Son muchos los ciudadanos que utilizan a diario el autobús, el tren o el metro, bien por no disponer de vehículo propio o por la incomodidad o dificultad que a veces supone desplazarse al centro de las ciudades en coche, moto o bicicleta

Descuentos, mejoras en los servicios y campañas de información son algunas de las medidas que adoptan las autoridades, locales o nacionales, para fomentar el uso del transporte público. Sin embargo, la experiencia de los usuarios no siempre es positiva, y no precisamente por el propio servicio de transporte, sino por las actitudes incívicas de algunas de las personas que viajan en ellos. Hay quien se olvida de que se trata de un espacio compartido y lo que debería ser un viaje tranquilo se convierte en un calvario.

Una pareja utiliza el móvil para hacerse un selfie en el tren.

Viajeros que escuchan música del móvil sin cascos, ven vídeos de TikTok o partidos de fútbol con el altavoz al máximo o mantienen conversaciones telefónicas o videollamadas a todo volumen están a la orden del día en el transporte público, algo que no solo resulta molesto, sino que también irrita por su falta de civismo.

Regulación en Portugal

Pues bien, mientras en España por el momento las autoridades se limitan a lanzar avisos y sugerencias sobre la conveniencia de hablar en voz baja, Portugal ha ido un paso más allá. En 2024, la Autoridad de Transporte y Movilidad lusa (AMT) puso en marcha una campaña para frenar el uso inadecuado del volumen del móvil en los transportes públicos, el cual lleva aparejado una sanción.

Según la ley portuguesa, hacer ruido que moleste a otros pasajeros está considerado como una infracción por falta de civismo. Esto incluye expresamente el uso de aparatos sonoros como teléfonos móviles y contempla sanciones económicas que van desde los 50 hasta los 250 euros. Hasta la fecha, las multas han sido impuestas únicamente a usuarios del transporte ferroviario.

La iniciativa de las autoridades lusas no pretende solo castigar, sino también concienciar; más allá de las multas, el objetivo es fomentar un uso adecuado y cívico del teléfono móvil para devolver la armonía al transporte público.

Para ello impulsan campañas informativas, refuerzan los avisos ya existentes y están implementando los llamados vagones del silencio. Estos ya están presentes en países como España (AVE y Euromed) o Francia (TGV INOUI) y son un oasis para muchos usuarios: en ellos no se permite hacer llamadas ni emitir cualquier ruido que pueda molestar.

Una mujer escribe un mensaje en el móvil y, al fondo, otra escucha música con cascos.

Cuestión de respeto

Regular el ruido en el transporte público no es solo pues una cuestión de comodidad, sino también de respeto. Por eso, las autoridades portuguesas no se han limitado a los trenes: las compañías de autobuses también están empezando a vigilar el uso del móvil y hasta el volumen de la radio del conductor, que puede resultar molesto para los viajeros de las primeras filas.

No debemos perder de vista que el transporte público es un bien común y que su uso debería guiarse por normas básicas de educación y empatía. Y aunque el cambio real empieza por la concienciación individual, las medidas institucionales pueden marcar la diferencia.

Campañas curiosas

Dentro de nuestras fronteras, las empresas de transporte, conscientes del problema, siguen esforzándose en concienciar a la población y algunas lo hacen arrancando una sonrisa. Es el caso de Metro Bilbao que, con motivo de su campaña No molestar, ha mandado a dos loros a revolotear por el andén de la estación. La misión de las personas que se encuentran bajo el disfraz es recordar a los usuarios la obligación de usar auriculares, no hablar en voz alta y respetar a quienes viajan en el tren.

Si de toda esta problemática se puede sacar algo en claro, además de la necesidad de mantener siempre un comportamiento cívico, es que el silencio es un privilegio a veces infravalorado. La ausencia de ruido es un derecho de todos y disfrutar de un trayecto tranquilo debería ser la norma, no la excepción. Quizás ha llegado el momento de que más países den un paso al frente en favor de un transporte público más cívico y respetuoso