- La crisis provocada por el covid-19 y la posterior pandemia cuyas secuelas sanitarias, económicas y sociales sufrimos y aún seguiremos sufriendo durante un tiempo, al menos hasta que una vacuna eficaz lo frene, ha hecho que todos volvamos los ojos hacia la biotecnología: fármacos, vacunas, antivíricos, test serológicos, anticuerpos, células regenerativas, respiradores... Las instituciones públicas harían bien si tomasen buena nota de que solo se recoge lo que se siembra, en el ámbito de la salud y en el de su inversión en ella.
Si hace diez años todos los presupuestos destinados a investigación y desarrollo se desplomaron, dos décadas después lo que hemos recogido ha sido un importante déficit de medios materiales y, sobre todo, de personal cualificado, que en su momento tuvo que buscar mejores lares para desarrollar sus investigaciones. Desde el punto de vista empresarial y biomédico, esta pandemia del covid-19 podría dejarnos junto al dramático colapso sanitario también una buena lección de humildad y reflexión; y si tanto las instituciones públicas como las entidades empresariales privadas son capaces de escuchar lo que la pandemia dice, y ponen en práctica suficientes estructuras de investigación, desarrollo e implementación que nos puedan hacer tener armas más potentes, eficaces y cercanas ante una hipotética, pero muy probable, nueva pandemia sanitaria, sufriremos pero estaríamos en la senda de no volver al colapso sanitario.
En este campo, si tanto en el mundo del dinero público como en el de los empresarios privados logra cuajar la idea de que lo que se emplea en investigación y desarrollo biomédico y biotecnológico no es un gasto, sino una inversión, estaremos en el sendero de recoger frutos adecuados en corto espacio de tiempo.
Existen grandes corporaciones farmacéuticas y corporaciones internacionales y su magnitud y proyección podrían lanzarnos sombras que nos impidieran ver que aquí mismo tenemos nuestras propias empresas farmacéuticas, biomédicas y biotecnológicas, que debieran ser fomentadas y apoyadas para poder competir con aquellas, con la ventaja de la cercanía.
Su cercanía es garantía, como se ha visto en esta pandemia covid-19, de disponer de lo que necesitemos aquí y ahora sin necesidad de una dependencia del exterior tan intensa y extensa como en la actualidad.
Por eso, cuando se pone nombre y apellido al conglomerado empresarial biotecnológico mas cercano y aparecen nombres como Histocell o Cinfa, podemos esperar que la conjunción entre la inversión privada y pública haga que el futuro de nuestra asistencia sanitaria estén imbricada con ellas.
"Aunque lo más importante para poder suministrar nuestros medicamentos y atender las necesidades de nuestros pacientes haya sido la profesionalidad y el compromiso de los trabajadores, es innegable la necesidad de un planteamiento de más inversión pública y privada para investigación y para desarrollar nuestros productos", explica López Ocáriz. Como no podía ser de otra manera, "por el bienestar de nuestros pacientes hemos sido especialmente cuidadosos en el caso de los considerados medicamentos esenciales que ofrecemos en nuestro vademécum, manteniendo un contacto directo con las autoridades sanitarias para prioridad en todo momento su abastecimiento". Especialmente de los denominados genéricos. "Sí, porque los medicamentos genéricos cubren una parte importante de la terapia de los pacientes con patología que no eran covid-19, pero que era muy importante que durante todo este tiempo permanecieran bien atendidas", indica la directora médica de Cinfa-Navarra. En esta misma línea se expresa Marta Acilu, de la empresa vizcaína que pone en valor que una compañía pequeña radicada en Bizkaia, potencie y desarrolle la investigación y la aplicación práctica médica de células madre regenerativas. Concretamente en esta pandemia su aportación de células para los tejidos del sistema respiratorio no solo ha sido relevante, sino incluso una aportación estratégica, por lo que han permanecido abiertos todo el período pandémico.
No ha sido necesario en este caso utilizarlas, pero han estado ahí disponibles para usarse en caso de que hubiera sido necesario.
Al hablar de ayuda a la investigación básica y al desarrollo de patentes propias es posible que haya quien siga mirando a edificios y estructuras, que ciertamente son necesarios, pero para Marta Acilu, como para todos quienes trabajan en este ámbito de tecnologías biosanitarias, la clave son los investigadores, el personal cualificado. "Con mucho dinero inmediato un edificio de investigación puede erigirse en unos pocos meses; pero por mucho dinero que se aporte, preparar un equipo de investigación con personal cualificado necesita un tiempo largo. Esta inversión sostenida en el tiempo con la vista puesta en el horizonte futuro es lo que hace falta para que nuestros científicos se queden e investiguen aquí".