bilbao - Van Oord y la banca han acercado posturas esta semana y han alcanzado un preacuerdo para terminar en La Naval el último barco de la cartera de pedidos. Técnicamente solo falta redactar el convenio y firmarlo. También es necesario que el consejo de administración del armador holandés dé su visto bueno, un capítulo que para algunos de los implicados es un trámite pero que, para otros, después de ocho meses de una negociación que ha tenido sobresaltos dignos de una montaña rusa, puede suponer un nuevo elemento de presión.

Será difícil que Van Oord y el pool bancario del astillero vizcaino vuelvan a sumar fuerzas en otro proyecto, al menos durante un tiempo. Las relaciones se han deteriorado en el proceso y, puestos a buscar vencedores y vencidos, lo cierto es que esta vez no ha ganado la banca. Cuando, salvo catástrofe, se firme el acuerdo esta próxima semana, se ejecutarán los avales y el armador recibirá 42 millones de euros de los bancos.

En ese momento, el casco de la Vox Alexia será técnicamente propiedad de las entidades financieras, si bien se lo venderá al armador para que concluya su construcción en La Naval. Tras rechazar Van Oord el convenio de refinanciación planteado por la banca en mayo, la negociación se ha centrado en el precio del casco. En ese sentido, el preacuerdo establece que el armador pagará 15 millones a los bancos y el propio astillero aportará otros 3 millones. Hay otros flecos pendientes de negociación que las partes prefieren mantener fuera de foco.

De modo que la banca ya tiene garantizado recibir 18 millones de euros y está pendiente de definir otra cantidad que permitirá a la banca rebajar la factura, pero en ningún caso se alcanzarán los 42 millones que las entidades van a tener que pagar como avalistas de La Naval. El astillero, en concurso de acreedores, no tiene dinero ni para seguir construyendo la draga ni para responder por el retraso ante el armador, y será la banca la que asuma las consecuencias.

El armador, por su parte, tras la ejecución de los avales y pese a tener que recomprar el esqueleto del barco, terminará pagando por la draga menos de lo pactado en un inicio. Con varios meses de retraso, eso sí, pero el pedido saldrá más barato. Por tanto, La Naval cobrará menos y además costeará parte de la compra del casco. El negocio dará bastantes menos rendimientos de lo esperado. Básicamente supondrá una inyección de liquidez que permitirá que el astillero recupere el pulso de cara a iniciar la búsqueda de contratos, explorar la viabilidad de nuevas líneas de producción y buscar socios que refloten la compañía. Terminar la Vox Alexia permitirá en definitiva que el balón eche de nuevo a rodar y que La Naval pueda seguir jugando el partido. Sin embargo, ni el campo está en buenas condiciones ni el equipo está en plena forma. Y el entrenador es nuevo y todavía no ha dado con la tecla para sacar el máximo rendimiento a la plantilla.

dos años de trabajo La situación sigue siendo muy compleja, pero el astillero gana tiempo. Cuando se reanude la construcción de la draga, habrá trabajo para casi dos años y actividad para alimentar a cerca de 1.500 familias. A los 180 empleados de La Naval se unirán gradualmente los de la industria auxiliar y la histórica compañía recuperará su papel tractor de la economía en Ezkerraldea.

Ahora toca reinventarse. Habrá que gestar y dar a luz un nuevo proyecto. También recuperar la sintonía con los bancos, los que peor parados han salido de la operación. Tras varios meses de negociación, Van Oord decidió no aceptar la propuesta de refinanciación que le presentaron los bancos.

Esa decisión conllevaba la ejecución de los avales bancarios, con lo que las entidades pasan a ser propietarias del barco, que en estos momentos es apenas el casco y algunos módulos sin ensamblar. Tras ese paso, Van Oord ha tenido la sartén por el mango. La salida al mercado del esqueleto de una draga hecha a medida es mínima, está muy cerca de ser chatarra, con lo que los bancos estaban obligados a negociar la venta con el armador.

Fuentes conocedoras del proceso aseguran que los bancos “estaban haciendo la ola” para llegar a un acuerdo mientras Van Oord “llevaba todo al límite”. Su primera oferta para recomprar el casco fue de 7 millones de euros, “una miseria” si se compara con los 42 que había invertido hasta entonces en el barco, lo que podría considerarse el valor real. Es esa precisamente la cifra que recuperará el armador tras cancelar el contrato y se estima que acabar el barco tendrá un coste de 46 millones.

Tras el choque con la primera oferta, la semana pasada hubo un acercamiento de posturas con una segunda cifra cercana a los 15 millones. Sobre esa base se ha alcanzado el preacuerdo, añadiéndole los 3 millones que asumirá el astillero y la otra cantidad que es el fleco pendiente de negociar.

En medio, la resistencia del armador a elevar el listón llevó a los bancos a amenazar con explorar “un resquicio en el contrato” que, según sus gabinetes jurídicos, les permitía eludir el pago de los avales. Es en principio el último tira y afloja en el diálogo. Si ambas partes no hubieran decidido seguir negociando La Naval estaría en una situación crítica.

Van Oord buscará ahora financiación con sus bancos de cabecera para terminar la draga. Además, al parecer, gestionará directamente los contratos con proveedores, lo que implica que intentará apretar las tuercas para minimizar los gastos. En ese contexto el astillero verá reducido su papel y posiblemente sus ingresos.