errejón, líder de Más País y ahora uno de los rostros con más fuerza en Sumar, lo advirtió hace años en el contexto de la alianza que sellaron Podemos e Izquierda Unida: “En política 1+1 no siempre son 2”. Esta reflexión puede aplicarse ahora a esta nueva suma de la izquierda española, que a tenor de las encuestas no parece que vaya a conllevar un efecto multiplicador en el electorado. Quizás todo lo contrario.

Y es que la mayor parte de los barómetros electorales apuntan a que el mejor escenario para la nueva coalición de la izquierda es un resultado similar a los 35 diputados que obtuvo Unidas Podemos en las generales de noviembre de 2019. El resultado podría ser incluso peor según otros sondeos que apuntan a que el apoyo de la izquierda se aglutine en el PSOE por el voto útil. 

El fantasma de Pablo Iglesias e Irene Montero ha perseguido a la plataforma en su arranque. EP

Lo que es evidente es que las broncas internas han lastrado desde el inicio el proyecto de Yolanda Díaz, que se presentó en abril en el acto de Magariños sin la presencia de un Podemos que exigía un acuerdo previo antes de su adhesión a la plataforma, así como la convocatoria de unas primarias.

Díaz no aceptó la exigencia y optó por seguir adelante sin los morados, a la espera de lo que ocurriera en los comicios de mayo. Fue la convocatoria precipitada de generales por parte de Pedro Sánchez lo que forzó la unidad entre Podemos y Sumar, casi a regañadientes. 

Es, por tanto, una unidad un tanto artificial, ya que los de Ione Belarra denunciaron además durante el proceso de negociación de las listas un veto a Irene Montero por parte de la vicepresidenta segunda, lo que se ha convertido en una patata caliente por la que los diferentes partidos de Sumar se vienen atizando entre ellos en las últimas semanas.

Más allá de la ministra de Igualdad, otros rostros conocidos de Podemos en el Congreso como Pablo Echenique o Rafa Mayoral no van a estar en las listas de Sumar, lo que amenaza con desmovilizar a los simpatizantes morados, más si cabe con un Pablo Iglesias que no duda en atacar desde sus espacios mediáticos a la líder de Sumar.

Entre la abstención y el PSOE

Muchos de quienes votaban a Podemos pero están desencantados con Sumar amenazan con pasarse a la abstención, mientras que algunos otros irán al PSOE, partido con el que hay vasos comunicantes a tenor de las encuestas y que puede ser visto como el voto útil de la izquierda en una tesitura en la que se impone el marco de la pugna a dos entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.

Ese es uno de los principales hándicaps de una Díaz que, con respecto a la campaña electoral en marcha, está viendo cómo le cuesta colar en los medios y en el debate público sus mensajes y propuestas. Y la que más eco ha tenido ha sido por las críticas que ha generado. Se trata de la llamativa herencia universal que propone la plataformay que consiste en que el Estado abone 20.000 euros a cada ciudadano al cumplir los 18 años, sin tener en cuenta el nivel de renta.

En cualquier caso, en la plataforma confían en el tirón de su líder, que como vicepresidenta y ministra de Trabajo acumula algunos éxitos durante la legislatura y es la candidata más valorada por la ciudadanía. Para remontar los vaticinios se ha rodeado de personas de su confianza y ha rescatado a dirigentes de la izquierda que se habían quedado por el camino en los últimos años, como Ernest Urtasun o Pablo Bustinduy.

Además, introduce nuevos rostros en la política, como la joven escritora Elizabeth Duval que, como responsable de feminismos y LGTBI+ de la plataforma, tratará de pasar página de la polémica con Irene Montero.

El 23-J dirá si Sumar cumple su objetivo de revalidar el Gobierno de coalición o si, por el contrario, pasará a la oposición. También está por ver si el grupo parlamentario que conforme se vuelve a contagiar del síndrome de la Vida de Brian y cada Frente de Judea se va por su lado, o si el bloque se mantiene unido en la legislatura.