madrid - Miguel Blesa de la Parra (Linares, Jaén, 1947) pasará a la historia por su trabajo al frente de Caja Madrid, una de las mayores entidades financieras de España, caja de ahorros que dejó a un paso de la ruina, -aunque fue Rodrigo Rato el que la remató ya como Bankia-, tras una peculiar gestión basada en buena parte en contentar al poder político, básicamente del Partido Popular (PP).
Cazador empedernido -de hecho su fallecimiento se produjo en una finca de caza-, Miguel Blesa, siempre elegante y repeinado -el hombre que impulso el uso de las tarjetas black para abonar sobresueldos y contentar a consejeros de todo pelaje-, creyó poder competir con la élite bancaria española de los Ybarra y Botín todo ello de la mano del Gobierno que dejó hacer a las cajas de ahorros en sus zonas de influencia sin que el Banco de España, el encargado de regular, vigilase las concentraciones de riesgo imposibles y la concesión de préstamos a amigos y a iniciativa faraónicas sin las garantías precisas.
Licenciado en Derecho e inspector de Hacienda del Estado, Miguel Blesa quizá no hubiera sido más que un funcionario más si no llega a ser por su amistad de infancia con uno de los hombres que personificó el poder en España durante años, el presidente el Gobierno del PP, José María Aznar. Compañeros de destino como funcionarios en Logroño, Aznar nada más llegar al poder en 1996 aupó a Blesa a la presidencia de Caja Madrid. Desde allí, utilizó la caja como instrumento al servicio de los intereses político-financieros del PP en una época en que Aznar impulsó un proceso de concentración del poder económico en Madrid en detrimento, fundamentalmente, de vascos y catalanes.
La famosa privatización de las empresas públicas españolas por parte del PP acabó con la mayoría de ellas controladas por amigos de Aznar. Blesa era de una cuadrilla formada por Alberto Cortina, Juan Villalonga y Francisco González, que de un día para otro ascendieron a máximos ejecutivos de Repsol, Telefónica y Argentaria-BBVA, respectivamente, pese a que ninguno tenía mayor experiencia. Blesa se recordará por la frase que pronunció en 2013 al salir de Soto del Real, “no me arrepiento de nada”. - DNA