bilbao - La Naval entrará en liquidación al no poder llegar a un acuerdo con Van Oord para terminar la construcción del último barco en las gradas. En la reunión del pasado jueves el armador holandés pidió la entrada de un nuevo inversor solvente como condición para volver a contratar al astillero de Sestao, lo que se interpreta como una posición de enroque y deja muy poco margen para llegar a un punto de encuentro a corto plazo. Así las cosas, el consejo de administración opta por la liquidación ante la constatación de que poco más se puede hacer para salvar el proyecto. En esta fase se procederá a subastar los activos y habrá que ver si surgen compradores interesados en mantener la actividad industrial.
La noticia de la liquidación ha caído como un jarro de agua fría entre los trabajadores, que se reunirán esta semana con el Gobierno Vasco y con el delegado del Ejecutivo español en Euskadi, Jesús Loza, para pedir a ambas instituciones la implicación en la continuidad del astillero. “Este nuevo escenario pone en claro riesgo el futuro del astillero de Sestao, al que se suma su situación financiera”, indicó ayer la plantilla después de que el consejo de administración de la empresa decidiera solicitar la entrada en liquidación.
Hace más de un año que el astillero entró en concurso de acreedores al no encontrar financiación para acometer una ampliación de capital de 42 millones de euros y poder sanear sus cuentas. Una larga agonía en la que se ha ido perdiendo la confianza de los armadores y escapando los pedidos hasta desembocar en el peor de los escenarios como es la liquidación. En el recorrido el astillero ha vivido episodios rocambolescos, como el intento de robo en plena noche de un barco sin terminar por parte del cliente holandés Deme Tideway.
En una situación económica crítica, la dirección ha volcado sus esfuerzos este verano en concretar por escrito el compromiso que dio Van Oord en febrero cuando se trasladó la primera de las dos draga en construcción a Santander. El armador holandés, el último cliente de La Naval, aceptó entonces terminar la segunda draga en Sestao pero, a la hora de la verdad, no ha puesto facilidades. Tras un proceso plagado de sobresaltos, el pasado jueves Van Oord ya dejó claro que no tenía interés en completar el proceso de construcción de la draga, cuyo esqueleto es en estos momentos propiedad de la banca.
En ese escenario, la dirección del astillero ha optado por no agotar los plazos para presentar un convenio a los acreedores -en principio finalizaba el 1 de octubre pero se barajaba retrasar la fecha al 22 de noviembre- y solicitar ya al juzgado la liquidación. Eso supone que las riendas pasan a estar exclusivamente en manos del administrador concursal, que de acuerdo con la jueza que dirige el proceso deberá ahora tomar las decisiones para sacar el máximo rendimiento a los activos de la empresa.
búsqueda de inversores Esta nueva fase, que puede alargarse varios meses más, tiene por objetivo principal sanear las deudas contraídas con los acreedores, pero no se va a perder de vista la necesidad de retomar la actividad industrial.
Aunque parezca una contradicción, la liquidación puede ayudar a la llegada de inversores puesto que el coste de los activos será menor. Ahí es donde la administración y el juzgado concursal deben hilar fino para, como en cualquier proceso de este tipo, encontrar el equilibrio entre el interés de los acreedores y la continuidad de la actividad y el empleo. Aunque es difícil, La Naval está a tiempo de evitar el cierre.
meses en concurso. La Naval lleva más de un año en concurso de acreedores, aunque el preconcurso se remonta tres meses más atrás. La crisis se desató al no poder encontrar inversión para realizar una ampliación de capital de 42 millones de euros necesaria para sanear las cuentas.
buques en cartera. Tenía el astillero cuando entró en concurso, proyectos que se han ido escapando. Además de las dos dragas de Van Oord, estaban acordados el cablero Living Stone y un ferry para Balearia, que sigue en stand by a la espera de ver cómo se resuelve el concurso. En estos momentos solo queda en el astillero el esqueleto de una draga.
trabajadores. Forman la plantilla directa del astillero, aunque un amplio entramado de empresas dependen de él de forma indirecta, con un empleo global de casi 2.000 personas.