Bilbao. Eroski va a intensificar el régimen de adelgazamiento iniciado al comienzo de la crisis. La cooperativa está en negociaciones con los bancos acreedores para modificar las condiciones de devolución de los más de 2.500 millones de euros que les debe, y quiere aprovechar la reestructuración del pasivo para simplificar su organigrama, ahora formado por 36 sociedades diferentes. Eroski busca crear un grupo "más ágil y competitivo" preservando la salud de sus áreas de negocio rentables para que puedan afrontar el futuro con garantías.

La compañía con sede en Elorrio envió ayer un comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores en el que explica que el proceso de renegociación de su deuda con los bancos acreedores podría dar lugar a una "reordenación de su estructura societaria", algo que ya se había apuntado los días previos como posibilidad y que ayer se confirmó por la propia compañía. La firma vasca aclaró además a la agencia Europa Press que esta modificación de su estructura irá dirigida a reducir el número de empresas que componen el organigrama, profundizando así en su estrategia de repliegue iniciada en 2008.

Aquel año Eroski entró en pérdidas por el elevado coste de Caprabo, y desde entonces no ha abandonado los números rojos. Pese a reducir su deuda notablemente, actualmente debe 2.500 millones de euros a 22 entidades financieras, con las que busca un nuevo acuerdo -en principio iba a pagar de aquí a 2017- que permita que los elevados costes que genera este agujero afecten lo menos posible a la salud de la cooperativa, ya de por sí debilitada por la crisis.

La apuesta expansiva de Eroski ha convertido el grupo vasco en un gigante con más de 2.000 establecimientos y con áreas de negocio tan distintas como la perfumería, los deportes, el sector inmobiliario o la telefonía móvil. Geográficamente está presente en prácticamente la totalidad del Estado, aunque la caída del consumo y sobre todo la competencia de rivales como Mercadona han hecho que la cooperativa de Elorrio se haya tenido que centrar en vender donde es más reconocida. Los últimos años se viene produciendo un proceso de traspaso y cierre de tiendas y almacenes sobre todo en las comunidades autónomas del sur, lo que ha dejado a Euskadi y el resto de la zona norte como prioridad estratégica. Este repliegue continuará si bien la firma explicaba ayer que no hay prevista ninguna operación de venta de activos, aunque admitía que se cerrarán supermercados que no sean rentables.

A este proceso de concentración en la zona norte le seguirá una agrupación de su estructura societaria. La diversidad del grupo se traduce en un conglomerado de hasta 36 sociedades entre las que destacan inmobiliarias o gestoras de centros comerciales, con domicilios sociales repartidos por Euskadi, Madrid, Catalunya o Galicia. Se trata de una dimensión que en estos momentos de dificultad Eroski no está en condiciones de soportar, o eso se deduce del anuncio realizado ayer. No está claro ni cómo ni en qué cantidad se producirá esta reducción del organigrama, ya que se han barajado diversas hipótesis sobre la reestructuración de su deuda, incluyendo la posible agrupación del pasivo generado por los negocios derivados de la construcción en una única sociedad, de manera que otras empresas mantengan intacto su estado de salud.

Esta posibilidad iría acorde con la intención reconocida ayer de fortalecer los negocios clave del grupo, aunque de momento se desconoce cómo quedará la estructura societaria de la cooperativa, de forma que el objetivo es reducir el número de empresas que la componen. "Se busca una estructura más ágil, más competitiva y más acorde con su actividad", indicaba ayer la empresa dando a entender que el negocio de alimentación, sobre todo centrado en supermercados de tamaño medio, será una de las prioridades.

En este sentido, la cooperativa afirma que no desea vender Caprabo a pesar de que la adquisición de la firma catalana terminó por disparar su deuda. En cualquier caso, Eroski insiste en que las negociaciones con los acreedores no han hecho sino comenzar por lo que, aunque parece que los bancos están dispuestos a ello, el acuerdo para reestructurar el pasivo aún no es una realidad y por tanto tampoco los cambios en la estructura que irían ligados a él.