Vitoria. La supresión de la paga extra de Navidad para muchos funcionarios ha reavivado una polémica que enciende la calle solo cuando se menciona. Y es el número de pagas en las que cobrar el salario. En España es tradición percibir 14 pagas, doce mensualidades más dos pagas extraordinarias que se dan en verano y en Navidades. Sin embargo, algunas empresas siguen el modelo de otros países de retribuir el salario anual en doce nóminas, haciendo el prorrateo de las pagas. Si le dejan elegir, ¿qué prefiere? ¿cobrar en doce veces o cobrar en catorce?
Isabel Otxoa, profesora de Derecho de Empresa en la Escuela de Relaciones Laborales de la UPV, lo tiene muy claro. "Lo ideal serían doce. No es lógico que a la gente se le pague el salario en diferido porque eso es lo que implican las pagas, que te pagan de forma aplazada. Si yo fuera empresaria, me parecía estupendo porque así abono más tarde mi deuda, pero como trabajadora me quedo con las doce", aclara Otxoa.
Aunque a mucha gente le de un subidón con esa inyección de liquidez que supone cobrar la extra, sin embargo otros mantienen que desde el punto de vista de la matemática financiera, para el mismo salario bruto anual, es más dinero cobrarlo en 12 pagas que en 14. Y no solo por el interés que le puedas sacar en una cuenta, si no por el simple hecho de la existencia de la inflación en esos seis meses en los que se va generando el famoso aguinaldo.
Porque realmente así fue concebido. Las pagas fueron un parche de Franco para esconder la crisis del momento, una limosna dentro del ambiente de represión que sufrían los trabajadores. Creada en diciembre de 1944, el Ministerio de Trabajo de la época dispuso que se abonara una gratificación equivalente a la retribución de una semana, pero un año más tarde, una nueva orden, aprobó que la paga tuviera carácter general e indefinido. La prerrogativa de la dictadura pretendía acallar el descontento popular en tiempos de miseria. En 1947 entró en vigor la extra del 18 de julio, otra rémora franquista.
Desde algunos ámbitos se subraya el grave error que se comete al considerar esta paga como una propina o un beneficio adicional cuando este dinero no es más que una catorceava parte de nuestro salario -o pensión- a la que tenemos tanto derecho como al resto de pagas. "Cuando los políticos dicen que se ven obligados a suprimir una o dos pagas extras, deberían decir que están reduciendo el salario en un 7% o un 14%", afirman los economistas.
Los bonus que, en otros países, dan algunas empresas a sus trabajadores, generalmente basados en los beneficios obtenidos por la compañía, son los auténticos extras, ya que son cantidades adicionales que la empresa puede dar discrecionalmente a sus empleados sin que formen parte del contrato laboral.
Ahorro obligatorio La lectura que hacen los expertos es que al suprimir la paga, el Gobierno ha optado por la vía menos mala. "Han ido a buscar una salida para reducir el salario de los empleados públicos y han atacado la parte que entienden que es difícil que esté comprometida con hipotecas. Han elegido eliminar la paga extra porque realmente es mejor que bajarles el sueldo mensual ya que igual les dificulta menos su día a día", explica Miguel Angel Calle, del Colegio vasco de Economistas. "Aunque es cierto que casi todos los trabajadores tienen una estructura de gastos mensual que intentan ajustar a sus ingresos y es probable que les metas en menos apuros quitándoles una paga que un catorceavo del sueldo. Es una cuestión de elección", argumenta Calle.
Muchos consideran que la fórmula de los aguinaldos extra es un forma de ahorro obligatorio que hace una empresa por su trabajador sin darle ningún interés. "Si te pagan en doce mensualidades podrías perfectamente meter en una cuenta la cantidad que la empresa te descuenta del sueldo para generar la siguiente paga extraordinaria y al final de los seis meses de espera tendrías en dicha cuenta la paga extraordinaria más los intereses", afirma Raúl Agirre, un trabajador que sigue teniendo la suerte de contar con su salario mensual y sus dos pagas. Otros atribuyen a la falta de cultura financiera la costumbre de no manejar los salarios con el bruto anual ya que los trabajadores prefieren quedarse con el concepto del neto mensual, que depende, evidentemente, del número de pagas y de las retenciones practicadas.
"El único problema que veo en las doce mensualidades -especifica Isabel Otxoa- es que actualmente recurren a esta fórmula solo aquellas empresas donde se paga muy poco, grandes superficies, teleoperadoras, ETTs... porque al prorratear las pagas solo pretenden inflar unos salarios que son ínfimos".
Rémora franquista Y es que el concepto de la paga como aliviadora de dramas no es nueva. El Generalísimo impuso hace 67 años esta fórmula para esconder la dramática caída de los salarios y el encarecimiento del nivel de vida, y se mantuvo con la Constitución de 1978 hasta nuestros días. "La magnitud de la caída de los salarios provocada por el primer franquismo no tuvo parangón en Europa. Llegó a poner en peligro la propia subsistencia biológica de la fuerza de trabajo, al tiempo que afectaba negativamente al ritmo e intensidad del trabajo fabril", asegura el economista Jordi Catalán.
No hay que olvidar que nada más terminar la Guerra Civil se había pasado de la semana de 40 horas a la de 48, y se habían restablecido los salarios vigentes antes del 18 de julio de 1936. Pero, de hecho, la mayoría de los trabajadores debían trabajar diez y once horas diarias durante los seis días laborables de la semana.