El informe Estado de la Educación LGTBI+ 2024 aporta una estadística alarmante en cuanto a las actitudes de acoso y agresión que sufre el colectivo en las edades tempranas y la adolescencia en el Estado español. La educación en el respeto a la diversidad de todo tipo –cultural, étnica, religiosa,...– sigue padeciendo carencias que se visibilizan con facilidad en el caso de la sexual. Casi uno de cada cuatro menores y jóvenes del colectivo LGTBI+ admiten haber sufrido alguna forma de acoso o acto de odio en su etapa escolar. Una cifra que se antoja incluso corta en atención a las encuestas que apuntan a que cerca del 30% del conjunto de la población escolar sostiene haber sufrido alguna forma de bullying en algún momento de su etapa formativa aunque sería en torno al 11% el que lo ha padecido de un modo más explícito o reiterado. En el caso concreto del colectivo en el que se centra el informe, es la condición sexual el detonante que da lugar a de prácticas de acoso, discriminación, ciberbullying e incluso violencia por parte de compañeras y compañeros del centro escolar. En dos terceras partes de los casos, los centros escolares no han intervenido, lo que puede ser un problema endémico de medios, procedimientos o falta de compromiso –cerca de la mitad de los estudiantes admiten que no intervienen cuando otro compañero sufre acoso– que se extiende a situaciones no directamente relacionadas con la diversidad sexual. Pero en estas personas el impacto negativo es también más tangible que en el conjunto de los menores en edad educativa puesto que la media de abandono escolar temprano, que alcanza el 13% en el conjunto de estudiantes, se eleva casi al 19% en el colectivo LGTBI+. Faltan medidas formativas no solo en educación sexual –acosada judicialmente con recursos contra programas oficiales e iniciativas particulares– sino en respeto a la diversidad. El incremento de la fobia admitida por las y, sobre todo, los menores contra colectivos minorizados y en concreto contra la diversidad sexual no puede desligarse del peso que las ideologías de odio, la estigmatización y la difusión de estereotipos en los mecanismos de comunicación más influyentes entre ellos. Está por consolidar la sanción social hacia esas actitudes como lo viene estando pendiente en otros casos de intolerancia, abuso o violencia en el pasado y el presente.