SESTAO - La comarca de la Margen Izquierda del Nervión, Ezkerraladea, afronta con inquietud y cierto temor el futuro del astillero de La Naval, tras más de un siglo navegando juntos, sin querer imaginar un cierre que provocaría un enorme impacto económico y social en la zona.

La decisión de la Junta de Accionistas de La Naval de ir a concurso de acreedores -la antigua suspensión de pagos- ante la “inviabilidad” de las propuestas analizadas para el saneamiento financiero de la compañía, ha llevado la preocupación a toda la comarca.

Nadie quiere ponerse en el peor de los escenarios, el cierre del buque insignia de la industria de rivera izquierda del Nervión, una empresa con más de un siglo de historia desde que en 1909 saliera de sus gradas el crucero Alfonso XIII y con 215 trabajadores en plantilla y unos 1.600 subcontratados.

A la destrucción de empleo directo e indirecto que provocaría su cierre en unos municipios que soportan altas tasas de paro y han sufrido un continuo proceso de desindustrialización, se sumaría el impacto sobre el pequeño comercio de la comarca al retraerse el consumo.

Los trabajadores del astillero han pasado de exigir carga de trabajo para garantizar la continuidad de la empresa, con manifestaciones y movilizaciones en los años 2013 y 2014, a un preconcurso de acreedores, pese a tener cuatro barcos en construcción.

El presidente del comité de empresa, José Pedro González, explica a Efe que el astillero está ahora “peor que entonces” por la “pésima” gestión de Ingeteam y de Astilleros Murueta, los socios mayoritarios que “son los que han estado gobernando La Naval durante estos años”.

La plantilla se enfrenta a un “horizonte oscuro”, pero sigue trabajando con preocupación en las gradas del astillero junto a los trabajadores de las subcontratas y no quiere pensar en el cierre a la espera de encontrar una solución “entre todos”.

repunte del paro Ese posible cierre sería “un palo tremendo” industrial y socialmente y “una hecatombe” para Ezkerraldea, que tendría que hacer frente a “más paro y desempleo”, pues el futuro de cerca de medio centenar de contratas que trabajan en el astillero está ligado al de La Naval.

“Esperemos no tener que hablar del cierre de La Naval”, confia González, que considera que la salida a los problemas que atraviesa la compañía naviera pasa porque “aparezca alguien que se quiera quedar con el astillero”.

La noticia del concurso de acreedores se ha recibido en Sestao “con preocupación”, según reconoce el alcalde de la localidad, Josu Bergara, después de tener puestas las esperanzas en una ampliación de capital en la que el empresario asturiano Manuel del Dago se iba a convertir en accionista mayoritario. No ha hecho acto de presencia este caballero blanco y no parece probable que vayan a aparecer otros.

Ahora, con un concurso de acreedores en el horizonte, que no es “la situación más óptima”, se abre un “nuevo escenario” que, a juicio del alcalde de Sestao, “hay que gestionar con cabeza y la máxima profesionalidad” para no llegar a un cierre que nadie quiere plantearse.

El alcalde no quiere ponerse en ese escenario de cierre del astillero que provocaría “una situación dramática” no sólo en su municipio, sino en el conjunto de la Margen Izquierda y la Zona Minera por el empleo directo e indirecto que genera La Naval.

Josu Bergara recuerda del mismo modo que el astillero, además, genera “impuestos y riqueza” para Sestao y advierte de que “cuando mucha gente pierde el empleo hay una desconfianza absoluta” que incide en el consumo, lo que afectaría a la economía de una localidad “muy castigada” por la crisis.

Los comerciantes también miran con preocupación lo que ocurre en el astillero porque “el comercio va detrás” ya que “si el trabajador no tiene dinero se retrae el consumo”, advierte el presidente de la Asociación de Comerciantes de Sestao, Fernando Miravalles.