Cuando se cumple un lustro de los trágicos sucesos del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils, un nuevo aniversario de los atentados se ha visto ensombrecido por la utilización política tantos de los hechos como de las víctimas. Si bien, la matanza de las Ramblas ha venido viviendo aniversarios marcados por la división política, este 2022 ha transcurrido empañado por un triste final del homenaje protagonizado por los abucheos que reventaron el minuto de silencio acusando al Estado de ocultar una supuesta responsabilidad en la masacre. Si durante los últimos años era ya una triste constante la división de las víctimas y las críticas derivadas por la gestión de los ataques, a este quinto aniversario se ha unido la escenificación de las protestas por la presunta teoría de la conspiración –los atentados tuvieron lugar a pocas semanas del referéndum independentista del 1-O– cuyos adeptos boicotearon el acto incurriendo en una absoluta falta de respeto llegándose a encarar con algunos de los familiares de las 17 víctimas mortales. El apoyo de la suspendida expresidenta del Parlament, Laura Borràs a los concentrados tampoco ayudó ayer a restañar las heridas de la convivencia y a la conmemoración de un recuerdo en la que no pueden caber expresiones de este tipo por no ser ni el lugar ni el momento adecuado para las protestas, vengan de donde vengan. La exigencia de la verdad, irrenunciable para las víctimas, no debiera nunca utilizarse en un momento como el de ayer y en el mismo lugar de los atentados para sacar réditos políticos mediante actos irrespetuosos y que solo añaden tensión y dolor. El apoyo de quienes fueran cargos institucionales añade, además, una irresponsabilidad inexcusable de aquellos que, como servidores públicos, no debieran en ningún caso alentar o apoyar cualquier signo de desavenencia o tensión. Con todo y en primer término, el de ayer era un día de recuerdo para las víctimas y todos aquellos que sufrieron la barbarie de los atentados. Si al abandono, desamparo y la exigencia de reconocimiento y reparación se añade además del gravísimo daño causado, elementos de tensión y el boicot en una fecha como la de ayer, día de los atentados y en un lugar como Las Ramblas, escenario de la masacre, son las víctimas, modélicas, las doblemente heridas en un día doblemente triste como el de ayer en Barcelona. l