gasteiz- Hace dos años que se aprobó la reforma laboral. ¿Hasta qué punto ha entrado en Euskadi y cómo está afectando?
-En general el empresariado vasco está manteniendo las condiciones. Eso es ser honesto con la realidad. Es verdad que en algunas contrataciones nuevas la precariedad empieza a ser notable, y hay que estar vigilantes. La situación es de una gran incertidumbre. Más de 300.000 trabajadores han perdido su convenio, algunos los recuperan en los tribunales pero se vuelven a recurrir. Cada vez se firman menos acuerdos, y a medida que pasa el tiempo la distancia entre empresarios y trabajadores es mayor y recuperar esa situación es cada vez más difícil.
El Gobierno y los sindicatos se oponían a la reforma, pero se está aplicando. ¿Sale ganando Confebask?
-El Gobierno es contrario a la reforma pero respeta el marco normativo. La reforma no es un tótem que no se pueda cambiar, por eso en su día apostamos por acordar una ampliación de la ultraactividad. Aquello no fue posible y estamos en una situación cada vez más difícil. Los posicionamientos de algunos sindicatos son preocupantes. ¿Por qué no podemos partir de un folio en blanco donde pongamos de qué queremos hablar? El Gobierno está dispuesto a hablar de todo, de financiación, de salud laboral, del plan de empleo, de todo. Si en política es posible hoy en día el diálogo, ¿cómo no va a ser posible el diálogo social?
Antes del 7 de julio fue la patronal la que dijo que no al acuerdo.
-Mirar atrás lleva a muy poco. La responsabilidad es de todos. La sociedad nos reclama lugares de encuentro que den estabilidad a las relaciones laborales para hacer más factible la recuperación. La situación no está para grandes subidas, pero eso no es óbice para que allá donde se pueda la mejoría de la actividad revierta en los salarios.
¿Qué propuestas trasladará a los agentes en la ronda de contactos que inicia la próxima semana?
-Buscaremos lugares de encuentro. Si se dialoga puede haber acuerdos, aunque sean mínimos. Si se busca la confrontación, lo que surge es desconfianza y volver a ver quién es el enemigo. Es poco bagaje el conocer solo quién es el adversario.
¿Pero qué margen hay para llegar a acuerdos con ELA?
-El margen lo fijará cada cual. No hay un diálogo predefinido. Queremos poner un folio en blanco sobre la mesa y decir: podemos hablar de todo, sin prejuicios.
¿Incluso de cuestionar las órdenes de Bruselas o de no pagar la deuda pública como pide ELA?
-El Gobierno va a ser responsable. Eso implica cumplir con el marco normativo en un estado de derecho. Ahora que tenemos a la vista las elecciones europeas, creemos que hay que terminar con la austeridad, es necesario que la política prime sobre la economía. Que pasemos del rescate a la banca al rescate a las personas. Planteamientos un tanto demagógicos de decir que no se cumpla no llevan a ningún lado. No sé si quien dice eso a su vez no cumple con los que tiene deberes.
Tras el cruce de acusaciones por Kutxabank, ¿está la relación PNV-ELA en su peor momento?
-No tengo prejuicios. Queremos hablar con ELA de todo. Estamos dispuestos a mantener una relación bilateral con todos los sindicatos, pero los acuerdos hay que tomarlos en los foros al efecto establecidos.
¿Podría haber acuerdo sobre Hobetuz? ¿Qué piden ELA y LAB?
-La formación debiera estar fuera de discusión. La formación supone mejorar las capacidades de las personas para mejorar la empleabilidad de los desempleados y es un factor de competitividad de personas empleadas. No debe ser un instrumento de financiación de nadie. A partir de ahí me parece difícil que no lleguemos a un acuerdo. En su día sindicatos y patronales fueron capaces de acordar en Hobetuz. Uno hoy mira con envidia a aquel acuerdo. Eso hoy tiene que ser posible.
¿Puede ser Hobetuz un puente hacia acuerdos más generales?
-Debiera ser así. No hay planteamientos cerrados mas allá de que sirva para mejorar la empleabilidad y la competitividad.