Las dimisiones laborales y bajas voluntarias siguen ganando terreno en el Estado español. Cada día, 7.746 empleados deciden dejar su puesto de trabajo de manera voluntaria. En general, solo en los siete primeros meses de 2024, se registraron 1,65 millones de bajas de afiliación a la Seguridad Social, lo que supone un 2% más que en el mismo periodo de 2023. 

A pesar de ser uno de los países de la Unión Europea con la tasa de desempleo más elevada (11,27%), el número de trabajadores que decide abandonar su empleo ha aumentado un 40% respecto a los niveles previos a la pandemia. Las estadísticas muestran además que el número de dimisiones ha crecido un 78,9% en el conjunto del Estado desde el año 2021. 

Sin embargo, el incremento en la primera mitad de 2024 es inferior al de años anteriores . El mismo periodo en 2022 se saldó con una subida interanual del 54,3%, mientras que en 2023 esa subida fue del 7,8%.

A diferencia de lo que ocurre en otros países, como Estados Unidos, donde este fenómeno ha mostrado síntomas de enfriamiento, en España los datos parecen indicar que este cambio es más que una tendencia temporal, apuntando a una transformación estructural en el mercado de trabajo.

La pregunta que queda es si estamos ante un cambio positivo que fomenta la movilidad laboral en busca de mejores condiciones, o si se trata de un síntoma de inestabilidad en un mercado que todavía lucha por recuperarse plenamente de la crisis provocada por la pandemia.

Influencia de la reforma laboral

La reforma laboral de 2021 también ha jugado un papel clave. Si bien no se puede decir que haya disparado las renuncias, sí ha modificado su composición.

Hace cinco años, el 36,7% de las dimisiones eran de indefinidos y del 61,3% de temporales. En 2024, el 76,7% de las dimisiones provienen de contratos indefinidos, una cifra que ha crecido un 189% respecto a 2019, hasta los 1,06 millones de renuncias, mientras las segundas han descendido un 52%, hasta las 290.531 bajas.

Esto se debe en parte al incremento de este tipo de contratos desde la reforma, lo que ha reducido la temporalidad. En 2024, el 77,9% de los asalariados son indefinidos frente al 61% de 2019. Sin embargo, muchos de los nuevos contratos indefinidos pertenecen a la categoría de fijos discontinuos, un colectivo más favorable a la renuncia.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la intención de renunciar al empleo ha aumentado más entre los trabajadores temporales y los indefinidos fijos discontinuos que entre los indefinidos ordinarios.

No obstante, conseguir un nuevo trabajo con mejores condiciones no es en muchos casos una tarea sencilla. Según los datos, solo el 42% de los renunciantes logró encontrar empleo en un plazo breve. De todos ellos, un 36% vio empeorado su salario, frente al 27% que lo mejoró.

En términos legales, una dimisión no tiene las mismas implicaciones que un despido o un fin de contrato. Según Lefebvre, una dimisión es la manifestación de la voluntad y propósito del empleado de dar por finalizado el contrato que le une con compañía. En ningún caso puedo estar viciada por el error, la intimidación, la violencia o el dolo. El empleado puede dimitir independientemente del tipo de contrato que tenga y sin necesidad de alegar motivo alguno.

Motivos para dimitir

Según un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), la mayoría de las renuncias provienen de trabajadores que llevan poco tiempo en sus empleos. Los empleados temporales, que no se sienten ligados a contratos con fecha de caducidad, son más proclives a dejar su puesto. Sin embargo, el fenómeno también afecta a empleados indefinidos, lo que refleja un cambio en la mentalidad de los trabajadores que ya no consideran un contrato fijo como el objetivo final de su carrera.

La insatisfacción laboral y las dificultades para conciliar la vida personal y profesional están llevando a muchas personas a buscar otro trabajo. Esto se traduce en un incremento de renuncias entre los trabajadores jóvenes, quienes ven más oportunidades en el mercado laboral actual.

Barreras para cambiar de empleo

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Este aumento de las renuncias ha puesto de manifiesto las lagunas en la legislación laboral. Los trabajadores que deciden abandonar su trabajo no tienen derecho a la prestación por desempleo, lo que los deja en una posición vulnerable a pesar de haber cotizado en las mismas condiciones que quienes pierden su trabajo por despido. Esto no solo les excluye de las prestaciones, sino que también los relega a una segunda categoría en el acceso a políticas activas de empleo.

Además, aquellos trabajadores que deciden marcharse de mutuo acuerdo con su empresa reciben una compensación mucho más desfavorable en términos fiscales que una indemnización por despido, algo que algunos expertos, consideran injusto.