BILBAO. Eroski no ha podido sustraerse a la debilidad del consumo en el Estado y aunque la caída de sus ventas en un 3% es ligeramente inferior al 3,3% que se redujeron las del sector de alimentación no pudo evitar cerrar 2010 con unas pérdidas consolidadas de 64 millones, según la cooperativa vasca. Dicha cifra supone una mejora del 7% respecto al ejercicio precedente, lo que supone una evolución positiva teniendo en cuenta que el gasto por persona bajó casi un 5%.

El esfuerzo en reducción de gasto realizado por los gestores y trabajadores del grupo cooperativo le permitió alcanzar un ebitda o resultado bruto de 419 millones, similar al ejercicio precedente pese a que la facturación global se redujo un 3% y alcanzó los 8.170 millones de euros.

El grupo cooperativo vasco realizó un esfuerzo adicional importante para reducir su deuda con las entidades financieras en 471 millones de euros. Eroski, que desde hace unos meses está dirigida por Agustín Markaide tras la jubilación de Constan Dacosta, ha realizado varias operaciones de lease-back porque ha vendido los locales de varios hipermercados aunque manteniéndose en los mismos en alquiler con contratos a largo plazo. Adicionalmente, el grupo dotó con 70 millones de euros el deterioro del valor de los activos.

La caída de las ventas en un 3% se debió, según fuentes de la empresa de Elorrio, principalmente a la reducción de precios de los productos de mayor demanda por la guerra de precios desatada en el sector por la presión de los consumidores que han convertido al factor precio en el factor supremo de decisión en las compras.

más competitivos Para mantener su posición en el mercado, Eroski, que apuesta claramente por ser competitivo con cualquiera en la cesta de los productos básicos de compra, ha realizado un esfuerzo a la baja en precios que, según la sociedad integrada en el grupo cooperativo de Mondragon, ha supuesto un ahorro a los clientes de 143 millones de euros.

Según la compañía vasca, estos datos se producen en un contexto general de descenso de la actividad, principalmente por el aumento del desempleo -en tasas históricas ya- y de la desconfianza de los consumidores por la situación económica general, a lo que se suma la subida del IVA. Todo ello redundó en una reducción del consumo de las familias.