Las redes sociales son un escaparate al que se asoman tanto las vidas más modestas como aquellas que destilan lujo. Casas y coches al alcance de unos pocos, viajes de ensueño, ropa de marca o exclusivos restaurantes son algunos indicadores del elevado nivel de vida del instagramer o del tiktoker en cuestión.

Pues bien, desde hace un tiempo, las redes sociales cuentan con un usuario especial, una especie de ojo que todo lo ve, y no es otro que la Agencia Tributaria (AEAT). Su objetivo no es cotillear la vida de nadie, pero sí seguir de cerca todo lo que tenga que ver con su dinero.

Así, Hacienda permanece muy atenta a todo lo que se cuece en las redes sociales. Si el estilo de vida exhibido por el usuario se corresponde con los ingresos que cada año plasma como contribuyente en la declaración de la renta, solo le queda seguir disfrutando de ese estatus. Sin embargo, si esa vida a todo tren no cuadra con el dinero que esa persona declara que gana, podría situarse en el punto de mira del fisco.

La cruzada contra el fraude fiscal iniciada por la Agencia Tributaria (AEAT) puede convertir lo que hasta ahora se consideraba mero postureo en un serio problema. Las redes sociales se han convertido en un instrumento muy útil para detectar a esos ciudadanos que muestran vidas de lujo, pero que luego declaran unos ingresos muy por debajo de lo que sería lógico para ese nivel de vida.

Un grupo de amigos disfruta de una fiesta en la azotea de un edificio.

Herramientas de control

Para realizar este control sobre el contribuyente, la Agencia Tributaria no solo se limita a la observación manual de perfiles, sino que emplea avanzadas herramientas de análisis de datos y técnicas de minería de datos que permiten rastrear toda la actividad pública en internet.

Lleva también años trabajando con inteligencia artificial e incluso con geolocalización para cruzar la información pública de las redes sociales con las declaraciones de la renta, el IVA o el IRPF.

También tiene acceso a una red de datos que incluye información bancaria, registral, notarial y de compraventa. Todo esto facilita al fisco estrechar el cerco sobre los defraudadores y si este aprecia que la forma de vida dista significativamente de lo que se declara, se iniciará una inspección que puede derivar en la correspondiente sanción.

Posibles desajustes en la declaración de la renta, mostrar un estilo de vida que no se corresponda con los ingresos, posibles denuncias o chivatazos incluso anónimos, movimientos de dinero sospechosos, tener una actividad económica oculta o empresas con irregularidades son algunos de los motivos por los que Hacienda puede abrir una investigación.

Derecho a la intimidad

Este uso de las redes sociales por parte de Hacienda plantea un debate y es hasta qué punto el fisco puede justificar la intromisión en la vida privada de los ciudadanos.

Pues bien, la normativa de protección de datos es clara al señalar que cualquier medida de control debe ser justificada, necesaria y equilibrada para garantizar el cumplimiento de las obligaciones fiscales. Es decir, la Administración debe actuar dentro de un marco legal que proteja los derechos fundamentales de los contribuyentes, como su derecho a la intimidad y al secreto de las comunicaciones.

Cómo evitar problemas

Para evitar levantar falsas sospechas por parte de Hacienda al analizar las redes sociales, es importante tener sentido común y mantener la coherencia entre lo que se publica y lo que se declara. Publicar fotos de viajes de lujo, coches caros o una vida excesivamente acomodada y declarar ingresos bajos despertará todas las alarmas en el fisco.

Además, si dices que vives en otro país para pagar menos impuestos, pero tus redes sociales muestran que pasas la mayor parte del tiempo en España, también podrías tener problemas con Hacienda.