Bruselas no gana para fracasos esta semana. El lunes la eurozona cerraba una maratoniana negociación de doce horas sin acuerdo sobre cómo resolver los problemas de sostenibilidad de la deuda griega y ayer los 27 líderes de la UE fueron incapaces de pactar el marco presupuestario 2014-2020, el acuerdo que regirá cuánto y cómo pueden gastar los gobiernos en los próximos siete años. La oferta presentada por el presidente de la UE, Herman van Rompuy, recorta en 80.000 millones de euros el techo de gasto propuesto originalmente por la Comisión Europea. Un tijeretazo insuficiente, a juicio de los países ricos del norte de Europa, que Van Rompuy no descarta tener que aumentar durante la próxima etapa de la negociación.

"Algunos querían menos recortes y otros más así que opté por mantener la línea pero no excluyo que en próximas etapas tenga que modificar el nivel de gasto", admitió el político europeo en su comparecencia final. Van Rompuy no aclaró en que dirección meterá la tijera pero dadas las exigencias que ayer pusieron sobre la mesa los países del norte de Europa parece evidente que tendrá que ajustarlo a la baja. "Francamente el acuerdo no era lo suficientemente bueno ni para Reino Unido ni para otros países como Suecia, Holanda, Finlandia y Dinamarca", recordó el premier británico, David Cameron, que no aceptará un acuerdo a cualquier precio y que exigía ayer un recorte adicional de 30.000 millones de euros. "Todos estos países son contribuyentes netos y juntos decimos que no vamos a hacer recortes en casa para después venir aquí y firmar grandes incrementos en el gasto europeo".

En la batalla de ayer, que comenzó el jueves con decenas de encuentros bilaterales, Alemania se alineó con el eje más duro rechazando la oferta de Van Rompuy y pidiendo más tiempo. "Podemos imaginarnos recortes (adicionales) pero tampoco estábamos todavía muy de acuerdo en otros elementos en general", esgrimió la canciller Angela Merkel. Y es que los países ricos no solo discrepan del techo de gasto -de 973.000 millones de euros- sino de la distribución que de este dinero plantea Van Rompuy. Su última oferta, diseñada para contentar a Francia, Italia, España, Irlanda y los países del este de Europa, amortiguaba los recortes planteados inicialmente en las ayudas regionales y el gasto agrícola a costa de las inversiones destinadas desde Europa a las políticas de Innovación y Desarrollo, la energía, los transportes, las telecomunicaciones y la política exterior.

Así que si el presidente europeo se ve obligado a meter de nuevo la tijera de un capítulo que ha salido virgen de este ejercicio de poda, el de la administración. Una partida que se lleva apenas el 5% del presupuesto europeo pero que simbólicamente es muy importante para Reino Unido. De hecho, Cameron no desaprovechó ayer la ocasión de reiterar lo que piensa del gasto de la burocracia europea. "En Reino Unido hemos cortado el gasto administrativo un tercio y reformado las pensiones por primera vez en décadas. Mientras tanto, Bruselas sigue en un universo paralelo. Anoche la CE no ofreció ni un euro de ahorro. Es insultar a los contribuyentes europeos", se quejó. Reino Unido aspira a mantener el cheque británico, el que arrancó Margaret Thatcher para compensar el escaso retorno de ayudas agrícolas que recibían del presupuesto europeo. Una compensación que exigen también otros contribuyentes.

"No hay ni ganadores ni perdedores porque no hemos acordado nada", aseguraba ayer el presidente galo, François Hollande. "No hay necesidad de dramatizar. Estas negociaciones sobre el presupuesto son tan complejas que normalmente requieren dos rondas", recordó Van Rompuy. No hay fecha oficial para una nueva cumbre. Tendrá lugar a comienzos del mes de febrero.