El Tour de Francia acostumbra a agasajar a aquellos protagonistas que hacen grande a la carrera francesa. A los que de una u otra manera la viven desde dentro, sean corredores, auxiliares, periodistas…

Porque desde la propia organización entienden que si el Tour tiene algo de especial es el aura que le rodea. Es la prueba con más seguimiento del mundo, la que más patrocinios genera y la que en suma más impacto tiene.

Por eso, nada pasa desapercibido. Ni tan siquiera un breve reconocimiento a alguien que ha sido partícipe durante al menos veinte años de la cita gala. En esta edición lo puede decir abiertamente Luis Mari Díaz de Otazu, corredor primero y mecánico después.

Bonito recuerdo para siempre

Su larga trayectoria como auxiliar le ha servido al menos para tener el reconocimiento de la ASO –compañía organizadora del Tour– en forma de placa. “A comienzo de temporada mandan a cada equipo un mail solicitando información de algún integrante que haya llegado a tal número de participaciones. Entonces mi compañero Tullio Pellicioli me dijo que iba a pedirlo y le comenté que también pidiera la mía”, describe el que fuera ciclista de la ONCE entre otros conjuntos.

Otro auxiliar del Alpecin y un director del Tudor han sido en esta ocasión igualmente agasajados por la organización de la Gran Boucle. En cualquier caso, un bonito recuerdo que Díaz de Otazu tendrá para siempre.

En una edición, a su juicio, más caótica a nivel logístico para los equipos; desplazamientos entre etapas y hoteles cada vez más largos, lo que implica llegar más tarde a sus lugares de descanso y con ello más masajistas para atender a los corredores para que no se haga tarde a la hora de cenar y posteriormente irse a descansar.

“Este año ha sido una barbaridad, tanto en las salidas como en las llegadas. Más de un día hemos cerrado el camión a las diez y media de la noche. Ahora está de moda en los ciclistas cambiar de desarrollo casi todos los días, con lo que implica más trabajo a parte de las ruedas, lavar la bicis… Ahora vienen a las carreras siete masajistas porque no hay otra manera de hacerlo y eso conlleva que estemos menos escuadras en cada hotel, con lo que el diámetro de encontrar alojamiento cerca de las etapas se estrecha y tienes que desplazarte mucho más”, describe el mecánico de Albéniz.

Pequeño descanso antes de la Vuelta

Ello conlleva igualmente más medios de transporte. A los habituales coches y autobuses de equipo cada vez se añaden otros elementos como camiones cocina o incluso ya furgonetas para el hielo.

“Hay equipos que llevan dos camiones y el número de coches también es mayor en la mayoría. Es tremendo. Recuerdo que en Toulouse, donde solemos estar en el hotel tres conjuntos, esta vez hemos estado sólo nosotros con Visma. Ocupábamos lo que antes tres bloques porque el número de vehículos cada edición va a más”, asume con cierta resignación el auxiliar alavés.

Luis Mari disfruta estos días de un pequeño descanso antes de volver a hacer la maleta y viajar a Italia, donde comienza este año la Vuelta a España.

Otra grande más en su mochila que afrontará con la mayor de las motivaciones. “Es que ya no son las tres semanas de carrera que se dice. Son cuatro porque tienes que estar en el punto de salida varios días antes. Y al acabar pasa algo parecido, no te vas a casa directamente tras la última etapa”, apostilla Díaz de Otazu.

"A comienzo de temporada mandan a cada equipo un mail solicitando información de algún integrante que haya llegado a tal número de participaciones. Entonces mi compañero Tullio Pellicioli me dijo que iba a pedirlo y le comenté que también pidiera la mía"

Luis Mari Díaz de Otazu - Mecánico alavés del Jayco

Lo dice con conocimiento de causa tras lo vivido hace una semana en París. Él no fue a los Campos Eliseos, pero tampoco llegó a Vitoria el domingo. Tuvo que viajar a la base que el Jayco tiene en Italia con otros auxiliares para dejar los vehículos que habían utilizado en la Gran Boucle, lo que retrasó su vuelta a casa.

“Desde las seis de la mañana que empezamos a preparar los coches el domingo hasta las cuatro del día siguiente no llegamos a la base, casi 24 horas en danza. Lo hicimos para evitar el atasco de Montblanc, que ahora es una época de mucho tráfico en esa zona”, desvela.

Es la intrahistoria del galardonado mecánico alavés que acumula 25 temporadas entre piñones y tubulares y que las ha visto de todos los colores.