“Física y mentalmente me veo para seguir, pero creo que ahora mismo mi curva no puede ser ascendente”
El 17 de junio confirmó que cuelga el silbato y las muestras de respeto hacia Juanma Uruñuela no tardaron en sucederse por su contribución al arbitraje
Después de 45 años en activo, seis Juegos Paralímpicos a sus espaldas y muchas experiencias inigualables para cualquier deportista alavés, el incombustible colegiado Juanma Uruñuela ha decidido colgar el silbato y poner el merecido punto y a parte a una carrera excepcional.
¿La retirada ha sido una decisión que le ha costado mucho tomar?
En 2021 decidí que se acababa el baloncesto profesional e internacional, pero me he mantenido un tiempo para colaborar aquí, a nivel estatal, en el baloncesto en silla de ruedas. Es cierto que física y mentalmente me veo para seguir, pero creo que ahora mismo mi curva no puede ser ascendente, y antes de que sea descendente me tengo que respetar a mí mismo y también obtener vuestro respeto.
¿Se podría utilizar en su caso la tan mítica frase “morir como un héroe o vivir lo suficiente para convertirse en un villano”?
Bueno, villano y arbitraje, es algo que no es muy difícil (risas). Yo creo que soy un privilegiado, que he obtenido mucho respeto a mi alrededor y si no empiezo por el mío, a mí mismo, no puedo esperar el de los demás.
Después de tantos años, vivencias, lugares… ¿con qué se queda?
He tenido muchos momentos muy chulos. Por ejemplo, cada juego ha sido especial. Por muchas veces que la haya escuchado, cada vez que sonaba el “we are the champions” se me ponía la piel de gallina. También en cada encuentro que mis padres podían venir a verme arbitrar. Ver la selección española de los Gasol contra la Argentina de Noccioni. Todos ellos son momentos muy especiales, y sobre todo el último partido internacional que fue espectacular.
¿Qué sintió precisamente en aquel último partido?
El último encuentro, en mi caso, fue en el año 2021 en Tokio, donde estuve en la final, y hace dos semanas dirigí la final de la Final Four. Aquel día, soy el que cierra el pabellón, se apagan las luces, dejé el vestuario y ya no entró nadie más después de mí y se acabó aquello. Ese día se cerró un libro, pero otra persona estará deseando abrir otros nuevos.
Sea sincero, ¿alguna lágrima al cerrar el pabellón?
Al cerrarlo, en el antes y en el durante también. Antes de lanzar el balón al aire me golpeé con él en la cabeza varias veces porque se lo quería dedicar a mi gente, y en especial, me acordé de mi padre. Él murió hace seis meses y me hubiera gustado mucho que hubiera estado. Tuve muchísimo cariño por parte de todo el mundo, muchos abrazos y mucho entendimiento. Estuve llorando dentro del vestuario antes del encuentro y mientras calentaba. Era la última vez que salía del vestuario, último cuarto, la última vez que lanzaba el balón. Además, tengo una foto de cuando salí del pabellón que me hizo mi hija, que me estaba esperando para abrazarme, porque me veía roto. Al final, han sido 45 años arbitrando.
¿Se acuerda del primer partido?
Sí, me acuerdo perfectamente. Fue en el colegio Luis Dorao. Además, recuerdo que arbitré con unos vaqueros y unos zapatos. El partido se jugaba en el gimnasio, de estos antiguos donde las canastas estaban en los laterales y apenas había espacio. Había un hombre que me pedía todo el tiempo zona. Yo miraba y no la veía, porque me estaba pidiendo la zona en el semicírculo de fuera (risas).
¿Alguna anécdota de todos estos años?
Aquí cerca, en San Viator, cuando todavía estaba descubierto en un lateral, dí una voltereta elegante porque estaba todo lleno de polvo. Me levanté y me sacudí el pantalón, y me tocó seguir. Ese día está guardado en mi mente.
¿Y por los viejos continentes?
En Barcelona’ 92, por una cuestión lingüística, los árbitros de otros países me felicitaban por el buen público que había en Barcelona, ya que ellos escuchaban “peace and love”, (paz y amor) cuando en realidad decían “písalo, písalo”.
¿Cree que el arbitraje está en un momento delicado?
Es cierto que los medios tecnológicos están muy presentes y tristemente se usan para confirmar o buscar el error. Realmente es muy complicado arbitrar, y es algo a lo que yo animaría a la gente para ver lo que es. No es solo arbitrar y acertar con la decisión, sino también gestionar todo el entorno.
¿Cómo se gestiona el entorno cuando hay mucha presión?
Me considero bueno gestionando este tipo de cosas. Soy un árbitro muy normal que pita acciones normales y señalizo normal, pero en situación de mucha presión, soy capaz de pensar en frío y lo gestiono muy bien.
¿Tiene algún truco para gestionar esa presión?
Nosotros somos tres y hay veces en las que hemos tomado, ya sea yo o uno de mis compañeros, una decisión que no es correcta. En el siguiente tiempo muerto, que es un momento delicado porque el entrenador local lo pide para que le feliciten por la decisión, es decir, una bronca elegante, es cuando el colegiado puede estar desestabilizado y viene al tiempo muerto pensándolo. Entonces, yo suelo contar un chiste, y de esa manera consigo que esa persona piense... “pero qué dice éste ahora”, y de esta manera, no se centra tanto en el error y se puede meter otra vez en el partido.
¿Cuál ha sido su momento más duro de todos estos años?
Siempre tengo en el recuerdo un partido recién llegado de los Juegos Olímpicos de Atenas. Yo arbitraba en LEB Oro, entraba al pabellón en Zaragoza contra el Algeciras. Hubo prórroga, perdieron los locales, y nuestro trabajo fue realmente malo. Yo llegaba de la nube de una final y tuvimos que salir escoltados. Los que estaban fuera no tenían razón para hacer lo que hacían, pero sí para quejarse porque nuestro trabajo no fue bueno.
¿Se aprende más de un día malo que de los buenos?
Nosotros trabajamos mucho vídeo, al igual que cualquier jugador o entrenador. Conocemos tanto a los jugadores como a los técnicos, y también las diferentes situaciones y jugadas. Sí se tiene capacidad se puede aprender del error, pero este también te puede castigar. Cuando te ponen jugadas que has acertado y que no, te puedo asegurar que son mucho más reconfortantes las que has acertado.
¿El trabajo de árbitro es de los menos gratificantes que existen?
Se da por hecho que si estás arbitrando tienes que hacerlo bien, y si es así, estás haciendo tu cometido, al igual que los jugadores, técnicos o incluso periodistas. Si no lo haces bien, en cambio, jugadores, técnicos y periodistas te lo recuerdan.
¿Considera que el nivel de las protestas contra los colegiados se ha elevado en exceso?
Es cierto que nunca ha habido una gran colaboración con los árbitros. El problema es que en las categorías más altas no se está dando el mejor ejemplo, porque ellos son el modelo a seguir, y que los más pequeños vean eso, no es lo más adecuado. Es como si yo me comportara como un energúmeno viendo a mi hija jugar, y ella, al fin y al cabo, será mi reflejo. Sí que es cierto que estoy notando que últimamente hablamos mucho del error en la cancha y poco del acierto.
¿Considera que hay buen nivel de arbitraje en España?
Es cierto que hoy en día se mira todo con lupa. Yo creo que el nivel del arbitraje español es muy bueno, y solo tienes que preguntarlo fuera, porque están deseando que estemos siempre presentes.
¿Por qué empezó en el mundo del arbitraje?
Yo empecé con 13 años porque mis padres vinieron del pueblo a la ciudad y se dejaron la piel por sacar adelante a tres hijos y porque tuviéramos un porvenir en la vida. Yo arbitraba un sábado por la mañana y me sacaría alrededor de unas doscientas pesetas, y era el rey de las pipas y chicles.
Después de todo lo logrado, ¿cree que ha sido reconocido en Vitoria por su trabajo?
Mi currículum deportivo a nivel local nadie lo ha superado. Nadie ha estado en seis Juegos y cinco finales. Almudena, por ejemplo, ha estado en cuatro. Creo que estoy a años luz a nivel deportivo. En otro lugar, igual estaría mi nombre en algún lado de la ciudad, pero al fin y al cabo, eres el árbitro. Además, me siento muy reconocido y muy bien tratado por la prensa en Vitoria. Igual es porque no he arbitrado ni al Baskonia ni al Alavés, pero siempre he recibido un muy buen trato por parte todo el mundo.
¿Y ahora qué?
Ahora estoy transmitiendo mi experiencia, mi nivel de exigencia y a ver si consigo ir puliendo el terreno y así que alguien ocupe un lugar similar a nivel estatal y también a nivel mundial. Tengo chavales bajo mi tutorización que se les exige y tengo que transmitir desde un lateral todo lo que he aprendido en la pista.
¿Se le hará raro bajar el ritmo de vida?
Bueno ahí sigo dando guerra (risas). Hace poco he estado en Rumanía dando un seminario de arbitraje, y quieren llevarme a Grecia y a Bulgaria. Además, hace poco me querían llevar a un sub’23 a Sudáfrica, pero vamos a ir despacio y poco a poco.
Se retira, pero aún está presente en arbitraje…
Juanma Uruñuela se retira del arbitraje en activo, pero como lo acabo de dejar, mi concepto de árbitro en cancha es muy importante para los más jóvenes. No soy un técnico que está fuera y ya no tiene contacto con la cancha, ya que estoy totalmente actualizado.