l jurado destacaba "un liderazgo visionario, un compromiso obviado a una estrategia y planificación de largo plazo, procesos sólidos y alineados para su implementación, dotación de infraestructuras de apoyo, persiguiendo el logro convergente de un impacto social, económico y medio ambiental positivo, estimulando plataformas y actitudes innovadoras entorno a un desarrollo inclusivo desde clústeres e iniciativas de excelencia, en un marco presupuestario y financiero garante de su ejecución, mejorando la calidad de vida de sus ciudadanos, fortaleciendo su cohesión social y acentuando su competitividad económica".
Así, entre 78 candidaturas internacionales, Bilbao iniciaba la lista no solo de otras ciudades que han merecido un reconocimiento por sus logros, sino que reforzaba su papel referente en los modelos de transformación y regeneración que alumbran cambios exitosos en la "exploración" mundial de ciudades y regiones a la búsqueda de un futuro mejor. Lee Kuan Yew destacaba la capacidad singular de aunar los objetivos y visión estratégica entre las partes implicadas (gobiernos, empresas, sectores de la comunidad), en procesos colaborativos entre las partes interesadas, fruto de instrumentos asociativos público-privados tras un valor compartido. Un mes más tarde, nuestro alcalde, Iñaki Azkuna, recogía el galardón, representando la sucesiva cadena creativa de múltiples actores clave en este logro e icono de transformación.
Singapur, ponía en marcha una creciente red de hubs y laboratorios urbanos con los que aprender para el logro de su visión-nación, haciendo de la "innovación urbana" uno de los pilares esenciales para su desarrollo económico e internacionalización a la búsqueda de un claro liderazgo en Asean (comunidad económica integradora de los diez estados miembro del sudeste asiático), su efecto tractor en la competitividad y desarrollo de ciudad-estado-nación.
Diez años más tarde, mientras Bilbao sigue su propia reinvención o reimaginación o readecuación, imparable, día a día, son miles las iniciativas transformadoras en curso a lo largo del mundo. Iniciativas en apariencia bajo esquemas, planes, objetivos e incluso actores similares y que, sin embargo, bajo dicha superficie, son absolutamente distintas y únicas. El invisible ADN de cada ciudad o región es la amalgama diferencial que posibilita superar la frontera entre el éxito y el fracaso. Identificar con rigor el verdadero sentido de una nación, región o ciudad, el capital humano existente, su compromiso y responsabilidad colectivos, su capacidad y voluntad institucional y aspiracional, determinan la viabilidad, más allá de las dificultades iniciales, la escasez o abundancia de recursos, los obstáculos o dificultades. Hoy como ayer, las dificultades del momento condicionan el futuro perseguido, pero, ayer y hoy, las posibilidades se abren al horizonte para reflorecer las marchitadas ilusiones de momentos complejos e inciertos.
Estos días, la brillante e innovadora ciudad de Toronto (Canadá) sorprendía al mundo con una mala noticia: la paralización y fracaso de uno de los proyectos de regeneración y transformación innovadora urbana más ambiciosos y espectaculares de los últimos años. El Sidewalk Toronto que prometía crear 44.000 empleos directos, generar en torno a 20 billones de dólares por año hasta 2.040 aportando infraestructuras críticas (físicas, inteligentes) para la ciudad y su región, favorecer la localización y potenciación de una base manufacturera propia de la revolución 5.0, un campus-hub polo excelente y vanguardista de la innovación y el motor de un "desarrollo inclusivo escalable", se ha quedado en el camino. La iniciativa promovida por Alphabet (el gran motor empresarial de Google), impulsando múltiples actores públicos y privados, en un esfuerzo integrador de voluntades de diferentes actores (incluidas significativas First Nations, nativas y tenedoras de su ancestral tierra, las instituciones públicas, grupos profesionales de empresas clave de servicios soporte, líderes tecnológicos, grandes y prestigiosos centros académicos, comités ciudadanos, fondos de inversión€) no ha podido contar con el apoyo y compromiso finalmente necesario.
Estrategia, modelo, instrumentos para llevarlos a cabo no han logrado la convergencia necesaria para hacerlo realidad. Esta propuesta, hoy paralizada, ha sido fuente de estudio, seguimiento y admiración por los principales estudiosos de las estrategias de ciudades, así como de aquellas ciudades a la búsqueda de un modelo a seguir. ¿Qué explica, finalmente, el éxito o fracaso de un sueño innovador?
Mientras esta noticia veía la luz, volviendo la mirada a Singapur, observamos cómo esta pequeña ciudad-estado sigue impulsando sus múltiples iniciativas e intentos estratégicos. Se ha sabido siempre, desde su independencia no muy lejana, un pueblo pequeño inmerso en un espacio de gigantes y ha hecho de su capacidad soberana e interdependiente su mejor fortaleza competitiva para su interacción con los diferentes estados de su región base, Asean, y su principal proveedor comercial y turístico, China, para fomentar su internacionalización, su relevante comercio exterior (tercera parte de su PIB), y "vuelta a casa del talento formado en el exterior".
Hoy, la creación de Singapore Smart Nation Initiative es un principal instrumento coordinador del desarrollo aplicado de toda tecnología exponencial necesaria para la vida de sus ciudadanos, ciudades y empresas, integrando y canalizando todo tipo de planes y programas público-privadas del país, con el triple objetivo de "resolver los problemas y necesidades de sus ciudadanos", de escalar y extender su uso a lo largo de "su mundo geográfico objetivo" y potenciando, día a día, su nodo-hub innovador. Entre sus lecciones, "diseñar, aplicar, ofrecer, usar la tecnología siempre centrada en las personas" y no convertir ni la tecnología, ni cualquier proceso o instrumento innovador en un fin en sí mismo. El viejo y vigente: ¿Para qué y al servicio de quién?, no ha perdido su rol esencial.
De allí la importancia de su acento en la credibilidad generadora de confianza en sus interlocutores y la consiguiente esfera de oportunidades para seguir adelante, presente en alianzas multilaterales con el amplísimo mapa de "ciudades inteligentes", existentes o en construcción y desarrollo en Asean.
Y de esta forma, mientras la corta efemérides de este premio de Euskadi como ciudad-región nos permite redoblar la confianza necesaria para afrontar el futuro, recibo un clásico del emprendimiento: Start Up Nation (Dan Senor& Saul Singer) basado en el llamado milagro económico emprendedor de Israel. Mi viejo y apreciado amigo, emprendedor vasco-estadounidense Ray Aspiri, desde su "hub promotor" en Seattle, como si quisiera reforzar la esperanza en la construcción de una siguiente fase futura para nuestro país, me anima a releerlo poniendo especial atención en el mash up imprescindible para recorrer los nuevos mundos que nos rodean y esperan. Este concepto que vio sus mejores tiempos en el mundo de la música (combinar dos piezas musicales generando una nueva), con sus primeros pasos en el conocido pop bastardo, que ha provocado tantos éxitos y generado todo un movimiento de composición híbrida, o el collage integrando piezas o elementos diferentes con una recombinación novedosa que aporta mayor valor, o la invitación a deconstruir un todo para reconstruir algo diferente con la recolocación o uso distinto de sus partes o la "simple integración y reutilización€" Esta habilidad para aprender de los demás, pero lejos de reinventar la rueda, y construir desde las aportaciones de otros en procesos colaborativos, añadiendo valor en cada uno de los eslabones de la cadena, termina generando los nuevos espacios y sueños deseables. El combustible de una cultura guiada por la respuesta combinada de intensidad emprendedora e innovadora contra la adversidad.
Hoy más que nunca, en un mundo de incertidumbre y complejidad, de inevitable limitación del conocimiento individual, de imprescindibles mezclas de múltiples disciplinas, habilidades y competencias, de un necesario encuentro de multitud de grupos de interés en juego, parecería que conjugar el mash up de jugadores, actores, iniciativas, compromisos bajo liderazgos, visiones, procesos y valores compartidos, serían, como ayer, los ingredientes premiables que lleven al éxito: el logro de sueños y aspiraciones compartibles.