as sospechas de que la nueva variante del virus covid-19, denominada ómicron, procedente, al parecer, del sur de África, haya llegado ya a una Europa que en las últimas semanas está sufriendo probablemente la peor ola de contagios desde el inicio de la pandemia está generando una alarma global que deriva en la toma de medidas extraordinarias como el cierre de fronteras mediante la suspensión de vuelos entre ambos continentes. La suma de la nueva variante con el incremento de casos que está poniendo en jaque a países como Alemania -que bate récord tras récord- o República Checa podría generar una tormenta perfecta de efectos imprevisibles. Esta nueva variante -que, además, parece contar con múltiples mutaciones- es aún una incógnita. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado a ómicron como “preocupante” por su alta capacidad de transmisión, aunque aún se desconoce si su peligrosidad es también mayor. La otra gran incógnita, esto es, si las vacunas son eficaces frente a esta variante, tampoco está resulta, aunque diversos científicos consideran que es probable que los preparados sigan siendo eficaces, ya que sí han demostrado efectividad frente a muchas de las mutaciones presentes en ómicron. No conviene, por tanto, generar un alarmismo excesivo que podría resultar contraproducente, aunque sí es necesario, como ha recalcado la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, actuar “con rapidez, decisión y unidad”. El desconocimiento sobre el comportamiento de esta nueva variante ha llevado a un urgente y precipitado cierre de fronteras con el sur de África tanto en Europa como Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel con el objetivo de impedir en la medida de lo posible la llegada del virus, algo que se antoja complicado. Estas medidas pueden ser lógicas pero la comunidad internacional, las autoridades sanitarias y la propia ONU deben asumir que mientras no exista una vacunación masiva en países con escasos recursos como ocurre en África este tipo de variantes continuarán surgiendo una y otra vez y extendiendo el virus de modo global, lo que hará imposible alcanzar la normalidad. Esto supone, además, una amenaza real para la recuperación económica, que se puede ver seriamente afectada, con consecuencias desastrosas a nivel mundial.
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