El waterpolo femenino alavés se encuentra de enhorabuena y es que el curso que viene una de sus mejores exponentes formada en el Lautada competirá en la División de Honor. La joven de 23 años logró junto a su equipo, el Horta-Haxelia, el ascenso a la élite de este deporte, un éxito que tendrá que combinar con su dura profesión, la ingeniería espacial.

Después del gran éxito cosechado y tras unas semanas de mayor tranquilidad, ¿qué sensaciones le embargan en este instante?

Creo que hablo en mi nombre y en el de mis compañeras cuando comento que estamos muy contentas por la temporada realizada. En especial, por todo lo que hemos hecho y por lo que hemos disfrutado. Después de todo el esfuerzo y el sacrificio que nos ha supuesto, hemos conseguido llegar hasta este ascenso que tanto queríamos.

Sonia García, jugadora de waterpolo DNA

Es cierto que el objetivo se les estaba resistiendo desde hace unos cursos y ahora por fin se ha logrado.

Sí, así es. Hemos caído en semifinales dos veces consecutivas, el año pasado en la final y este año lo hemos conseguido con mucho esfuerzo. Además, ha sido una temporada en la que hemos disfrutado mucho, ya que la mayoría de las jugadoras éramos las mismas que en las semifinales anteriores, y por ello hemos sido un bloque bastante unido y consolidado. 

Jugaremos en la mejor liga de waterpolo del mundo, así que es un salto muy importante en cuanto a intensidad, físico y calidad

¿Qué va a cambiar el ascenso en sus vidas a partir de ahora?

Principalmente, que jugaremos en la mejor liga de waterpolo del mundo, así que es un salto muy importante en cuanto a intensidad, físico y calidad. Creo que es un salto a todos los niveles. Estamos muy contentas por los nuevos retos y objetivos, pero a su vez tenemos un poco de nostalgia al ver que esa espinita que teníamos clavada la hemos sacado. Nos vienen nuevos retos y, para ser sinceras, lucharemos por la permanencia. 

Nuevos desafíos en el futuro y recién ascendidas, pero ¿miran más allá de la salvación?

De momento, siendo realistas y a corto plazo sólo miramos la permanencia. A partir de ahí, todo lo que venga será un regalo. Por ejemplo, si conseguimos clasificarnos para la Copa de la Reina, que supone estar entre las ocho primeras de 12, pues adelante, pero de momento el objetivo claro es la permanencia. 

¿Cómo le ha cambiado la vida el waterpolo? ¿La piscina es su vida?

Sí, la verdad es que sí. En Vitoria, cuando empecé en el Lautada, ya iba los fines de semanas de piscina en piscina por todo Euskadi, y cuando me fui a Barcelona a los 16 años, seguí con esa misma trayectoria. Es cierto que el deporte me ha aportado muchos valores y amistades y gente increíble que conoces en las piscinas. 

¿Qué representó para una niña de 16 años dar ese paso tan grande?

Supuso un cambio grande, pero al estar haciendo lo que me gustaba se llevaba algo mejor. Como se suele decir, sarna con gusto no pica. Me supuso un gran sobreesfuerzo, pero estaba haciendo lo que quería y lo que me gustaba, y la gente de aquí me recibió con los brazos abiertos y me puso las cosas muy fáciles para sentirme como en casa. 

Creo que la clave es la disciplina y la rutina. De lunes a viernes tengo la universidad por la mañana, las prácticas por la tarde, y por la noche entreno

¿Cómo lo trató con sus padres?

Sinceramente no me acuerdo mucho de ese momento, pero vimos la oportunidad y sabían que al margen de crecer deportivamente, también me daba la oportunidad de crecer personalmente. Por lo tanto, ellos me invitaron y me apoyaron para hacerlo. 

El waterpolo es un deporte minoritario y supone un sobreesfuerzo económico y físico. ¿Cómo se lleva ese día a día con su máster?

Estoy haciendo ingeniería y ahora mismo estoy en mi segundo año de Máster. Acabé la carrera hace un año y toda la vida he compaginado el deporte con los estudios, desde que era pequeña. La carrera fue un poco más exigente, pero era a lo que estaba acostumbrada y era seguir con la rutina. Luego, conseguí prácticas en una empresa y me organicé para compaginarlo todo. 

Sonia García, jugadora de waterpolo DNA

¿De dónde saca el tiempo?

Mucha gente me lo pregunta (risas), pero la verdad es que no lo sé. Creo que la clave es la disciplina y la rutina. De lunes a viernes tengo la universidad por la mañana, las prácticas por la tarde, y por la noche entreno. Luego, los sábados tenemos partidos y los domingos me tengo que volver a centrar con los estudios. 

¿Cuántos días a la semana entrena?

Entreno todos los días de lunes a viernes en el agua, normalmente una hora y media o dos. Y fuera de la piscina, lo que es el gimnasio, suelen ser dos o tres días por semana. Dependiendo del periodo de competición hemos llegado a hacer cuatro entrenamientos de gimnasio.

¿De dónde viene su afición por la piscina?

Empecé en los cursillos de natación, pero vi que existía el waterpolo en Vitoria, y me gustaba mucho más estar con la gente jugando con un balón, que estar nadando de un lado para otro en la piscina. Lo probé y hasta el día de hoy. 

Me gustaría dar visibilidad al waterpolo en Vitoria para que los niños sepan que existe porque creo que hay desconocimiento

¿En un futuro se ve capaz de vivir del waterpolo?

La verdad es que no, es muy difícil y muy pocos los consiguen. Te diría que los cuatro primeros equipos de la liga española y algún fichaje del extranjero. Creo que no es viable, así que seguiré con la ingeniería (risas).

¿Tiene algún objetivo que le gustaría alcanzar en el waterpolo?

Sinceramente, mi objetivo desde hace tiempo era estar en División de Honor, y ahora que lo he conseguido estoy un poco expectante con la siguiente temporada y lo qué nos deparará. A partir de ahí empezarán a aparecer objetivos más consolidados. 

Recuerdo la final del ascenso como algo muy bonito y me lo imagino en casa y hubiera sido aún más

¿Cree que el waterpolo en Vitoria necesita un empujón?

Sí. Además, me gustaría dar visibilidad al waterpolo en Vitoria para que los niños sepan que existe porque creo que hay desconocimiento. Todo lo que he vivido hasta ahora, en Vitoria hubiera sido imposible. Recuerdo la final del ascenso como algo muy bonito, y me lo imagino en casa y hubiera sido aún más.

¿Se imagina el día de mañana ayudando a un club de waterpolo de Vitoria?

No lo descarto. A pesar de haberme marchado tanto pronto soy gasteiztarra y lo llevo en el corazón, y sigo barriendo para casa.