gasteiz - El desplome del precio del petróleo ha dejado de ser una buena noticia para la economía vasca. El barril de crudo ha bajado a niveles de riesgo para muchos suministradores del sector de oil&gas, que, en mayor o menor medida, están sufriendo los efectos del frenazo en las inversiones de las grandes multinacionales. Como consecuencia directa, las empresas del metal vascas están aplazando cualquier incremento de plantilla y un buen número de ellas están ajustando sus plantillas y las horas de trabajo.
Diversos agentes empresariales reconocen este “nuevo escenario” que a día de hoy solo afecta a la industria auxiliar vinculada directamente al petróleo. El dinamismo se mantiene en otras actividades y, por ejemplo, los proveedores vascos de material eléctrico o del automóvil tienen una perspectiva más positiva en cuanto a pedidos y contratación de personal.
Sin embargo, el desplome del crudo empieza a dejar huella en la industria auxiliar de las compañías ligadas al petróleo y el gas. La primera luz roja se encendió a finales del año pasado cuando se constató que la inestabilidad del petróleo había pasado factura a Euskadi con un frenazo en la recaudación a las grandes empresas energéticas.
Las haciendas vascas no pudieron cumplir sus previsiones de ingresos y eso añadió tensiones a los presupuestos del entramado institucional. Ese aviso se traslada ahora a la industria, aunque se confía en que sea tan solo un bache.
“Es cierto que hay una cuestión que no podemos controlar y que está afectando a las fábricas, pero no queremos ser alarmistas porque el precio del petróleo subirá y la situación será más favorable”, explica a este diario Jaime Fernández Alcedo, director gerente de la Federación Vizcaína de Empresas del Metal (FVEM).
Lo cierto es que la caída en picado del barril de crudo los últimos meses ha sembrado dudas en la economía vasca. En general, un petróleo barato es bueno para Euskadi. Abarata los costes de producción de las empresas e incide en el consumo porque las familias gastan menos en combustibles y porque las empresas energéticas importan a menor precio las materias primas con las que producen la gasolina y el gas natural que luego venden a los hogares.
frenazo de la inversión Esa situación ha coincidido durante muchos meses con la depreciación del euro frente al dólar, que ha incentivado las exportaciones. Era un escenario inmejorable para la economía vasca, hasta que se ha llegado a un punto en el que el bajo precio del petróleo se ha convertido en un problema. Y lo peor es que desde Euskadi no se puede hacer nada por romper la tendencia.
En el sector se asume con “normalidad” que el frenazo en la inversión de las multinacionales afecte a las industrias auxiliares. Fuentes empresariales estiman en cualquier caso que es un problema “puntual” que no se trasladará al conjunto del tejido productivo porque el barril del crudo se encarecerá la partir de ahora. “El precio actual es insostenible”, añaden.
La decisión de varios exportadores de petróleo de congelar el ritmo de producción precisamente para elevar el precio alimenta las expectativas, si bien todavía no ha tenido grandes frutos. De ahí, que las empresas vascas estén prescindiendo de eventuales, presentando regulaciones de empleo y reduciendo turnos o jornada laboral con el objetivo de superar el trance.
El ejemplo más claro es Tubos Reunidos, donde se está a punto de iniciar la negociación de un ERE que afectaría a cerca de 1.800 trabajadores. El gerente de la patronal del metal de Bizkaia destaca que las empresas auxiliares del fabricante de tubos notarán el efecto y tendrán que reaccionar.
Lo mismo podría ocurrir con otras empresa y sus proveedores, pero el problema está muy localizado y no hay riesgo de un nuevo colapso en la industria. Ni siquiera las dificultades que atraviesa el sector del acero se percibe como una gran amenaza. Pese a que la Acería Compacta de Sestao está cerrada de forma indefinida, otros fabricantes vascos de acero están a pleno rendimiento.
Es el caso de Gerdau Sidenor en Basauri que, según la plantilla, está “al cien por cien” de capacidad de producción y “vendiendo todo” lo que se fabrica. Otra cosa es el precio al que se coloca el acero en el mercado, donde, como le ocurre a la ACB, se enfrenta a los productos low cost chinos.