bien, ya tenemos los Presupuestos Generales de Euskadi 2018 en el Parlamento Vasco (hoy, lunes, serán registrados) y, por tanto, en la parrilla de salida del debate político. El escenario económico, sea mundial, europeo o vasco, ofrece unas condiciones ambientales optimistas o, cuando menos, positivas, que contrastan con el clima político de alta tensión derivado de la crisis catalana que, como la espada de Damocles, amenaza con articular, y esencialmente subordinar, todo criterio económico a la subjetividad de los partidos de la oposición, necesariamente importantes en una cámara donde el apoyo al Gobierno de Urkullu no cuenta con mayoría absoluta.
El camino que nos lleva a la hipotética y deseada vuelta a la normalidad está salpicado de señuelos e imágenes ficticias porque, no cabe duda, Catalunya, sea como República independiente, sea como autonomía intervenida por el artículo 155 de la Constitución española, va a condicionar las negociaciones entre partidos, así como el preceptivo debate parlamentario de unas cuentas vascas que, para el próximo ejercicio, presenta la cifra más elevada en la historia del Ejecutivo. Nada menos que 11.486,3 millones de euros, pero con un escaso margen de maniobra, dada la incidencia del gasto social (77% del presupuesto) y la deuda pública (11% entre amortización, 1.113,9 millones de euros, e intereses, 150 millones).
Frente a unos Presupuestos que, según Pedro Azpiazu, se plantean en el marco de un escenario de consolidación fiscal, con el objetivo de llegar en 2020 a un déficit cero y a un nivel de deuda inferior al 13% del PIB, estará, quiérase o no, Catalunya como tema e ingrediente, en todos los debates políticos que se precien como tales y lo hará con un carácter multiusos, en un sentido o en su contrario. Para sumar o para restar. En consecuencia, conviene vacunarnos frente a los regateos mediáticos porque, y esto es importante destacar, hay vida, preocupaciones y responsabilidades más allá de la barcelonesa plaça Sant Jaume. El trámite para debatir, aprobar o rechazar el Presupuesto público anual es la tarea más trascendente que tienen los políticos elegidos democráticamente como parlamentarios.
Veamos algunos datos relevantes como son los referidos a la inversión que, una vez rebajados los créditos de gestión del TAV y la Variante Sur, experimentan un crecimiento del 7,4% respecto a 2017. Conviene poner énfasis en las inversiones educativas (64,4 millones de euros); en Osakidetza (66,8 millones de euros) o en el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación 2020 (PCTI), ya que el Gobierno destinará 433,3 millones de euros dentro de un programa que invertirá 1,750 millones de euros en los próximos cuatro años en investigación y desarrollo, según adelantaba esta pasada semana el lehendakari Urkullu en la inauguración del XXXI Congreso de Fabricación Avanzada y Máquina Herramienta. Por su parte, dentro del capítulo de ‘Políticas Sociales’, se contempla una actualización de la RGI del 1,5%, un porcentaje similar a la subida salarial de los funcionarios.
Queda por saber los derroteros por los que discurrirá el debate político en su doble versión: parlamentario y mediático. En principio, el Consejero de Hacienda cree que “habrá un acuerdo” que permita sacar adelante las Cuentas, manifestando que “no contemplo un escenario de prórroga presupuestaria”. Claro que por medio también está la crisis catalana y, en este sentido, estima que “no hay afectación, dado que el volumen de las relaciones comerciales entre ambas comunidades autónomas no es tan relevante como para que el País Vasco sufra un impacto “muy negativo” debido a la inestabilidad en Catalunya.
Ahora sólo resta esperar.