La Coppa Bernocchi es una clásica con más un siglo de vida que honra la memoria de Antonio Bernocchi, un empresario textil y gran filántropo. Bernocchi fue senador de Italia y fundó y financió el Hospital Bernocchi en Legnano además de donar fondos para la creación de escuelas. Parte de su fortuna sirvió para reconstruir la Scala de Milán, el templo del bel canto en Italia tras los escombros de la guerra.

En 1849, Giuseppe Verdi estrenó la ópera La battaglia di Legnano, inspirada en la victoria de la Liga Lombarda frente a Federico Barbarroja, un hecho histórico que se canta en el himno de Italia, Fratelli di Italia, en su versión original. En la batalla de Legnano ondeó la bandera de Francia de Dorian Godon, vencedor al esprint.

El francés, que se incorporará al Ineos los próximos tres años, mostró, exuberante, su bigote pelirrojo enfundado en la bandera de Francia. Fue el primero en presentarse en Legnano. El abanderado.

Estiró más que nadie sus 1,90 metros para resolver la carrera, un asunto de velocidad. Godon batió a Andresen por algo más de un palmo y a Lonardi.

En la tierra del himno de Italia se agitó la tricolor francesa. La composición italiana, musicalmente, es una invitación a la dolce vita, como una charanga en días de fiesta que recorre las calles despreocupada, aunque el himno posee la solemnidad de los cánticos de las naciones y la efervescencia patriótica. Los golpes en el pecho de redoble de tambor.

El himno de Italia, que suena alegre, tanto que no parece un canto de exaltación patria, no posee el hipnótico fuerza evocadora y catalizadora de La Marsellesa, que alcanza el cénit de su poder en Casablanca, cuando los clientes del Rick’s Cafe Americain, el de Bogart, se sublevan con sus voces rebeldes a los cánticos nazis, a los que acallan. Es una de las mejores escenas de la historia del cine.

Emoción en los últimos kilómetros

La Coppa Bernocchi tiene el encanto de las pequeñas cosas, de los cafés alejados de la muchedumbre y de las prisas que invitan a la calma y a lectura. La prueba es una de las clásicas que pertenecen al Trittico Lombardo, junto a la Coppa Agostoni y a los Tres Valles Varesinos.

Ensayos todos de Il Lombardia, Monumento que aguarda el sábado otra exhibición de Pogacar. El esloveno, que conquistó el Europeo con otra actuación sideral vestido con el maillot de campeón del mundo, no estaba en el elenco que recorría alegre Legnano.

La carrera, sin la participación del esloveno, tenía más emoción por el simple hecho de que se desconocía la identidad del vencedor desde la salida.

Al menos se ventilaba la competición, más abierta y suculenta para el resto, que no debían medirse al ogro esloveno que todo lo devora en los 191,6 kilómetros con la tachuela de Caramamma, que se ascendía en tres ocasiones.

En Legnano, a la subida le llaman el Piccolo Stelvio por esas curvas insinuantes y estupendas que lo emparejan con el gran coloso, aunque en miniatura.

Después de varias agitaciones, se formó el grupo de los elegidos, con una docena, en la que sobresalían Jay Vine, Brennan, Matthews...

Su pulso, intenso y decidido, llegó al callejero de Legnano, donde la interferencia del pelotón era cada vez mayor.

Presionó la mayoría y descabezaron la revuelta a una brazadas de la llegada, cuando se conformó el baile frenético del esprint y se desplegó el duelo final entre los más rápidos. En ese escenario, Godon ganó la batalla de Legnano.