La función de los agentes científico-tecnológicos, como Tekniker, es acompañar a las empresas cuando tienen que responder a los retos de la industria inteligente. “¿Y cómo lo hacemos? Mediante el desarrollo y la transferencia tecnológica”, respondió Ana Aranzabe, subdirectora y directora tecnológica del centro. Para ello, el consorcio científico-tecnológico Basque Research & Technology Alliance (BRTA) tiene la misión de impulsar el ecosistema tecnológico vasco a través de dinámicas de cooperación, para situar a Euskadi entre las regiones líderes en innovación en 2030.
“En el BRTA somos 17 centros y 13 de ellos somos los que hemos constituido las capacidades tecnológicas para poder abordar estos retos y estas prioridades que tienen que acometer las empresas”, explicó Aranzabe. “Hemos desarrollado lo que se conoce como la agenda de investigación de industria inteligente. Recogemos todas las capacidades tecnológicas que tenemos y aquellos retos que tenemos que abordar para llegar a esta situación de industria inteligente en 2030”, continuó.
“Hemos desarrollado lo que se conoce como la agenda de investigación de industria inteligente”
La subdirectora y directora tecnológica de Tekniker enumeró cinco retos tecnológicos: que los materiales sean huella cero, es decir, que no impacten en el medio ambiente; que las máquinas sean inteligentes y conectadas; que el proceso de producción sea sostenible; que el producto sea inteligente y el nuevo negocio basado en el dato. Sobre este último punto, Aranzabe sostuvo que “tenemos tantos datos que vamos adquiriendo en estos procesos de fabricación que tenemos unos nuevos modelos de negocio y unos nuevos servicios que tenemos que trabajar”.
Sobre el primer punto, los materiales, explicó que “lo que hay que abordar principalmente en este punto es cómo diseñar todos los materiales y todos los productos basándonos en la sostenibilidad, desde el diseño, que diseñemos ya pensando en que tenemos que reciclar, que tenemos que utilizar materias primas secundarias, que tenemos que trabajar los materiales de forma diferente; ese es el gran reto”.
Otro tema en este punto es la dependencia de ciertos materiales. “En este momento, a nivel europeo, se están estableciendo unas pautas de cuáles son los materiales críticos, los que tenemos escasez para ayudar a sustituir por otros”. En cuanto a las máquinas, el reto es que sean capaces de trabajar de forma autónoma e inteligente, es decir, que sean capaces de tomar decisiones según van variando las características de sus competencias. Aunque siempre con la persona en el centro. “Que se facilite la interacción entre la máquina y la persona”, aseguró Aranzabe.
Y sobre el producto, lo más importante es que tendrá que ser “más inteligente e interactivo”. “Si conseguimos que los productos vayan aprendiendo de lo que están haciendo, el proceso va a mejorar”, concluyó.