TORONTO. Los líderes de las 20 mayores economías del mundo (G-20) reunidos en Toronto acordaron recortar a la mitad los déficit de los Gobiernos para el 2013, de acuerdo al borrador del comunicado que será emitido tras la cumbre. Sin embargo, el grupo dejará que cada país decida cómo reparar su maltrecho presupuesto. Así lo ha dejado patente el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, en una rueda de prensa previa a la cumbre: "Saldremos de la crisis a velocidades diferentes".

"Las cicatrices de la crisis todavía están ahí. Por tanto, esta cumbre debe tratar fundamentalmente sobre el crecimiento económico", dijo Geithner, haciendo pública la tesis norteamericana en Toronto pero reconociendo implícitamente las ideas de Alemania de priorizar la reducción del déficit público.

"Nuestro desafío, el del G-20, es que todos trabajemos para reforzar las perspectivas de crecimiento. Esto exigirá diferentes estrategias en diferentes países. Saldremos de la crisis a velocidades diferentes", señaló Geithner.

"Vamos a llegar con diferentes actitudes, porque estamos en diferentes situaciones" pero subrayó que "es completamente apropiado" que países como España o Grecia tomen medidas "rápidas" para tranquilizar a los mercados.

En casos como el de Grecia o España "es muy importante que se muevan con mucha rapidez para demostrar a los mercados que tienen la voluntad de actuar", agregó el secretario del Tesoro.

La Cumbre del G-20, el grupo que acoge a las mayores veinte economías del mundo, incluidas la de los mayores países emergentes, arrancó ayer en Toronto (Canadá), con la presencia del Estado español como invitado.

Tras una reunión del exclusivo club de los ricos de toda la vida, el denominado G-8, en la que se habló más de alta política y sanciones a Irán por su carrera nuclear que de otra cosa y que puso de manifiesto la falta de un liderazgo mundial fuerte, la jornada se cerró con una cena de gala ya con todos los invitados de los 20 países miembros.

En las reuniones preparatorias a la escenificación de la cumbre de ayer quedaron dos cosas claras: Primero, que Estados Unidos quiere mantener los planes de estímulo económica vía fiscal aunque no recorte su déficit, que también es cosa seria para poder crecer; y Europa quiere reducir el elevado déficit público a toda costa con un ajuste duro que va a lastrar el aumento del PIB y la demanda

Segundo, por mucho que algunos en Europa lo intenten, la banca siempre gana, y los intentos de controlar sus prácticas especulativas, su intervención en derivados y demás tipos de actividades que ha ayudado a la agudización de la crisis, quedarán en agua de borrajas por la oposición frontal de los lobbys financieros anclados en Londres y Nueva York que condicionan la actuación de sus ejecutivos aunque Barack Obama, pidió a las principales economías del mundo que finalmente se apruebe una reforma del mercado financiero a nivel mundial, que sea eficaz para impedir una crisis como la de 2008.

Obama volvió a dejar claro que los bancos estadounidenses que recibieron inyecciones multimillonarias de dinero durante la crisis tienen que devolver el dinero prestado. Pidió al Congreso que apruebe su proyecto de ley, que contempla un impuesto bancario de 90.000 millones de dólares para los próximos diez años. "Tenemos que introducir esta tasa para los bancos, que en la crisis financiera fueron los que más se beneficiaron de las ayudas que aporta el contribuyente", dijo. Bonitas palabras que, según los analistas, posiblemente se las lleve el viento aunque se fije una tasa bancaria que Canadá o Japón, rechazan de pleno.

Los americanos usan el billete verde para controlar las transacciones mundiales y pagar las materias primas, petróleo sobre todo, pero ahora no quieren un euro débil porque ello favorece las exportaciones europeas, alemanas más bien, a EE.UU. y dificulta las de bienes estadounidenses a Europa, y mientras eso ocurra la endeudada economía americana, un gigante con pies de barro, sigue sin crear empleo de verdad porque las grandes compañías norteamericanas de bienes de consumo aunque diseñan en Estados Unidos, fabrican en China y no pagan impuestos, casi, en territorio americano, gracias a su marejada de sociedades filiales por medio mundo.

Europa, económicamente, está peor que Estados Unidos, pero el país de Obama no está tan bien como quiere parecer. Los brotes verdes que se anunciaban a finales de 2009 han frenado su germinación. La Fed ha rebajado su previsión económica y reconoce que las condiciones financieras empeoran.