La vuelta de las vacaciones es tradicionalmente un momento de conflictividad laboral debido a que los sindicatos recuperan el pulso a sus reivindicaciones y la presión a los empresarios para tratar de conquistarlas. Es lo que se denomina Otoño Caliente, que además tiene como referencia histórica un periodo de luchas obreras y estudiantiles a finales de los años 60 en Italia.
Con unas connotaciones muy diferentes, Siemens Gamesa Renowable Energy (SGRE) tendrá este año su otoño caliente particular. Si los plazos que maneja la compañía se cumplen, en septiembre -como muy tarde en octubre- la compañía vasca será propiedad al 100% de Siemens Energy (SE) y dará el banderazo de salida a una reestructuración que durará en torno a dos años.
No se prevén por tanto grandes novedades antes de diciembre. Si en cambio una intensa actividad en la búsqueda de soluciones al frenazo en la cuenta de resultados, que ha llegado a tocar hueso y poner en riesgo la viabilidad del primer fabricante a nivel mundial de aerogeneradores.
Por lo que ha dejado entrever la multinacional alemana en sus últimos comunicados y durante el encuentro el pasado jueves con la consejera vasca de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, el futuro de Gamesa empezará a escribirse en el preciso momento en el que se materialice la OPA de exclusión bursátil.
Cuando Siemens Energy controle el 33% del capital social de SGRE que cotiza, el semáforo cambiará a verde y arrancará un profundo análisis sobre la estructura de la compañía con sede en Zamudio. Todo ello después de mandar un claro mensaje de puertas afuera, en concreto dirigido a la banca que financia su actividad. La matriz alemana viene a decir: Reforzamos nuestra apuesta por Gamesa porque hay grandes oportunidades de cara al futuro, pero necesitamos que los bancos también crean en nosotros.
No se trata de una llamada de socorro o de una bengala lanzada desde un barco que naufraga. Al contrario, es un gesto que busca disipar las dudas que pueden generar los malos resultados que arrastra la compañía vasca desde finales de 2019.
Las pérdidas de su primer semestre de este año fiscal (de octubre a marzo) son de 779,5 millones de euros, lo que supone multiplicar por 14 los números rojos del mismo periodo de 2020. La sangría de los dos últimos años y medio supera los 2.300 millones de euros.
Con todo, Siemens Energy estima que el bache, aunque profundo, es coyuntural y quiere reforzar su estructura financiera para acelerar la salida. Todo ello acompañado previsiblemente de cambios en el armazón empresarial, ajustes en el engranaje actual, que refuercen los pasos que se den en el ámbito fiduciario.
En caso contrario, la cúpula de Siemens Energy cree que es posible que el fabricante de aerogeneradores se en el pozo. En el esbozo inicial del nuevo mapa a seguir hay líneas rojas como el mantenimiento de la sede de Gamesa en Euskadi a corto plazo. Además, el consejero delegado de Siemens Energy trasladó la semana pasada a la consejera Arantxa Tapia que los trabajadores “no son el problema”. Son señales que transmiten -o por lo menos lo intentan- tranquilidad en el entorno más sensible, las administraciones y la plantilla del origen de la multinacional.
En el plano laboral, está prevista una reunión dentro de 15 días con CCOO, UGT y ELA. Será una primera toma de contacto de la que no cabe esperar nada concreto. El consejero delegado de Siemens Gamesa, Jochen Eickholt, comentará con los representantes de los trabajadores los motivos que han llevado al dueño alemán a presentar la OPA de exclusión. Sin embargo, no aclarará las dudas que le plantearan los sindicatos porque la ruta no está todavía cerrada y porque la brújula está más si cabe en manos de Berlín. Ese frente también se clarificará una vez cerrada la operación societaria. Otro elemento que dará calor a la reflexión interna sobre el futuro de Gamesa. l
2.323
Siemens Gamesa ha perdido más de 2.300 millones de euros en los dos últimos años fiscales cerrados -de octubre a septiembre- y en los dos primeros trimestres de actual.
32.542
La prueba más palpable de la viabilidad de la compañía vasca es su cartera de pedidos, que contaba con contratos por valor de más de 32.500 millones al cierre del ejercicio fiscal de 2021.
26.100
La compañía vasca tiene más de 26.000 empleados en todo el mundo. De ellos, algo más de 900 trabajan en las plantas de Euskadi y Navarra. En concreto, en Zamudio (la sede fiscal del grupo) Mungia y Asteasu.