bilbao - La crisis ha deteriorado el poder de compra de la mayoría de los trabajadores, pero los efectos no se han dejado sentir de la misma manera en los distintos sectores. En la industria, el coste salarial ordinario -la nómina sin pagos extraordinarios o atrasos- ha mantenido una curva ascendente desde el año 2009, corregida eso sí por el progresivo incremento de los precios. La revalorización se mantiene a partir de 2012, cuando entra en vigor la reforma laboral. El coste salarial en los servicios evoluciona de forma mucho más modesta durante la crisis, con una reducción en los últimos años. Son precisamente las ramas que empiezan a tirar de la contratación, como el comercio o la hostelería, las que más notan las nuevas medidas para abaratar costes laborales.
La evolución de los sueldos refleja la mayor resistencia del sector industrial a los ajustes de condiciones laborales frente a las actividades vinculadas a los servicios, al margen de que la destrucción de empleo haya afectado a todos los ámbitos. La encuesta sobre costes laborales del INE situaba el salario medio ordinario por trabajador industrial en el tercer trimestre de 2009 en 1.985 euros -se recogen términos brutos, antes de aplicar retenciones o pagos a la Seguridad Social por cuenta del trabajador-, por encima de la construcción y los servicios.
El punto de partida de los asalariados del metal era mejor que en otros ámbitos, y la brecha se ha ido agrandando con la crisis a pesar de que la principal garantía de los trabajadores industriales, los convenios provinciales del sector, llevan años sin renovarse lo que, en lo que respecta a los salarios, significa una congelación ejercicio tras ejercicio.
Pese al bloqueo de la negociación colectiva a nivel sectorial, el coste salarial medio ha crecido hasta los 2.272 euros del tercer trimestre de 2014 -última actualización disponible-, si bien en años especialmente negativos en lo económico como 2012 el aumento es casi inapreciable. El balance global deja un saldo favorable de casi 300 euros, lo que supone un incremento del 14%.
La subida no es muy amplia, de hecho a efectos de poder adquisitivo queda prácticamente anulada por la inflación acumulada estos años, pero la evolución alcista nada tiene que ver con la de otros ramos de actividad. La curva salarial en servicios y construcción es prácticamente plana a lo largo de la crisis, con el consiguiente retroceso en la capacidad adquisitiva por el alza del IPC, que en el periodo 2010-2012 creció a un ritmo de entre el 2,4 y el 2,8% al año.
En el caso de los servicios, logran un ligero incremento del salario medio en los primeros años de la crisis a pesar de los ajustes a los funcionarios, que en el mejor de los casos han supuesto una congelación salarial, pero desde 2012 comienza una fase de caída que minimiza aún más el avance del conjunto de la crisis. Las actividades terciarias, que precisamente por los menores costes asociados al nuevo empleo han sido las primeras en mejorar los niveles de ocupación con los incipientes crecimientos del PIB, ven reducir la nómina media un 1,6% desde el tercer trimestre de 2012, hasta quedar en 1.914,5 euros -unos 350 euros por debajo de la media de la industria-.
El inicio de la curva descendente coincide con la entrada en vigor de la reforma laboral, con varias medidas para favorecer la inaplicación de convenios y la reducción de las condiciones laborales en escenarios de caídas de los ingresos o las ventas. El fin de la ultraactividad de muchos convenios en 2013 es otra puerta que se abre para la modificación de condiciones.
Aunque la reforma es la misma para todos, los datos apuntan a que el impacto ha sido más acusado en las ramas de los servicios. Por un lado, porque las firmas industriales, por lo general de mayor tamaño y tradición sindical, presentan más capacidad de resistencia a los recortes. Los servicios incluyen, en cambio, ramos como la hostelería o el comercio, por lo general terreno abonado a los contratos por horas y con sueldos bajos. Hace tiempo que es denunciada por los sindicatos la práctica de sustituir a un trabajador con contrato indefinido por dos a tiempo parcial por un menor coste global. Esta dinámica ha sido favorecida también por el Gobierno de Rajoy, por un lado con la reducción del coste del despido en la reforma laboral y, por otro, a través de estímulos a los contratos por horas.
El caso de la construcción se asemeja al de los servicios, con una trayectoria plana desde 2009, que en todo caso evita los retrocesos en los dos últimos años. Las nóminas de la construcción suben en la crisis poco más del 3%, situándose la media en el sector en 1.944 euros, ligeramente por encima de los servicios.
el sueldo en la cav, congelado El optimismo del Ejecutivo de Madrid respecto a la evolución del empleo no oculta que los nuevos contratos se asientan sobre la temporalidad y la precariedad. El peso de los servicios, y el hecho de que las nuevas ocupaciones que se generan se concentren en las ramas donde más se están notando los ajustes empuja hacia abajo el sueldo medio a nivel de la CAV. Según el INE la nómina media bruta es en Euskadi de 1.996 euros, apenas seis euros más que hace dos años. Desde 2009 se produce un incremento del 6%. Esto no significa que ese sea el sueldo real de todos los trabajadores. La presencia numérica de los que tienen un salario inferior será seguramente mayor pero las retribuciones más altas, inferiores en número, inflan la media.
Teniendo en cuenta la situación salarial por sectores, no es de extrañar que desde el Gobierno Vasco, que ya ha llamado la atención sobre la elevada precariedad de los nuevos contratos, se esté poniendo el acento en reforzar las posibilidades de que el tejido industrial vuelva a generar empleo. Tras un 2014 en el que se minimizó la pérdida de ocupados en este sector, parece que 2015 apunta a un crecimiento de la actividad suficiente, al menos, para detener definitivamente la sangría. La mejoría de la salud de la industria será clave para recuperar el poder adquisitivo medio y acelerar el consumo y la salida de la crisis.