Ha surgido en la política vasca una intensa polémica sobre las negativas consecuencias de la presumible "privatización" de Kutxabank. El argumento central esgrimido es que el banco debe seguir "respondiendo a las necesidades del País" y que la entrada de capital privado impediría ese objetivo sustituyéndolo por otros oscuros intereses no deseados.
Kutxabank es un banco comercial, heredero y continuador de la actividad financiera de BBK, Kutxa y Vital, sus propietarias, que también eran entidades financieras comerciales. Las Cajas vascas, como ahora Kutxabank, han venido realizando su actividad en el mercado en competencia con otras entidades financieras. Su operativa básica es sencilla: ofrece un rendimiento a sus actuales y potenciales clientes a cambio de que estos depositen sus ahorros y, por otro lado, ofrece préstamos a un tipo de interés determinado a esos actuales y potenciales clientes.
En definitiva, capta dinero que luego presta. Las dos actividades las realiza en competencia con otras muchas entidades, por lo que el cliente puede elegir siempre la entidad que mejor producto y servicio le da.
El desempeño de esta función tiene dos claves: el banco debe prestar el dinero a un tipo de interés superior al que capta los depósitos, más los costes de la actividad y debe conseguir que la inmensa mayoría de los préstamos sean devueltos por los clientes. En la medida en que Kutxabank consiga clientes suficientes y cumpla los dos objetivos, su gestión será sostenible.
Resulta evidente que, como en todo tipo de empresas que actúan en libre competencia, es a las necesidades de sus clientes a las que tiene que dar respuesta y satisfacción Kutxabank.
Las Cajas de Ahorro han desarrollado un modelo de negocio definido y diferenciado por tres características:
1) La base de su clientela es minorista; es decir, particulares, autónomos y pequeñas empresas.
2) Fuertemente enraizado en el territorio, gran cercanía al cliente, con amplias cuotas de mercado.
3) Los resultados son devueltos al entorno en forma de Obra Social, reforzando la identificación con el territorio y cerrando el círculo virtuoso de cercanía, fuerte marca, alta cuota de mercado, economías de escala, rentabilidad y dividendo social.
Este modelo, orientado al cliente y que responde a sus necesidades, genera riqueza en el territorio. Este modelo es lo que hay que preservar.
Adicionalmente, las Cajas de Ahorros han tomado participaciones en el capital de empresas con un claro potencial de crecimiento y tractoras del territorio.
Como consecuencia de la crisis financiera de los últimos años, para evitar que el dinero público tenga que salvar bancos comerciales, las autoridades regulatorias europeas han tomado dos decisiones que impactan directamente en la estructura societaria de las Cajas de Ahorros:
a) Exigen que los bancos sean lo suficientemente solventes y que sus accionistas también lo sean, de tal forma que si hay necesidades de capital en el futuro sean los propios socios o propietarios de los bancos (los existentes o nuevos) los que cubran dicha necesidad, evitando que se vuelva a repetir la necesidad de aportación de fondos públicos.
Así, la ley 26/2013 de Fundaciones Bancarias obliga a desgajar y transferir el negocio bancario a una sociedad anónima participada, el banco. Las Cajas vascas ya realizamos este movimiento el 1-1-2012 con ocasión de la integración en Kutxabank. Actualmente, BBK, Kutxa y Vital son, somos, dueñas al 100% de Kutxabank y es en ellas, en las Cajas, donde está totalmente depositado el patrimonio que han generado hasta ahora y que está invertido exclusivamente en acciones de Kutxabank.
b) La ley obliga a la transformación de las Cajas de Ahorros (ya sin actividad financiera directa) en Fundaciones Bancarias. A éstas, que siguen siendo las propietarias del banco y depositarias del patrimonio de las antiguas Cajas, se les fuerza a tomar las medidas necesarias para ser lo suficientemente solventes.
Habrá, por tanto, dos niveles societarios: por un lado, el dueño o propietario del patrimonio acumulado que son las Fundaciones Bancarias; y, por otro, la sociedad participada por éstas, que realiza la actividad bancaria, que es Kutxabank.
En la Fundación Bancaria, la propietaria, no puede entrar ningún inversor por su propio carácter de fundación (igual que sucedía en las Cajas de Ahorros), de manera que el patrimonio siempre será 100% social. En la participada Kutxabank, en cambio, como Sociedad Anónima, sí pueden entrar inversores que compartan la propiedad con las Fundaciones Bancarias, desembolsando obviamente el valor de las acciones de Kutxabank que adquirieran y que cobrarían éstas. El patrimonio queda siempre, por consiguiente, en la propiedad social.
Adicionalmente, el regulador ha decidido que con depósitos de los clientes los bancos no inviertan en participaciones empresariales, que en definitiva es renta variable e introduce un alto riesgo. La regulación de Basilea III penaliza fuertemente dichas inversiones.
Con independencia de utópicas actitudes de insumisión, que en un sector regulado, supervisado e inspeccionado como el bancario tienen un recorrido muy breve, la decisión es cómo adaptarse para mantener la esencia del modelo de negocio que tan buenos resultados ha dado en términos de generación de riqueza. Poder decidir sobre cómo adaptarnos pasa necesariamente por cumplir la ley; en caso contrario, serán otros quienes decidan por nosotros, quienes nos adapten.
Las Cajas de Ahorros propietarias de Kutxabank han llevado a cabo históricamente su actividad financiera, de generación de riqueza y compromiso social con responsabilidad y profesionalidad, tratando siempre de responder a las necesidades de los clientes. Comprometerse a otros requisitos como "necesidades de País", que son subjetivos y diferentes según quien los defina, es la manera más rápida y directa para la desaparición de la entidad, como ha ocurrido en la mayoría de las Cajas de Ahorros españolas. "Necesidades de País" que, en muchos casos, encubren necesidades no tan generales sino particulares y parciales.
Para cumplir con la legislación y mantener el modelo de negocio histórico y de éxito de las Cajas Vascas, debemos:
- Definir una estructura de capital de Kutxabank, que tenga socios con capacidad de aportar capital si el banco lo requiere.
- Aumentar el patrimonio actual de las Fundaciones Bancarias de forma que puedan seguir siendo accionistas de referencia de Kutxabank como garantes de ese modelo de negocio, y actuar además como el Fondo que toma participaciones de capital en empresas con proyección y tractoras para el territorio.
- Garantizar una actuación profesional en las Fundaciones Bancarias en la gestión de su patrimonio, para que la Obra Social se beneficie de mayores y más estables ingresos. Este es el reto al que nos enfrentamos, para el que esperamos seguir contando con el apoyo de quienes han hecho posible que hayamos llegado hasta aquí.