bilbao- Madrileña, pero de familia vizcaína, María José Landaburu es la secretaria general de la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores. Pese a las zancadillas sufridas, cree firmemente en el valor añadido de los autónomos.
¿Qué está pasando con el número de autónomos en el Estado?
-Hemos podido ver en los datos de empleo registrado de julio que hemos perdido 8.500 autónomos. El número de autónomos está bajando. Incluso en los meses en los que ha crecido un poquito, lo ha hecho muy por debajo de lo que ha crecido el empleo asalariado. En los meses que ha crecido, el empleo ha subido un 3% y los autónomos lo han hecho un 0,3%, por lo que la evolución es muy contraria a lo que está pasando con los trabajadores por cuenta ajena.
¿A qué atribuyen ese descenso?
-Muchas personas se dieron de alta en el régimen de autónomos como única alternativa. En la medida que no encontraban un puesto de trabajo asalariado, se lanzaban al autoempleo sin más reflexión que la necesidad que tenían de una fórmula para salir adelante. Por otro lado, había algo en lo que nosotros llevamos mucho tiempo poniendo el dedo para señalar y es que el índice de rotación es altísimo. Para que se consolide un solo autónomo, se tienen que dar de alta diez. Porque la demanda sigue sin crecer, porque no tienen financiación, porque en el fondo son proyectos que no están madurados, surgen de la necesidad y sin ningún apoyo público más allá que esa tarifa plana. No hay apoyos específicos para la gente que tiene buenas ideas, que va a generar empleo o que va a incidir en sectores productivos que vayan a aportar valor. La consecuencia de todo eso es que tenemos un tejido autónomo enormemente débil, que se mantiene muy poco tiempo en activo. Otra traba es que todas las medidas de incentivo que se establecen en este país para los autónomos son para los que empiezan. Una vez que te has dado de alta, apáñatelas como puedas.
¿Está funcionando la medida de poder capitalizar el paro?
-En el fondo la manera de capitalizarlo es para pagar básicamente las cuotas sociales. La gente tira de ello porque no tiene más remedio. En un momento en el que no hay ofertas para lanzarse al mercado laboral la gente tira de los recursos que posee. En estos casos el mayor ha sido sin duda el paro, o bien acumulándolo en las fechas en las que lo va recibiendo, o bien recibiéndolo todo a la vez para poder invertirlo en la actividad. Es un recurso insuficiente.
Si el negocio no funciona, se queda sin negocio y sin paro.
-Efectivamente. Nosotros hemos calificado mucho estas políticas publicitarias de hazte autónomo como una forma de auxilio e inducción al suicidio. Lo que nos importa es que te des de alta, lánzate, consume lo que tengas, endéudate, que lo vas a hacer casi con toda seguridad a poco que tengas que invertir. Y hasta aquí has llegado y terminas peor que como habías empezado. Ya tienes la mochila de la deuda de lo que has gastado y de los compromisos de futuro. Mucha gente que cierra acumula deudas con la Seguridad Social y con Hacienda, que no perdonan, deudas con proveedores y muchas veces con la familia más directa, que es la financiadora.
¿Cómo son las cuotas de autónomos respecto a los países vecinos?
-Lo más exótico que tenemos y que creo que es lo que debemos combatir de manera prioritaria, es este modelo regulatorio que permite a la gente decidir cuál es la cuota que quiere pagar. Esto conlleva que los que ganan poco tienen que pagar mucho. Una persona que facture 300 euros, va a tener que pagar 275 euros. Sin embargo, si facturas mucho, es un chollo porque puedes permitirte pagar lo mínimo. Si ganas 30.000 euros en un mes puedes pagar solo esos 275 euros. Produce una situación de absoluta injusticia porque estrangula a los que tienen muy poco y se convierte en un paraíso de eludir las cuentas para quienes ganan mucho. Además es injusto, porque no permite crear un sistema solidario, no permite que de verdad se vaya creando una bolsa en los fondos para poder atender a las contingencias importantes cuando pasan. Por ejemplo, la prestación por cese de actividad para los autónomos, solo un 1% de los autónomos la ha podido utilizar. No es una cuestión menor, como que los autónomos seamos unos jubilados de segunda. De media cobramos un 41% menos que los asalariados. No es una cuestión menor que ser autónoma y madre sean conceptos entre los que te obligan a elegir. Ésta debe ser la legislatura que dé el salto hacia la dignificación, el reconocimiento y la dignificación de los autónomos.
¿Cuál es el espejo al que atender?
-Para nosotros es fundamental seguir el ejemplo de los países nórdicos. Tienen un tema de protección muy avanzado en el que uno cotiza en base a sus ingresos reales. No queremos un sistema en el que no tengas que cotizar pero que tampoco recibas ningún derecho. En la vida hay un montón de contingencias que hay que tener en cuenta: uno se enferma, se accidenta, se embaraza, se jubila o se muere. Todas esas circunstancias queremos tenerlas protegidas como las tienen los asalariados. Eso no se puede hacer sin cotizar y sin pagar, eso no es posible. Tienen que pagar los que más tienen para poder apoyar a los que menos tienen. Es un sistema de equidad y de distribución de las cargas y, por su puesto, de protección a los autónomos, que la gran mayoría somos trabajadores y vamos a necesitar apoyo público seguro.
¿Cuántos falsos autónomos hay?
-Si los autónomos somos un chollo en general, imagínate para empresarios desalmados o para esta nueva forma de explotación que surge ahora, que lo que hace es utilizar ilícitamente la figura del autónomo para tener, prácticamente, esclavos. La lucha contra la ilegalidad es siempre la persecución. Tenemos que impedir que estas fórmulas se mantengan y que todos sepamos que hay chavales y chavalas que se juegan la vida diariamente corriendo como locos con las bicis para cobrar 8 euros en caso de que se lo quieran pagar. Esto exige una regulación estricta contra las empresas que lo desarrollen. Y dar protección al colectivo. ¿Qué ustedes lo quieren hacer? No lo van a poder hacer en contra de los trabajadores, por lo que tienen que regularlos, pagar y proteger. Es difícil saber cuántos hay. Si hay unos 300.000 que en la EPA se declaran a sí mismos trabajadores autónomos dependientes, y que solo hay 10.000 que tienen un contrato y están reconocidos, podemos decir que hay, probablemente, del orden de 250.000 trabajadores como falsos autónomos.
¿Presenta Euskadi un escenario diferente para los autónomos?
-Sí, las cifras de trabajo autónomo en Euskadi son más cualificadas. No se ha perdido el tejido empresarial de la misma forma que se ha perdido en otros sitios. Ha sido más capaz de aguantar el empleo y el autoempleo. Las iniciativas que se llevan a cabo son de mayor dimensión. No es solamente el autónomo individual, que también existe, sino que los modelos económicos son mayores y tienen más capacidad. Surgen de la alianza con otras personas y por tanto eso determina mucho cuál es el éxito o el fracaso. Euskadi tiene un modelo de autoempleo y emprendimiento superior a otras muchas comunidades autónomas.
Ante tanta penuria, ¿cuál es el gran valor de los autónomos?
-Individualmente, para la persona que emprende, el gran valor es llevar a cabo su idea. No hace falta que sea una superidea. No somos superhombres ni supermujeres que inventamos cosas todos las días. Se trata de llevar a cabo algo que es útil para otros. Eso genera una gran satisfacción. Hay que atender a la libertad y a la capacidad de autogestión. La libertad y la esclavitud van en la misma línea, porque cuando uno es jefe de sí mismo, suele ser el jefe más exigente. Cuando es vocacional, es muy excitante. En términos colectivos, es lo que genera riqueza en este país. Por encima del 80% del tejido productivo lo montamos nosotros. El valor es inmenso.
“Todas las ayudas son para autónomos que empiezan. Una vez que te das de alta, apáñatelas como puedas”
“Euskadi tiene un modelo de autoempleo superior al de otras regiones y un trabajo autónomo más cualificado”