Bruselas. Europa sigue empeñada en mostrar su cara más tacaña, en encogerse ante el reto que supone apostar por un proyecto en el que parece que muchos de sus socios han dejado de creer. Y el último ejemplo lo tenemos en la cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de Gobierno de la UE que, tras un maratón de 26 horas de negociaciones, cerró ayer en Bruselas un acuerdo que reducirá el presupuesto comunitario por primera vez en su historia. Los 27 tendrán durante los próximos siete años, 2014-2020, 35.000 millones de euros menos para gastar, un 3,5% menos que en el período actual.

Es lo que buscaban los países contribuyentes netos como Holanda, Suecia o Alemania y especialmente el primer ministro británico, David Cameron, que sale de la cumbre como el gran triunfador, apenas tres semanas después de prometer un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en el club. "El mayor problema que teníamos es que el límite de la tarjeta de crédito de la Unión Europea era demasiado alto, había mucho gente que quería subirlo, pero finalmente ha venido alguien que ha conseguido bajarlo", presumió en la rueda de prensa final.

alegría inglesa Cameron regresa a Londres con el cheque británico prácticamente intacto, un privilegio que no tiene fecha de caducidad y que les devuelve más de 3.000 millones de euros anuales, con el compromiso de que los eurofuncionarios trabajarán más horas por el mismo sueldo y que se harán nuevas economías en la administración y en pensiones. También Suecia y Holanda, reticentes de última hora, se marcharon a casa con un cheque anual más generoso del inicial para reducir su aportación: 185 y 695 millones respectivamente. Enfrente, Francia cedió más de lo quería. "Tenemos un acuerdo que no responde a todo lo que deseábamos, pero sí al menos a los compromisos que había asumido ante el europarlamento y los franceses: preservación de políticas comunes, apoyo al crecimiento, medidas para los europeos más frágiles, los jóvenes y los desfavorecidos, e introducción de un nuevo sistema de recursos", aseguró Hollande.

Las delegaciones tuvieron que negociar durante horas a ciegas sin ningún papel ya que el presidente del Consejo Europeo no hizo circular su oferta hasta las 6 de la mañana. Hubo preacuerdo pero hicieron falta nueve horas más para hacerlo oficial. El pacto incluye un techo de gasto de 960.000 millones de euros, 35.200 millones menos que este período, y un techo de pagos de 908.000 millones, 34.400 millones menos. Una sistema que supon para la Eurocámara aprobar unas cuentas deficitarias, un problema patente el año pasado cuando la Comisión se quedó sin dinero para pagar el Erasmus. Los principales recortes se concentrarán en las ayudas agrícolas, que se verán mermadas en un 11,3% y los fondos regionales, en un 8,4%. Tampoco habrá más ambición en investigación o Erasmus, pero sin duda el gran zarpazo se lo llevará la facilidad propuesta por la Comisión Europea para impulsar el capítulo de infraestructuras de transporte y energía y revitalizar el crecimiento. Esta partida, de nueva creación y de la que se nutrirá la Y vasca, sufrirá un recorte respecto del 25%. Una bajada a la que ayer el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, intentó quitarle hierro recalcando que España de todas formas mantiene su saldo positivo -de unos 14.000 millones- y que seguirá siendo receptor neto hasta 2020. La clave es que España aportará 3.400 millones menos y que se beneficiará de ayudas a regiones más la lucha contra el paro con una nueva partida de 6.000 millones que se distribuirá entre todas las regiones europeas que tengan una tasa de paro superior al 25%. Rajoy espera arrancar entorno a 1.000 millones.