Los frágiles cimientos del sistema autonómico artificialmente creado durante la transición en el Estado español como precaria solución a las legítimas e históricas demandas de recuperación de soberanía por parte de Euskal Herria y Catalunya vuelven a tambalearse ante el acuerdo para establecer un sistema de financiación calificado de “singular” para el territorio catalán. En el contexto actual, casi 46 años después, resurgen las tensiones regionales ante lo que, tanto a derecha como a izquierda, se consideran de manera injusta y manipulada privilegios insolidarios. El acuerdo alcanzado por el PSOE con ERC para que Catalunya tenga –ahora sí– una financiación adecuada y suficiente en la que la Generalitat pueda recaudar todos sus impuestos y gestionar sus propios recursos mediante un sistema que garantice la contribución solidaria con el resto del Estado ha encontrado escasos aliados y muchos adversarios no solo en la derecha (PP y Vox), algo que podría darse por descontado, sino también en la izquierda y en el propio PSOE que lidera Pedro Sánchez, como pudo comprobarse ayer en el comité federal en el que varios presidentes autonómicos socialistas fueron muy críticos con el sistema planteado. Quizá porque, como subrayó el dirigente castellanomanchego Emiliano García-Page, “nadie ha mostrado” el documento del acuerdo suscrito, lo que deja traslucir que no se ha informado ni explicado lo suficiente, ni siquiera en sus propias filas. En cualquier caso, Sánchez insistió ante sus barones en que todas las comunidades tendrán más financiación, lo que vuelve a remitir al “café para todos” establecido en 1978, y –como novedad– habló de la exigencia de corresponsabilidad de las diferentes autonomías, lo que sí es la clave de todo el entramado autonómico puesto que ha sido precisamente la redistribución fiscal sin esa corresponsabilidad en el sistema simétrico de régimen común –al contrario de lo que sucede en la CAV y Nafarroa– lo que ha llevado a esta situación de dependencia de unas comunidades de otras. La asimetría en la financiación ya existe y la practican las comunidades del PP que rebajan impuestos. La oposición frontal de los populares a lo que denominan “bilateralidad tramposa” no deja de ser otra muestra obsesiva por desgastar a Sánchez con sus tótems sobre la unidad española sin ofrecer alternativas reales para las autonomías.