Me gusta pensar que los jóvenes llegan a la política con ganas de hacer una sociedad más justa e igualitaria. Traen ideas forjadas en la generosidad y solidaridad de quienes están mejor preparados. Me gusta pensar así e, incluso, soñar con la posibilidad de que se haga realidad ese deseo de transformar la sociedad para reducir el alto porcentaje de familias al borde de la pobreza, crear empleo estable y de calidad, incentivar el consumo privado y consolidar, sin recortes, el sistema público de pensiones. Sin olvidar, claro está, la mejoría de esos datos macroeconómicos que señalan un excesivo déficit y una deuda que ha superado el cien por cien del PIB.
Estoy convencido que este deseo es mayoritario en la sociedad, persuadida de que el actual escenario socioeconómico es resultado de una grave crisis provocada por unos pocos y de la ineficaz gestión que han hecho gobiernos y organismos que, lejos de buscar responsables y penalizarlos por sus errores, han puesto todos los medios públicos para salvarlos, aunque fuera mediante reformas y recortes que han erosionado el estado de bienestar creando, con ello, un estado de indignación que es el campo adecuado para sembrar la semilla de la utopía con frases como: “Si la política económica no hubiera fracasado, Podemos no existiría, así de simple”, pronunciada esta semana por Pablo Iglesias en el Círculo de Economía en Sitges.
Vivimos las consecuencias de una errática gestión de la crisis. Europa ha fracasado de forma estrepitosa porque, como si fuera la princesa fenicia raptada por Zeus, ha sido seducida por el nuevo dios occidental, el neoliberalismo del FMI que ha dejado miles de dramas personales y familiares que no pueden quedar en el olvido, mientras el poder financiero engorda las cuentas de las grandes fortunas y debilita la economía real. Es la sin razón financiera que precede a la tiranía de los iluminados que apelan al dolor y la frustración de los más afectados para reclamar el voto.
La situación económica no es fácil. Pero la solución no pasa por una frase más o menos acertada como nos tiene acostumbrados el líder de Podemos, máxime cuando es capaz de decir una cosa hoy y la contraria al día siguiente. Veamos algunos ejemplos. Esta semana, en Sitges, decía “para que España funcione le tiene que ir bien a los empresarios también”, cuando hace unos meses regalaba a su audiencia frases como “donde hay propiedad privada hay corrupción” o “ser demócratas es expropiar, aunque os duela”.
Claro que esta semana se encontraba ante buena parte de los representantes de las grandes empresas patrocinadoras del encuentro económico anual que se celebra en la citada localidad catalana y no era, parece ser, el momento más adecuado para decir, por ejemplo, que “es muy interesante vivir en un país como este (Venezuela) en el que se están produciendo tanto cambios y tantas transformaciones que pueden convertirse en un ejemplo democrático para los ciudadanos del sur de Europa”.
No seré yo quien hable de la situación social en Venezuela, salvo para señalar que Pablo Iglesias lo pone como ejemplo democrático, lo cual puede ser coherente con su afirmación de que “hoy los demócratas hemos perdido a uno de los nuestros”, en referencia a la muerte de Hugo Chavez, pero es absolutamente antagónico con el concepto que se tiene en Europa de la democracia. Claro que el otrora aspirante a la vicepresidencia nos da muestras de su capacidad camaleónica cuando asegura: “Me da asco la gente que dice siempre lo que conviene o lo que arranca el aplauso fácil”.
Dicho lo cual, creo que se retrata a sí mismo. Entonces?, ¿dónde está el problema?
Pues en el hecho de ser aspirante a gobernar un país. Lo cual abre todo un abanico de dudas. Sabemos que Rajoy mantendrá su política económica neoliberal, colaboradora necesaria del actual escenario. Pero, ¿qué medidas tomará Iglesias? ¿Expropiará empresas privadas? Y, en este caso, ¿incluirá los medios de comunicación? Porque, asegura, “los medios privados atacan la libertad de expresión”.
Me gusta pensar bien de la juventud, pero cuando despierto, compruebo que en medio están los mismos parásitos de siempre y que las cosas siguen igual.