El debate sobre el modelo de Estado sigue adoleciendo de compromiso para encararlo. La iniciativa aprobada por el Parlamento vasco tiene la virtud de centrar y ampliar el calado de la presentada por Elkarrekin Podemos que originalmente se enfocaba a la elección entre república o monarquía. La transaccional aprobada ha permitido sumar a los de sus promotores los votos de PNV y EH Bildu, al añadir que la necesaria reforma de la Constitución española debe recoger el carácter plurinacional del Estado y el consiguiente derecho a decidir de sus pueblos. La representatividad de más de las tres cuartas partes de la Cámara aporta un caudal de legitimidad a la demanda que chocará, una vez más, con los vaivenes de la política estatal y las prioridades de corto plazo que hasta la fecha han impedido encarar uno de los factores de mayor inestabilidad de la convivencia en el Estado. El propio PSOE asumió la plurinacionalidad del Estado en su 39º Congreso federal de 2017, que recibió el aval de la entonces secretaria general del PSE, Idoia Mendia, enmarcando la demanda su reconocimiento como un paso en la dirección del federalismo asimétrico por el que abogaba aquel PSE, del que se desmarca hoy, y en el que se acompañaba del PSC, que añadía dos años más tarde la reclamación del reconocimiento de Catalunya como nación. La llegada de Sánchez al gobierno alimentó el bandazo en el 40º Congreso de 2021 a cambio de la unidad interna. En ese marco se produce la extemporánea valoración del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, que tiró de un manual caduco para desviar la atención. Ni la globalización ni la participación del Estado en la Unión Europea son factores que impidan materializar en texto jurídico una realidad sociopolítica que está en el fondo del problema territorial. La alusión de Bolaños a la participación del Estado en la toma de decisiones en la UE no hace sino recordar el modo en que su gobierno suplanta a quienes disponen de competencias exclusivas y cuyas prioridades acaban orilladas por otras ajenas. Con sistemática indolencia se da portazo al reconocimiento de la realidad plurinacional que el propio PSOE consideraba apuntada en el artículo 2 del texto Constitucional. Augusto Monterroso le recordaría que, cuando más adelante abra los ojos, el dinosaurio aún estará ahí.