La actualidad vasca va a estar marcada durante los próximos meses por los procesos de renovación de las principales organizaciones políticas. PNV y EH Bildu han puesto en marcha sus respectivos congresos para actualizar estrategias y estructuras organizativas. Mientras los jeltzales acaban de arrancar con la primera vuelta de las direcciones territoriales, EH Bildu ha activado el debate de su ponencia política y organizativa, presentada la pasada semana por Arnaldo Otegi. Este es el primer dato a tener en cuenta del proceso de EH Bildu, la apuesta por la continuidad en el liderazgo de la organización. Hace tiempo que el coordinador general confirmó su intención de prolongar el mandato hasta 2029, cuando cumplirá 71 años. Es una decisión coherente con el balance triunfalista que hace el propio Otegi de la historia de EH Bildu, una “operación de éxito”, según sus propias palabras, que ha servido para transitar del período político-militar a la plena integración democrática con una notable cosecha electoral que ha sabido hace valer en Madrid, antaño plaza autoprohibida, para avanzar en el cierre de la agenda penitenciaria, con todo lo que eso significa internamente para la izquierda abertzale. El congreso va a servir para confirmar a EH Bildu como el “sujeto único” de lo que hasta ahora ha sido una coalición. Es decir, un partido al uso que asumirá las grandes decisiones y que incluso establece la eliminación del sistema de cuotas entre los partidos como procedimiento para la elaboración de las listas electorales. Esta emancipación respecto de las siglas que forman la coalición, viene acompañada de un ejercicio de posibilismo político que asume el gradualismo como estrategia para una independencia “que no llegara mañana” y el marco jurídico existente, desde la aceptación de los distintos ámbitos de decisión en los que se divide Euskal Herria. En el fondo, una estrategia soberanista parecida a la que han venido desarrollando otras fuerzas abertzales desde el comienzo de la democracia y que la izquierda abertzale hace suya ahora, como si se tratara de un eslabón coherente con el conjunto de su recorrido histórico, esquivando la revisión crítica del pasado, cuando apostó por el todo o nada con el sostén de la violencia. Cuesta encontrar el rastro de todo aquello en la ponencia, como si el contador se hubiera puesto a cero justo en el momento en el que llegó la paz y nació Bildu.