Nuevos vientos soplan sobre Europa. La indiferencia y apatía de gran parte de la ciudadanía europea contrasta con el nerviosismo que se palpa entre la clase política y los analistas de Bruselas, los cuales no paran de avisar que las elecciones de este domingo pueden suponer un hito en la historia del europeísmo moderno. El “brusco giro” a la derecha, como se viene bautizando el previsible gran aumento de fuerza de los partidos radical populistas de derechas, puede suponer un cambio de rumbo de las políticas europeas del futuro.
Una nueva Europa puede nacer a partir de este 9 de junio. Como cada cinco años, casi 450 millones de europeos están llamados a las urnas, en la segunda mayor convocatoria electoral democrática del mundo, solo por detrás de la India. En ella se elegirán 720 representantes, de los cuales a cada país miembro corresponde un determinado número en función de los habitantes que posea, todos los cuales conformarán el Parlamento europeo, la única institución de la Unión Europea que se conforma por libre elección de sus ciudadanos. Un parlamento que sufrirá significativos cambios si las predicciones y encuestas que manejan los expertos aciertan. Una asamblea legislativa, en definitiva, que elegirá a la comisión que regirá los designios de Europa los próximos 5 años.
El principal titular que se espera para la noche de este domingo es el del ascenso de las fuerzas radical-populistas de derecha en todo el continente. Las dos coaliciones que agrupan a estos partidos y movimientos en la Eurocámara, Identidad y Democracia, por una parte, y Conservadores y reformistas europeos, por otro, según las previsiones, incrementarán enormemente sus anteriores resultados, y en el caso de Identidad y Democracia, se espera que se convierta en la tercera fuerza del Parlamento Europeo, por detrás solamente de socialdemócratas y conservadores, superando, por primera vez, tanto a liberales, como a verdes. Un auténtico terremoto que cambiará drásticamente la configuración y la correlación de fuerzas en Bruselas.
Pero no solo los resultados globales de las distintas coaliciones de ultraderecha marcarán un hito. Los resultados en determinados países pueden también suponer un punto y aparte en la política nacional de varios estados europeos. Dentro de la coalición Identidad y Democracia, Jordan Bardella, el delfín de Marine Le Pen, puede convertirse en el más votado en Francia. Lo mismo se espera del FPO en Austria, del partido radical populista de Eslovaquia y de los flamencos del Vlaams Belang, en Bélgica. Alternativa por Alemania, expulsado de la coalición por las recientes declaraciones de su líder Maximillian Krah, expresando que no todos los miembros de la SS eran criminales de guerra, prevé superar a los socialdemócratas y convertirse en la segunda fuerza en Alemania estas elecciones.
La otra coalición de ultraderecha, el grupo de los Conservadores y reformistas europeos, también espera un gran resultado, sobre todo gracias a su primera espada, Giorgia Meloni, que no ha dudado en presentarse en Europa para reforzar su apoyo en Italia ganando estas elecciones probablemente con claridad. Sus socios polacos del partido Ley y Justicia, esperan también mejorar resultados tras el varapalo sufrido en las elecciones nacionales del año pasado, y habrá que ver el resultado de Vox, otro de los miembros de la coalición.
Parece claro que el ascenso de la ultraderecha europea será muy grande y pocos dudan de que, a pesar de las desavenencias entre las dos coaliciones en temas como la guerra de Ucrania o la OTAN, serán capaces de llegar a acuerdos entre ambas, y no solo entre ambas. Con toda probabilidad los acuerdos alcanzarán a otras formaciones de su espectro político, como el Fidesz de Viktor Orban o la expulsada Alternativa por Alemania, ejerciendo de esta manera una gran presión en las políticas europeas, lo que muy posiblemente implique un cambio de rumbo en ellas.
Cambio de rumbo en la UE
¿En qué consistirá este cambio de rumbo de la Unión Europea? Probablemente sean tres los grandes temas en los que la derecha radical europea tratará de imponer su punto de vista y, si las previsiones electorales se cumplen, será muy difícil que no logren sus objetivos. En todo caso, si esta derecha no fuera capaz de imponer sus metas a un consejo europeo dominado por socialdemócratas y conservadores, difícil parece también que estas sean capaces de eludir la presión de la ultraderecha. Se espera que Identidad y democracia, pueda llegar a los 100 representantes en el parlamento.
El primer blanco sin duda serán las políticas migratorias, el tema estrella de la ultraderecha europea, y su caballo de batalla las últimas décadas, sobre todo en países como Alemania o Francia, aunque también cada vez más influyente en los países escandinavos, e incluso en Irlanda, donde el problema migratorio empieza a suscitar también movimientos xenófobos y anti-inmigración. El endurecimiento de las fronteras, y las trabas a la libre circulación, incluso de ciudadanos de países miembro, serán el tema estrella del nuevo parlamento a partir del 9 de junio.
La última nueva baza de los populistas de derecha, el anti-ecologismo, será otro de los pilares fundamentales de las políticas sobre las que harán presión. Las recientes protestas de los agricultores en toda Europa han sido monopolizadas por la ultraderecha, que ha sabido rentabilizar las quejas del campo por las políticas verdes de Europa. En Alemania, los intentos de transición energética del gobierno Scholz en unión con los verdes ha generado un malestar que Alternativa para Alemania ha sabido capitalizar. Es más, Los Verdes se han convertido en el principal objetivo de la ultraderecha alemana.
La oposición a la agenda climática, a las nuevas energías, y el retorno al carbón o la apuesta de nuevo por la energía nuclear, pueden ser uno de los grandes cambios que pueden darse en una Europa escorada hacia la derecha radical. Un anti-ecologismo que está dando buenos resultados electorales en el norte de Europa, y que en el Parlamento Europeo, de donde emanan la mayoría de leyes en estos temas para todos los países miembros, puede convertirse en uno de los pilares de la nueva política europea.
El otro tema clave será la cuestión ucraniana y el tema de la seguridad europea. Líderes como Le Pen u Orban no pierden oportunidad de lanzar loas a Vladímir Putin y criticar el apoyo europeo a Volodimir Zelenski, abogando en ocasiones claramente por imponer un acuerdo entre ucranianos y rusos para poner fin a la guerra. El tema ucraniano puede suscitar también roces entre los propios miembros de los partidos radicales, ya que Meloni y los polacos de Ley y Justicia apuestan claramente por la OTAN y por unir fuerzas contra Putin. Algo que choca con la clara simpatía hacia Putin de otros partidos.
Relacionado con el tema de Ucrania está la cuestión de la militarización de Europa. Con un Trump que parece tener pie y medio en la Casa Blanca, si la justicia no lo impide, claramente decidido a dejar a un lado a la OTAN y a su histórico aliado europeo en favor de un acercamiento a Rusia, habrá que ver cuál es el posicionamiento respecto a un fortalecimiento de la estrategia de defensa europea. Países como Polonia, Alemania o los escandinavos están reforzando sus ejércitos a marchas forzadas, aumentando contingentes y modernizando su arsenal.
A parte de estos tres grandes temas, que sin duda serán afectados por el nuevo equilibrio de poder en el Parlamento, otras políticas claves de la Unión Europea también se verán afectadas por los resultados. Entre estas se encuentran las políticas de igualdad, y los derechos de los colectivos LGTBI+, uno de los blancos favoritos de los partidos de ultraderecha. Tampoco debemos olvidar el debilitamiento de las instituciones propias de la Unión Europea, ya que muchos de estos partidos son claramente euroescépticos, y pueden aprovechar su capacidad de presión para frenar determinadas políticas o debilitar mecanismos, leyes e incluso instituciones propias de la UE.
La influencia
Pero quizás el mayor peligro no parta directamente de los propios partidos de ultraderecha, sino de su capacidad de influir en las otras coaliciones del Parlamento. El que estos grupos tengan tantos representantes, significará que su apoyo será necesario incluso para reelegir a Úrsula Von der Leyen de nuevo como presidenta de la comisión. Como se ha visto a lo largo de toda Europa, el cinturón sanitario ha desaparecido en el momento en el que las fuerzas tradicionales han necesitado el apoyo de la ultraderecha. Algo que incluso se ha visto en la propia Unión, con el endurecimiento de las políticas migratorias por parte de los bloques tradicionales ante el aumento de apoyo del mensaje de ultraderecha.
Una nueva Europa por tanto puede nacer de las urnas de este domingo. Un hito en la historia del europeísmo, que paradójicamente para algunos expertos, puede conducir al fin de la Unión Europea, o a la traición a los grandes ideales democráticos e integradores que históricamente conformaron el proyecto europeo. Un cambio que influirá en la ciudadanía, ya que de Europa emanan casi la mitad de las leyes que forman parte del ordenamiento jurídico de los estados miembros. Un cambio histórico que, de producirse, se hará efectivo gracias a la apatía y la indiferencia de la mayoría de la ciudadanía de la Unión, que sin duda, será la que más sufra los nuevos vientos que soplan sobre Europa.