iRobot, la empresa fabricante de los aspiradores Roomba, ha iniciado junto a varias filiales un proceso voluntario de bancarrota bajo la protección del Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos, en el marco de un acuerdo de reestructuración alcanzado con la compañía china Shenzhen Picea Robotics y Santrum Hong Kong, subsidiaria de esta, para adquirir el 100% de la compañía estadounidense, que dejará de cotizar en el Nasdaq.
iRobot, que seguirá operando con normalidad durante la quiebra y espera completar el proceso para febrero de 2026, considera este acuerdo de reestructuración “un paso crucial” para fortalecer la base financiera de la empresa y posicionarla para el crecimiento a largo plazo.
Según los términos del acuerdo, Picea, principal prestamista y fabricante de iRobot, recibirá el 100% de las acciones de la empresa, lo que permitirá seguir operando, mejorar la estabilidad financiera, reducir la deuda e impulsar la innovación en su cartera de robótica y dispositivos domésticos inteligentes.
Sus acciones dejarán de cotizar
Una vez completada la transacción, iRobot pasará a ser una empresa privada, propiedad al 100% de Picea, y sus acciones dejarán de cotizar en el Nasdaq Stock Market. Asimismo, la compañía prevé que, si el Tribunal del Distrito de Delaware aprueba el plan de bancarrota, los accionistas no recibirán ninguna participación en el capital de la firma reorganizada, por lo que experimentarán una pérdida total y no recuperarán su inversión.
“El anuncio de hoy marca un hito crucial para asegurar el futuro a largo plazo de iRobot”, declaró Gary Cohen, consejero delegado de la compañía.
El fabricante de Roomba, fundado en 1990 y que salió a bolsa en 2005, ya advirtió el pasado mes de marzo de “dudas sustanciales” sobre su capacidad para continuar operando, ante la incertidumbre por la competencia, las condiciones macroeconómicas y los aranceles.
Acuerdo frustrado con Amazon
En enero de 2024, Amazon canceló un acuerdo para la adquisición de iRobot al considerar que la operación no lograría la aprobación de los reguladores de la Unión Europea, que habían advertido de que la compra podría “restringir” la competencia. Tras frustrarse esa operación, iRobot anunció un plan de reestructuración para reforzar su base financiera, que supuso un ajuste de plantilla superior al 50%.