Bilbao - La salida de CCOO del diálogo social vasco es el último capítulo de una historia de pocas alegrías y muchos desencuentros. El sindicato de Loli García, que cuenta con el 20% de los delegados de la CAV, sostenía hasta ahora un modelo de concertación social precario pero con ciertas aspiraciones de ganar fortaleza. La presencia de LAB en la primera reunión de la mesa para atajar la brecha salarial de género, de la que más tarde se descolgó, alentó un posible acercamiento por parte de la central de la izquierda abertzale a los espacios tripartitos. A escasos diez días para el Primero de Mayo, el movimiento de CCOO, que podría secundar UGT, confirma que el diálogo social vasco es a día de hoy algo inviable.

“Marca un antes y un después”, advirtió Loli García el viernes en referencia al acuerdo sobre empleo y formación firmado por el Gobierno Vasco y Confebask, que CCOO-Euskadi considera un acto de “deslealtad sin precedentes” y que ha llevado a la dirección del sindicato a abandonar los procesos de concertación social. Básicamente hay dos grandes vías abiertas, la mesa para adoptar medidas que reduzcan la brecha salarial de género, convocada por mandato parlamentario, y un marco más general que acoge el diálogo social en sentido más amplio.

Con la excepción de la primera reunión para abordar la brecha salarial, ELA y LAB se han mantenido al margen de ambos procesos. Precisamente la presencia de LAB en esa primera cita para reducir la diferencia salarial de entre hombres y mujeres abrió una nueva grieta en las relaciones entre las dos grandes centrales abertzales. La posición de ELA contraria al diálogo institucional es mucho más marcada que la de LAB. “Es un acto de propaganda”, señalaba el sindicato mayoritario en referencia a la mesa contra la brecha salarial, un asunto al que ha aportado un documento con 32 medidas pese a no haber acudido al ciclo negociador impulsado por el área de Trabajo de Lakua.

El propio sindicato LAB advertía antes de esa primera reunión de que “la realidad no está para fotos”. Poco tardó la organización de Garbiñe Aranburu de desmarcarse del foro contra la brecha salarial al no observar la suficiente implicación por parte de Confebask. Fotos y discursos aparte, los frutos del diálogo social vasco han sido más bien pobres.

El primer mandato de Iñigo Urkullu arrancó con una dilatada labor de cocina, a través del entonces consejero de Empleo, Juan María Aburto, para intentar implicar en el diálogo social a una mayoría sindical. ELA y LAB ya habían estado ausentes de la mesa de diálogo social del Gobierno de Patxi López y en los últimos años del Ejecutivo de Juan José Ibarretxe habían formalizado su salida de los principales organismos institucionales vascos -ambos dejaron Hobetuz y el Consejo Económico y Social (CES), mientras que ELA salió también del Consejo de Relaciones Laborales (CRL) en el que se mantiene LAB-.

Tras meses de contactos bilaterales, el Departamento de Empleo que dirigía Aburto decidió poner en marcha a finales de 2014 el foro tripartito únicamente con la patronal y CCOO y UGT. Las relaciones entre Confebask y ELA y LAB vivían un momento especialmente tenso al hacerse público un documento en el que, según los sindicatos abertzales, los empresarios vascos pretendían su ilegalización. La mesa saldó la cuestión con una declaración a favor de la libertad sindical y comenzó a perfilar los primeros acuerdos, orientados reforzar la contratación de jóvenes y mayores de 55 años. Una de las medidas estrella, las ayudas al contrato de relevo, han tenido una acogida más bien fría en el ámbito empresarial.

La llegada de Ángel Toña al Departamento de Empleo reabrió los contactos para intentar incorporar a ELA y LAB, aunque también sin éxito. En la segunda mitad de la legislatura empezaron a surgir críticas incluso dentro del bloque sindical que sí estaba en la mesa, con un primer amago por parte de CCOO de dejar el proceso. Poco antes de las elecciones de 2016, se cierra un primer acuerdo para dar prioridad a los convenios vascos que genera otra oleada de críticas desde ELA y LAB al recoger la opción de cerrar acuerdos de eficacia limitada, es decir, sin la mayoría sindical. Ya bajo la tutela de la actual consejera de Trabajo y Justicia, María Jesús San José, el pasado verano el diálogo social anunció su concreción en un nuevo espacio permanente para vincular las políticas industriales, educativas y de empleo. No ha habido más noticias de dicho proyecto, más allá de contactos informales entre los agentes participantes. La mesa contra la brecha de género ha protagonizado el diálogo en los últimos meses, hasta que el pasado viernes todo saltaba por los aires.

Aunque Lakua y Confebask se proponen reconducir la situación implicando a los sindicatos en el acuerdo de la semana pasada, lo cierto es que el tono de Loli García cuando anunció su plante, que podría ser secundado hoy mismo por UGT-Euskadi, hace pensar que el diálogo social vasco está herido de muerte.

Ausencias. La labor de cocina del Gobierno Vasco no ha servido para incorporar a ELA y LAB al diálogo social, que tardó en arrancar en la primera legislatura de Iñigo Urkullu y no dio frutos hasta pasado el ecuador de la misma.

Escasos resultados. Se pactaron medidas para impulsar el contrato relevo o para reforzar los planes de rehabilitación de vivienda. El pasado verano se acordó instaurar un foro permanente sobre industrialización, formación y empleo del que públicamente han trascendido escasos avances.

La secretaria general de CCOO-Euskadi denunció duramente el viernes el acuerdo firmado entre Confebask y el Gobierno Vasco sobre empleo y formación, afirmando que ha sido “una deslealtad” con la mesa de diálogo.