bruselas - La cuestión que más controversia y polémica genera en los últimos tiempos en Bruselas responde al nombre de Acuerdo Trasatlántico para el Comercio y la Inversión o TTIP en sus siglas en inglés. Un pacto que desde hace más de un año negocian la Unión Europea y Estados Unidos para liberalizar el comercio entre ambos bloques y prioridad de la nueva Comisión Europea que preside Jean-Claude Juncker, que es quien tiene la competencia de negociar en nombre de los 28 gobiernos europeos.

Enfrente, sin embargo, le ha surgido una dura oposición. Más de 320 organizaciones civiles de 24 países se han aliado bajo una campaña llamada Stop TTIP que ha logrado sumar en los últimos dos meses más de un millón de firmas y que entregarán hoy al Ejecutivo comunitario, coincidiendo con el cumpleaños de Juncker, en un intento por paralizar las conversaciones a través de una iniciativa ciudadana.

El principal problema del tratado radica en la creación de un mecanismo de disputas que permitiría a inversores y multinacionales, según denuncian, recurrir ante tribunales arbitrales las políticas adoptadas por los gobiernos europeos dando “poderes inéditos a las empresas”. Pero las críticas son generalizadas.

“Es una amenaza para la democracia, los derechos de los trabajadores, las normas medioambientales y los servicios esenciales. Un millón ya han dicho no. ¿Cuántos otros deben pronunciarse antes de que Bruselas escuche?”, alerta Susan George, miembro del comité de la plataforma. - S. Martínez