Reclamar el despliegue de la Armada para impedir la salida de cayucos desde otros países en dirección a las costas españolas es el exabrupto con el que el portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, clarifica el sentido de las palabras de su presidente, Alberto Núñez-Feijóo cuando apela a que la Unión Europea (UE) intervenga ante la “incompetencia manifiesta” y “dejación de funciones” que reprochó a Pedro Sánchez. Cabía la duda de que el presidente del PP estuviera reclamando una política compartida en el seno de la UE en materia de inmigración y cooperación al desarrollo en origen que sustituya a la pura proyección del problema hacia el extrarradio europeo, como sucede ahora. Pero Tellado deja claro que el PP hace suya la postura reiterada de la extrema derecha de Vox, puramente populista, agitadora de la opinión pública y carente de sentido. El despliegue de fuerzas armadas fuera del marco de protección de las propias fronteras sin un mandato de Naciones Unidas viola el derecho internacional y utilizarlas en aguas propias e incluso internacionales para repeler embarcaciones precarias cargadas de personas viola el derecho humanitario y del mar, donde toda embarcación está obligada a ofrecer asistencia. En consecuencia, la intervención de Tellado no es más que otro paso en la asimilación del discurso de la extrema derecha, que en el entorno ha demostrado que refuerza a ésta y debilita las posturas de centro, consenso, integración y convivencia. Un error que han cometido antes partidos de centro derecha de toda Europa y ahora pagan con gobiernos radicales. Ayer mismo, la Conferencia Episcopal reclamaba hacer una “clarísima diferenciación” entre lo que significa inmigración y lo que es la delincuencia. Los obispos califican de demagogia ideológica esa estrategia en una crítica de quienes no son sospechosos de alentar posiciones de izquierda radical, y que debería animar a encarar el asunto sin retórica. No hay estrategia, ni a izquierda ni a derecha, ante un problema con vertientes económicas, sociales y humanitarias. Ni las puertas abiertas garantizan una gestión eficiente y sostenible del flujo humano, ni las alambradas disuaden de huir de la miseria y la muerte. El buenismo y la xenofobia son los extremos que polarizan a la sociedad y ninguno aporta soluciones.