Gasteiz - El proyecto de ley de Sociedades Laborales y Participadas está a la espera de su aprobación definitiva tras su paso por el Senado. El director gerente de ASLE, la asociación de sociedades anónimas laborales de Euskadi, Josetxo Hernández Duñabeitia analiza los principales cambios en la normativa, la situación de las sales, las ventajas de incrementar la participación de los trabajadores, incluso económicamente, en la vida de las empresas y el papel del sindicalismo en la nueva sociedad del conocimiento.
¿Qué aspectos positivos tiene la nueva normativa de sociedades participadas?.
-La nueva norma aumenta la flexibilidad que se da a las sociedades laborales para poder contratar trabajadores no socios. Ello posibilita no tener problemas administrativos como ocurría con la ley anterior. Por supuesto queda claro que la mayoría de las acciones tienen que estar en manos de los trabajadores y la mayoría de las horas trabajadas deben pertenecer a trabajadores indefinidos
¿Y respecto a la transmisión de las acciones?.
-La ley fomenta también y facilita la transmisión de las acciones a terceros. Pretende que todos los trabajadores puedan ser socios y abre una puerta a la puesta en marcha de nuevas empresas bajo la figura jurídica de las sociedades anónimas laborales al permitir crear una empresa con sólo dos partícipes. Ningún socio puede ser dueño de más de un tercio del capital social salvo en los casos de una figura nueva, la sociedad laboral de sólo dos socios, que tiene carácter transitorio pero que facilita mucho el emprendizaje individual y la puesta en marcha de una nueva compañía. Ahora, durante un periodo de hasta tres años, se puede mantener una sociedad anónima laboral de dos socios al 50%.
Un elemento controvertido ha sido hasta ahora cómo fijar el precio de las acciones en una sociedad participada de éxito ¿Se ha regulado en este tema con la nueva ley?.
-Sí. Ahora se permite que en los estatutos de una sociedad anónima laboral se recoja la fórmula para determinar el precio de las acciones. En sociedades laborales que se han capitalizado mucho, si se tuviese que proceder a transferir acciones a su valor real, sería casi imposible. La ley contempla que los estatutos de una compañía admitan la fórmula mediante la que se determinará el precio de las acciones. En Euskadi, al contar con competencias propias, en el caso de los territorios de Bizkaia y Gipuzkoa la normativa vigente ya determina que será la junta general de accionistas de la sociedad laboral la que se encargará de fijar el precio de los títulos. En Álava no se llegó a formalizar una fórmula similar, pero esperamos que se puede hacer en breve con el cambio de Ejecutivo en la Diputación foral alavesa.
La nueva normativa de la ley de sociedades participadas viene a reconocer la importancia de la citada participación de los trabajadores en las empresas y el ejemplo que representan las sociedades laborales para dicha filosofía.
-Efectivamente, y creemos que es positivo que se plasme, algo que acontece por primera vez en un texto legislativo en el Estado español, el reconocimiento de que las sociedades laborales son la referencia de la empresa participada. No hay que olvidar que Consejo Económico y Social (CES) europeo ya en 2010, en plena crisis, destacó que uno de los elementos de ventaja competitiva para las empresas europeas es la participación financiera de los trabajadores en las mismas. Hay que dar pasos para promover la participación de los trabajadores en las compañías y esta normativa nos pone como ejemplo para los que quieran promover esta filosofía y además sin proponer cifras o porcentajes.
¿Las sociedades laborales representan otra forma de entender la empresa?.
-Sin duda. Esta filosofía de propiciar la participación de los trabajadores en las empresas permite paliar los casos de deslocalización empresarial y reduce la conflictividad en la compañía porque es otra forma de entender la empresa, una forma basada más en el entendimiento que en la confrontación. Culturalmente representa un cambio importante y más para este país.
¿Qué ventajas puede aportar la participación de los trabajadores en una empresa?
-La participación de los trabajadores, tanto en la gestión como en el capital de la empresa, promueve valores como la flexibilidad, el compromiso, la cohesión social, una estabilidad laboral, la identificación con la empresa y el dinamismo. Y, al mismo tiempo, ayuda a retener el talento. Pero la idea básica es que en esta economía globalizada debemos ver la empresa como un proyecto compartido, porque un empresario puede ser el dueño de la acciones, pero no, de la empresa. La empresa es un todo, es el saber hacer de sus trabajadores, las formas de hacer las cosas, las tecnología etc.
¿Entiende el sindicalismo vasco la participación de los trabajadores en las compañías?.
-El sindicalismo vasco tiene que hacer su propia reflexión sobre qué papel quiere y debe jugar en la sociedad del conocimiento del siglo XXI. Por supuesto que tiene que defender al débil y estar frente a los abusos y la explotación pero no se puede quedar en denunciar, por ejemplo, la precariedad laboral. Creo que el sindicalismo en Euskadi tiene que tomar el ejemplo del modelo alemán de cogestión. El sindicato, si no quiere verse reducido a la mínima expresión en esta sociedad del conocimiento, tiene que ser un órgano comprometido con la estrategia de la empresa, alineado con los objetivos a largo plazo de la empresa porque no hay que olvidar que son las compañías las que generan riqueza y empleo.
¿Qué le parece la reflexión de la organización empresarial guipuzcoana Adegi de evolucionar hacia un nuevo modelo de relaciones laborales en el seno de las compañías vascas?.
-No sé hasta que punto dicha filosofía de más participación, más transparencia y más diálogo es un planteamiento reactivo a una situación de las relaciones laborales que es la que es en el País Vasco o va más allá, pero creo positivo que se abra el debate en la línea de considerar la participación de los trabajadores en las empresas como algo favorable en la línea de buscar un nuevo modelo de relaciones en el seno de las empresas, más basado en el entendimiento que en la confrontación.
La nueva normativa de sociedades participadas no contempla un cambio en la fiscalidad que equipare las sociedades laborales con las cooperativas.
-Fiscalmente no hemos conseguido un tratamiento similar al de las cooperativas, que es una vieja aspiración de las sociedades laborales. Salvo la no tributación en la transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados, el Gobierno español no ha querido tocar el tema de la fiscalidad, aunque las diputaciones forales vascas sí podrían hacerlo si lo considerasen pertinente, en la línea de propiciar un tratamiento fiscal similar al de las empresas cooperativas. Algo que nos parecería lógico porque, unas y otras, somos empresas de la denominada economía social.
¿Se nota la recuperación económica en las sociedades anónimas laborales vascas?.
-Sí. Poco a poco, pero se nota un mejor entorno. De hecho en el primer semestre de este 2015 el empleo en las sociedades laborales vascas ha crecido casi un 4%, una cifra por encima de la media en Euskadi. Y además se han creado nuevas empresas, un 2% más. No podemos olvidar que hemos pasado por años muy duros con desaparición de empresas, y eso pese a que las sociedades laborales, en las que los trabajadores son socios de sus empresas, hemos demostrado que nuestro comportamiento ante la crisis es mejor que el del resto de empresas gracias a la mayor flexibilidad. Las sociedades laborales vascas, de hecho, obtuvieron en 2014 un notable crecimiento, tanto en el empleo, con una subida del 2,7%, como en la facturación, del 3,2%. Y este año la tendencia sigue siendo positiva.
En cualquier caso los datos, al nivel del Estado español, del efecto de la crisis en las sociedades laborales. son negativos, pues de 2007 a 2014 el número de empresas se ha reducido de 20.150 a 10.826, casi la mitad.
-Efectivamente esto es así a nivel del Estado, aunque en Euskadi la situación es mejor. Pero esa elevada mortalidad tiene mucho que ver con el pequeño tamaño de las empresas. En el Estado, la empresa media tiene seis trabajadores, en Euskadi, 12 y las sociedades laborales vascas tenemos unas 20 personas de media en plantilla. Y para ser competitivos hay que crecer en dimensión empresarial, algo que sigue siendo una asignatura pendiente en Euskadi.