Cuando la Santikutz Klasika, 14 ascensiones en 167 kilómetros, era un ajedrez entre el Caja Rural y el Laboral Kutxa, un pulso entre los cinco dorsales de los primeros y los cuatro del segundo, Unai Zubeldia decidió poner fin al duelo y romper las tablas con una jugada estupenda que supuso el jaque mate y la gloria para él. En Atagoiti, una subida que esconde rampas del 20%, Zubeldia se impulsó con la energía enajenada de los elegidos. Apostó y venció. Un lugar de honor para la valentía.

El guipuzcoano, uno de los hombres fuertes del Laboral Kutxa que este curso había triunfado en Berriatua y Lizarra, se desencadenó en el momento exacto. Su propuesta, repleta de entusiasmo, no obtuvo respuesta. Estudiante de segundo curso Business Data Analytics, nadie pudo recomponerse a tiempo para desbaratar a Zubeldia, que no tardó en abrir hueco. Al resto solo le quedó plegarse frente al ímpetu de Zubeldia. 

Un ataque ganador

El guipuzcoano agarró una renta de 20 segundos en la cima. Tomó aire y perspectiva. Solo le restaba el descenso. Se tiró por el tobogán para desembocar en meta, donde mantuvo intacto el botín. Es el mejor tesoro obtenido por Zubeldia, que tuvo tiempo para paladear una victoria con pedigrí en una cita valedera para la Copa de España. Entre los perseguidores se encontraba Thomas Silva, líder de la competición, que fue el mejor en el esprint de los favoritos. La tercera plaza se la quedó Alex Díaz

Inicio movido

Siguiendo el patrón de las pruebas de aficionados, donde todo es acción y reacción al comienzo, una coctelera que agita guerrilleros, se formó una fuga con once dorsales. Bien empastados, dispusieron de una renta de 2:30 sobre el gran grupo, del que salieron otros cinco efectivos para engarzarse a la fuga.

Con el paso de los kilómetros y la lija de las numerosas cotas, cuando a la Santikutz Klasika le restaban 15 kilómetros, los favoritos se reunieron con los últimos supervivientes de la escapada. En ese nuevo escenario, en el debate entre el Caja Rural y el Laboral Kutxa, Unai Zubeldia inclinó la balanza con una ataque que sometió a todos en la Santikutz Klasika, donde se coronó con estruendo.