BILBAO - Con cada paso que da Ernesto Sojo en la arena de la burocracia europea percibe con mayor nitidez que se mueve por terreno movedizo. Un lodazal en el que es fácil hundirse hasta el cuello si no se tienen buenas agarraderas.
Este empresario vizcaíno perdió una serrería en Rumania en la que había invertido todos sus ahorros -2 millones de euros- tras serle “arrebatada” por su hombre de confianza. Lleva 13 años denunciando con tenacidad “la estafa” que sufrió. La justicia rumana miró hacia otro lado y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos le cerró las puertas.
Sojo no cejó y consiguió su primer triunfo hace algo más de un año, en abril de 2015, en el Parlamento Europeo, en concreto en la Comisión de Peticiones. Solo llegar a defender su caso en ese foro fue un éxito, pero además logró que la Eurocámara exigiera explicaciones al Gobierno rumano y que preguntará a la Comisión Europea por el nivel de corrupción en Rumania.
Han pasado más de doce meses sin que haya respuesta y a la sombra de ese silencio Ernesto Sojo vuelve a la carga. Su intención es presionar a la maquinaria europea para que su cruzada no muera y lograr al menos una satisfacción moral. El tesón es una de sus cualidades y tras ver una posibilidad de resarcimiento no está dispuesto a soltar la presa.
Cuenta en su causa con tres grandes apoyos en Bruselas, los europarlamentarios Izaskun Bilbao, Ramón Jáuregui y Carlos Iturgaitz. Son las manos que le impiden hundirse en las arenas burocráticas en las que está en estos momentos. Sojo no se ha conformado con el silencio administrativo y ha enviado varias cartas a la presidenta de la Comisión de Peticiones, Cecilia Vikström.
“corrupción generalizada” También se ha dirigido a la comisaria europea de Justicia, Consumo e Igualdad, Vera Jourová, para hacerle ver que “lo que está en juego es la Europa de los ciudadanos”.
“Si se permite que Rumania vulnere derechos con total impunidad, si se hace la vista gorda ante una corrupción generalizada como la que se vive en ese país, se estará creando una Europa con dos espacios diferenciados, la de los Estados que cumplen la ley y la de los Estados que no lo hacen”, asegura Sojo a este diario.
En sus comunicaciones con responsables políticos europeos, siempre pone el acento en que Rumania entró en la Unión Europea “sin cumplir con los parámetros establecidos para su acceso”. Además, denuncia que mientras los emigrantes rumanos son ciudadanos europeos con todos los derechos en los países de la UE en los que residen, su caso demuestra que “no ocurre lo mismo” en Rumania para los ciudadanos de otros Estados.
“Ni siquiera si vas a invertir, a crear puestos de trabajo y riqueza, estás libre de ser víctima de un atraco como el que yo he sufrido”, denuncia. Ernesto Sojo considera que este tipo de vulneración de derechos alejan a los ciudadanos de las instituciones europeas y no le “extraña” que la mayoría de los británicos hayan decidido irse de la Unión: “Así no se construye nada”.